Siguiendo con lo mencionado en la primera parte de éste análisis en curso, tenemos que ver la buena decisión que tomó el Presidente Andrés Manuel, al adelantarse y declarar públicamente que la próxima titular del Conapred -que estará de momento bajo la supervisión de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación- será una mujer indígena, lo cual es un gran acierto reivindicativo y de inclusión social, ya que los distintos grupos y etnias indígenas: son las que han sufrido el mayor desprecio y marginación de parte de los sectores más aborreciblemente racistas, abyectos, misóginos y retrógradas del país.
Además ese nombramiento que deberá venir (quizá junto a otros más), básicamente es lo que se necesita al frente de las instituciones públicas: gente honesta, incorruptible, con fuertes convicciones sociales y democráticas y verdaderamente independiente de los poderosos grupos de intereses creados.
Y en el caso de los derechos humanos y la no discriminación: a personas no cooptables por el anterior régimen de oprobio, que tengan en mente (para hacerles frente) los abusos y agravios del pasado -incluso que los hayan vivido en carne propia- para que nunca más vuelvan a repetirse en el presente y en el futuro; además de que estén totalmente comprometidos con la equidad y la justicia social, que no estén atrapados por una burbuja burocrática y/o académica de irrealidad, que los aleje de lo que día a día se vive en las calles, en las plazas públicas, en el campo, en la industria y en la inmensa diversidad cultural del pueblo de México.
También hay que apuntar que la posible reestructuración ya sea institucional o constitucional de muchos de los organismos del Estado mexicano -ya sea dentro del gobierno federal, organismos autónomos u órganos reguladores- va de la mano con la optimización del presupuesto público, ello porqué se necesita que los recursos públicos NO se queden estancados en los altos mandos burocráticos, sino que impacten donde realmente deben: contra la pobreza, la inequidad y la marginación social, es decir, que lleguen directamente a los grupos vulnerables, para empezar a generar una sana movilidad social.
Además es imperativo señalar con mucha claridad, que el Presidente Andrés Manuel: NO polariza con su discurso, ya que la polarización en si, es la perpetuación -por parte del antiguo régimen oligárquico y por décadas- de una estructura socioeconómica brutalmente excluyente (con una extrema concentración del ingreso en muy pocas manos).
Por el contrario, para empezar a combatir esa atroz desigualdad, es muy importante primero que nada señalarla -como hace AMLO desde hace años- para generar una amplia conciencia social, y después ya en el ejercicio de gobierno: hacer todo lo programáticamente posible para atemperarla, justo como lo está haciendo el propio gobierno progresista de Andrés Manuel, vía los históricos aumentos al salario mínimo, la eficiencia recaudatoria progresiva (con la prohibición constitucional de las anteriores condonaciones fiscales a los grandes macro grupos empresariales) y la política universal del bienestar en salud, educación, trabajo y apoyo a los mencionados grupos vulnerables.
Y de igual forma -en medio de la actual crisis sanitaria y económica mundial-- con los créditos productivos dirigidos a las empresas familiares (MiPyMes) y con la construcción de la infraestructura de movilidad e ínterconectividad sustentable, con un claro enfoque de desarrollo regional (Nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, Escuelas, Universidades del Bienestar, Hospitales del Insabi, Caminos Rurales, Bancos del Bienestar, Internet para tod@s y Tren Maya entre otros).
Todo ello, es el mejor ejemplo de una política salarial, fiscal y de inversión social: redistributiva -equitativa y productiva- del ingreso nacional.
Es por eso y más, que por ejemplo viendo los resultados positivos sobre la evolución de la masa salarial en los últimos 15 años en el país: hoy es real aquello de que se deben -y así se hizo- eliminar los ostentosos lujos, el gasto superfluo y bajar los otrora insultantes sueldos de los altos funcionarios públicos del Gobierno Federal, para que los sueldos de las clases bajas y medias puedan ir recuperando su poder de compra y adquisitivo para estimular la demanda agregada y por ende el consumo del mercado interno .
Obvio apenas es el inicio, falta mucho por hacer y seguirá siendo un durísimo camino por recorrer con cada vez más obstáculos por delante, por lo cual hay que estar a la altura de las circunstancias, sin tibiezas, ni mezquindades, ni medias tintas, para que en respaldo y crítica constructiva al trabajo vital y fundamental del Gobierno de México: el pais vaya saliendo adelante en el mediano plazo, ello con un progreso inclusivo para la gran mayoría de las y los mexicanos (no sólo para una rapaz y corrupta minoría oligárquica).