¿Xóchitl Gálvez podría vivir con menos de 10 mil pesos al mes, trabajando de sol a sol, con lluvia, con nieve o con aire, en comunidades que la mayoría de la fifiriza desconoce que existen?

Lo dudo. Pero el desprecio de la derecha por la clase trabajadora es notorio desde hace décadas y Xóchitl es un ejemplo viviente.

Hace días la vimos dejando su chicle masticado, con saliva y gérmenes, en la mano de una de sus empleadas en un profundo y asqueroso acto de humillación y desde siempre la hemos escuchado menospreciar a adultos mayores, jóvenes desprotegidos y personas que por falta de oportunidades no se pueden dar vida de virreyes como casi todos los de su clan.

Pero el colmo fue escuchar a Fernando Galindo Favela decir que de ganar Gálvez la presidencia “se van a ir los Servidores de la Nación” porque representan un gasto millonario que afectaría los recursos destinados a los adultos mayores.

El priista Galindo dio donde más duele y donde precisamente puede asustar a las personas: la pensión universal de las personas de la tercera edad, amagando que si no se reduce “el gasto operativo” no habrá dinero que alcance y se tendrá que echar mano de las afores.

Quiso asustar con el petate del muerto.

El economista egresado del ITAM desconoce el importantísimo trabajo de los llamados Servidores de la Nación y pretende echar a la calle a más de 20 mil personas, la mayoría jefes y jefas de familia que con un modesto salario de 9, 700 pesos mensuales llevan el pan a la mesa y pagan vivienda, vestido y servicios como luz y agua.

No me extraña, pero me indigna.

Sabemos que a la oposición le ha causado sarpullido la presencia de estos trabajadores, a quienes han llamado en forma despectiva “mapaches electorales” y confunden la entrega de la ayuda a los más necesitados con compra de votos. El león cree que todos son de su condición.

Los Servidores de la Nación dependen de la Secretaría de Bienestar, pilar fundamental del humanismo que enarbola el actual gobierno, cuyo lema es y ha sido: por el bien de todos, primero los pobres. Quitarlos es prácticamente desmantelar esta dependencia, ¿quién haría ese trabajo? ¿Ellos, que no conocen el país? ¿Que jamás irían a lugares donde no entran sus camionetas blindadas, donde no hay aire acondicionado, ni calefacción., donde no hay wifi?

Debo decirle al ex diputado federal que conozco a muchos Servidores de la Nación que desde antes de que llegara López Obrador a la presidencia, sin recibir un solo centavo, andaban en la calle bajo un sol inclemente y temperaturas de más de 40 grados, tocando las puertas de las personas para convencerlos de que votaran por el cambio verdadero.

Repartían volantes y periódicos caminando kilómetros, rompiéndose las suelas de los zapatos solo por amor a nuestro México y con el único objetivo de que Andrés Manuel llegara a la presidencia y sacara a los sátrapas priistas y panistas que nos saquearon por décadas, y que por fortuna no van a regresar al poder.

Ese es el pueblo organizado. Esa es la gente que quiere y admira a Andrés Manuel y que Xóchitl desprecia.

Hoy los Servidores de la Nación ganan un salario modesto que se les quiere quitar solo por miedo y por ignorancia. Qué coraje le tienen a quienes aman tanto a México y a nuestro presidente.

Para mala suerte de Gálvez, Galindo abrió la boca en un momento en que su candidata está terriblemente disminuida en las encuestas y previo al debate presidencial que veremos el próximo domingo, donde aunque prometió reinventarse y mandar a todos al carajo, la señora X llega en números rojos, pues le está quedando a deber a los electores que ingenuamente creyeron que daría el ancho y nomás no levantó.

¡Ay Galindo! “Estás viendo y no ves”, dijera mi sobrina.

Por soplarle mal a los carbones apagó el fuego y aplastó más a Xóchitl.

Ni modo, de por sí, no iba a ganar.