Ante la emergencia sanitaria y los dolorosos saldos negativos en materia económica y social que desgraciadamente está trayendo consigo la pandemia del Covid_19 a nivel mundial, ¿cuál es el camino más adecuado -para el interés del bien público- de parte del gobierno del Presidente Andrés Manuel en México para allegarse de más recursos y reiniciar la recuperación económica?
Si nos inclinamos por una reforma fiscal progresiva (RFP), sin duda alguna -y entendiendo la visión programática del Presidente AMLO- un viso de propuesta deberá incluir la mayoría de los siguientes puntos vitales:
1_ Aumentar la tasa impositiva -aprox. 17% sobre ganancias- a las actividades extractivas de las empresas mineras tanto nacionales como extranjeras (procurando sustentabilidad ambiental).
2_ Hacer efectivo el gravamen para las operaciones especulativas de compra-venta en la BMV y aumentarlo para las ganancias de capital.
3_ Abolir el régimen opcional para grupos de sociedades (el anterior régimen de consolidación fiscal): en concreto para los macro grupos empresariales.
4_ Hacer aún más progresivo (así es: que paguen más los que más tienen) el ISR para personas físicas.
5_ Ajustar el gravamen para las campañas de redondeo o donación -deducibles de impuestos- de las personas morales (los llamados grandes contribuyentes).
6_ Fijar la tasa impositiva y hacerla efectiva en su cobro para la depreciación de activos fijos y del costo de adquisición de grandes terrenos.
7_ Impuesto a las herencias de los millonarios.
No obstante de la importancia de lo mencionado, algo que aún no han logrado contestar con contundencia algunos sectores supuestamente de izquierda que no comulgan con el proyecto de AMLO, es -aún aprobando esta necesaria RFP- ¿qué se deberá hacer entonces con el obligatorio pago anual del servicio de la deuda del sector público y financiero?
Veamos: Esta RFP factible le daría aproximadamente al gobierno de izquierda de Andrés Manuel, un nada despreciable 5% del PIB, pero la actual deuda pública representa cerca del 45% del PIB. Así que pase lo que pase, los requerimientos anuales de deuda se tienen que seguir pagando.
Y justo aquí es donde vemos con mayor claridad, cómo desde la correcta opción alternativa de gobierno vía una oposición verdaderamente progresista al anterior y dogmático régimen tecnócrata neoliberal, ya en el ejercicio de gobierno: no es tan fácil de quebrar por completo (que obvio se debe intentar romper -ese encadenamiento neoliberal- pero siguiendo una adecuada estrategia política y económica).
Por eso, este proceso de exitosa reconversión o transformación se debe llevar a cabo por etapas, y claro que ello conlleva tiempo (años) y esfuerzo:
•Capacidad de liderazgo, de comunicación e interlocución, de diálogo y negociación (sin perder los principios), de construir consensos y de resistir con el apoyo mayoritario de la población los duros embates que vendrán de la poderosa reacción conservadora.
•Y en la parte del gasto público capacidad de gestión de gobierno (antes de hacer efectivos y más progresivos los impuestos a la renta), se deben demostrar resultados (como lo está haciendo el gobierno de AMLO): eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. Es un largo proceso que se tiene que ir dando (es decir que se tiene que ir -pre y reconfigurando).
De igual forma como bien menciona el periodista Álvaro Delgado, con respecto a esta crisis epidemiológica mundial del COVID19, es preciso tener una referencia sobre los efectos en la sociedad, la economía y la actuación del Gobierno del Presidente Andrés Manuel, cuyo único referente en México, es la de la pandemia H1N1 con Calderón Hinojosa en 2009, "cuando murieron 1316 personas y la economía se desplomó -6.5% del PIB con el consecuente aumento en desempleo y pobreza".
Si tomamos en cuenta que en México en el antiguo régimen oligárquico los privilegios fiscales para el 0.1% de la población, las privatizaciones a ultranza (concentración del ingreso), las desregulaciones financieras (Fobaproa) y la captura de la Conasami (contención salarial por debajo de la inflación para los trabajadores) por parte de esa oligarquía, fueron todos resultado de la corrupción inherente al neoliberalismo, entonces comprenderemos porqué es prioridad para el Presidente Andrés Manuel, combatir la corrupción, ya que no ha habido nada más funesto (nada más dañino) para el país, que la corrupción de sus anteriores gobernantes.
Además hay que recalcar que C. Salinas y los subsiguientes y fracasados gobiernos neoliberales, no regularon una economía con competencia (por el contrario, desregularon y concentraron el poder y el ingreso en unas cuantas manos), tampoco promovieron el desarrollo (solidaridad y compañía fueron una farsa) y desde luego que ellos sí que desesindustrializaron el país (recordar a Serra Puche).
Por ello no será nada fácil completar con éxito el cambio de régimen, ya que apenas se van solidificando los cimientos. Llevará tiempo. Además: cómo se pueden pedir resultados extraordinarios en menos de 1 año y medio de nuevo gobierno y nuevo régimen progresista y democrático, si venimos de un estancamiento económico crónico y de un subdedarrollo imperante de más de 36 años consecutivos.
No obstante de lo mencionado, sí que ha habido avances importantes que se empiezan a lograr cristalizar. Por ejemplo: sumado a la solidez de nuestras finanzas públicas, el gobierno del Presidente AMLO, envió este año una iniciativa de ley al Congreso (con mayoría progresista que la aprobó) para elevar a rango constitucional los programas sociales universales (en educación, salud y protección social a grupos vulnerables), ello con presupuesto anual incluido (inversión social), así que básicamente han blindado estos programas ante la corrupta derecha prianista y se ha avanzado hacía la construcción de un auténtico Estado de Bienestar.
Aún así, algunos "desigualdólogos" no están tomando en cuenta ese blindaje constitucional a los programas sociales universales (en cobertura y calidad) ni tampoco la prohibición constitucional de las anteriores y oprobiosas condonaciones fiscales a las grandes corporaciones empresariales. Y eso es vital de analizar, porque es -sumado a los históricos aumentos anuales al salario mínimo por sobre la inflación proyectada- el INICIO de una política salarial más justa y también de una política fiscal progresiva y de redistribución -equitativa y productiva- del ingreso.
Así que si alguien se pregunta: ¿En dónde está el Presidente AMLO en medio de esta crisis mundial por el Covid_19? Observaremos que está justo donde debe estar, trabajando, desquitando su salario que -vía ley de remuneraciones- se ajustó a la baja (y junto con él, el de todos los altos funcionarios públicos que antes ganaban más del triple además de todos los suntuosos lujos que tenían con costoso cargo al erario público), en concreto AMLO está impulsando la transformación de México.