El hombre de la hora

Al nuevo gobernante de la nación le incomodaba un dato que desajustaba su bien sazonada perspectiva histórica. Ahora que había sido electo por una mayoría abrumadora, quería retribuir al pueblo no sólo con programas sociales y obras públicas, le importaba sobre todo marcar el registro de su paso por la humanidad haciendo visibles los hallazgos que su conocimiento histórico y su posición de poder ofrecían. Y es que le interesaba la historia, le apasionaba incluso.

En 2021 un sueño latía como una posible realidad para Andrés Manuel López Obrador: la celebración del número 21 por cuatro veces. En orden regresivo: 2021, 1821, 1521, 1321. El propio 2021, el año en que su gobierno celebraría el 200 aniversario de la independencia de México; el 500 de la caída de México-Tenochtitlan (este no necesariamente una celebración sino una conmemoración solemne); el 700 de la fundación de la ciudad mexica, hoy Ciudad de México (distinta naturaleza, misma geografía).

Había un pero histórico: la fecha consensuada por historiadores, arqueólogos y antropólogos era (y es) 1325. Esto de acuerdo al cruce de mitologías y ciertas evidencias “históricas” en códices, en particular al registro de un gran eclipse solar sucedido el 13 de abril de ese año del calendario juliano; evidencia manifestada a raíz del eclipse total de sol de 1991. Así, estudiosos, expertos y naturaleza convergieron en esa fecha simbólica, si se quiere, porque la lógica y la obviedad, por su parte, dictan que la fundación de una ciudad no es un corte radical sino una arena movediza, un proceso de tiempo.

Caramba, ¿y cómo hacer para que el mágico número 21 se ajuste entonces a la fundación mexica? Encontró la solución en un viejo conocido, compañero de batallas burocráticas, empleado en cargos interinos o legislativos y elogiado tanto por el propio López Obrador como por Claudia Sheinbaum desde décadas atrás: José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, de quien dicen los registros formales “tiene estudios de bachillerato, así como de historia de México, periodismo jurídico, diseño editorial y turismo cultural” (Wikipedia), aunque los detalles están ausentes.

Sin duda, Suárez es muy eficiente. Como secretario de Cultura fallido en el gobierno de la jefa de gobierno Sheinbaum (que luego fue premiado como secretario de Gobierno), de inmediato ofreció a su jefa y a través de esta al presidente una supuesta teoría para argumentar 1321 como el año de la fundación de México-Tenochtitlan. Pero no sería una fundación cualquiera, sería lunar: la fundación lunar de la ciudad de los mexicas que se contrapondría a la fecha consensuada hasta entonces; ya se sabe, siempre se hace todo lo posible por agradar al presidente, incluso cambiar a voluntad la cronometría del tiempo: “es la hora que usted quiera, señor”.

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Un amigo doctor en historia me envió por esos días un video con la argumentación de Suárez del Real y Aguilera cuando ya López Obrador anunciaba un día sí y otro también (desde septiembre de 2020 oficialmente y aun antes informalmente) la celebración de los cuatro 21, todo un acontecimiento circular; también la anunciaba y promovía la jefa de gobierno Sheinbaum. Pero asimismo arreciaba la crítica de los historiadores que denunciaban utilitarismo político, en particular, protestó en voz alta el antropólogo miembro de El Colegio Nacional Eduardo Matos Moctezuma, aunque no lo dejaron solo colegas de dicha institución y de la UNAM. De hecho, la Universidad celebró oficialmente 1521 y 1821, mas desechó, desdeñó 1321 dentro de su programa “México 500”.

La fundación lunar

El hombre del video se presenta y argumenta; transcribo casi literalmente, mas sintetizo: Soy fulano de tal, secretario de Cultura del gobierno la Ciudad de México. Hoy es 13 de mayo de 2020. Exactamente en un año estaremos conmemorando por vez primera la fundación lunar de Mexi(shi)co porque un 13 de mayo de 1321 la princesa Quetzalmoyohuatzin dio a luz a Contzallan, quien será el origen de lo que nosotros consideramos como los aztecas [sic]. Esto ocurrió en Mishuca, cerca de donde se fundaría México-Tenochtitlan años después; mishuca [o mixuca] significa lugar del parto. Es evidente que en una cultura fincada en el principio filosófico de la dualidad señor-señora, padre-madre de los macehuales, la importancia de los hombres y mujeres es equiparable. Sin embargo, la visión patriarcal de la historia no deja ver esta equidad: la fundación lunar en Mixuca está entonces en oposición, se correlaciona o complementa con la fundación solar de México-Tenochtitlan. Es decir, el parto de la princesa; o sea la fundación lunar antecede a la solar por cuatro años. Nosotros, basados en el análisis de los Huehetlatolli perfectamente cristianizados [idea idéntica a la del semiólogo Patrick Johansson, quien hizo la misma crítica a los MexicacuicatlCantares mexicanos–, en traducción de Garibay] hemos llegado a esa conclusión. Preparémonos para iniciar un año de conmemoraciones relevantes. El parto de la fundación lunar de Meshico había iniciado.

Con “nosotros”, el argumentante se refiere a un grupo de “compañeros y compañeras” de la secretaría de Cultura con diversas profesiones. Pues bien, ese fue el origen que dio material “histórico” a la jefa de gobierno y al presidente; como mandado a hacer. AMLO incluso premió anticipadamente al artífice del concepto lunar nombrándolo orador oficial en la conmemoración del 148 aniversario luctuoso de Benito Juárez el 18 de julio de 2020 en Palacio Nacional; tan contento le hacía sentir.

Naturalmente, la crítica y la oposición de los investigadores y expertos del tema crecieron a tal grado que cuando el 10 de marzo de 2021 la jefa de gobierno presentó el programa local, el de la ciudad en contraparte del federal anunciado en septiembre de 2020, “México Tenochtitlán Siete Siglos de Historia”, hizo algo correcto: corrigió y eliminó la referencia a 1321. Se deslindó de la polémica no obstante que había surgido de una oficina bajo su mando, la de Cultura.

Quien no cambió de idea fue el presidente; “ya saben que soy muy terco”, solía decir a la tabasqueña. Además de premiar a Suárez con lo de Juárez, siguió nombrando los cuatro 21 en sus discursos y conferencias matutinas, incluso cuando se conmemoró la matanza de Tóxcatl o del Templo Mayor del 20 o 22 de mayo de 1520. Asesorado por alguien más razonable, desistió al fin el jefe del Ejecutivo y no llevó a cabo oficialmente la celebración de la fundación lunar, y sin dejar de referir 1321, tardíamente agregó, como “fecha polémica”, 1325. El hombre de la oficina de la jefa de gobierno tuvo que recular y tragarse la frustración (multipremiada frustración, como quiera que sea, con los diversos cargos en que ha continuado prosperando hasta el presente).

En cuanto al video que me envió mi amigo historiador, subido a youtube por la secretaría de Cultura de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México con marcas de agua: ha desaparecido. Pero maliciándomelas –Lucas Lucatero dixit– lo bajé a mis archivos desde entonces en espera de hacer la crónica de los acontecimientos en 2025.

Y en efecto, tanto la jefa de gobierno Clara Brugada como la presidenta Claudia Sheinbaum han anunciado los festejos de bombo y platillo del próximo 26 de julio de 2025: la celebración de los 700 años de la fundación de México-Tenochtitlan. En la visión del “nosotros” de Suárez, se ha impuesto la fundación solar (patriarcal) sobre la lunar; el “nosotros” ha sido vencido por los expertos de la UNAM, el Colegio Nacional y otras instituciones. Sin embargo, entre los celebrantes oficiales tomará parte muy importante el valedor y patrocinador de óperas plagiadas (a Vivaldi y Aniceto Ortega), como ya se ha establecido en este espacio.

O sea que el exembajador de Estrasburgo es de nueva cuenta en México protagonista como asesor de la ciudad y la presidencia; nada mal, regreso triunfal aunque sea en el contexto de una frustración o aborto lunar.