Suave matria
Licenciada Claudia Pavlovich Arellano:
He leído con especial detenimiento el comunicado que publicaste recientemente en tus redes sociales, alusivo a las críticas que desencadenó la celebración de una gran fiesta organizada por ti y tus seres más allegados en un lujoso lugar del estado de Jalisco el pasado mes de marzo, y no quiero dejar pasar la oportunidad de expresar las reflexiones que me deparó.
Lo hago desde mi estatus de ciudadana sonorense, académica, activista a favor de la Cuarta Transformación y seguidora convencida de los principios del feminismo. Sin desestimar tu investidura como gobernadora de Sonora, mi escrito es el de una mujer a otra, ambas sonorenses, pertenecientes a la generación nacida en los años sesenta (yo siete años antes que tú) del siglo pasado, e intento trazarlo de manera horizontal, franca y directa.
El meollo de mi inquietud es la clara y preocupante contradicción que tu texto arroja: la de compartir experiencias desagradables que tienen que ver con tu condición de mujer por un lado, y las serias lagunas que en materia de género han caracterizado tu desempeño como mandataria estatal.
Antes de seguir: seguramente no lo recuerdas pero te conocí personalmente en el año 2003, cuando yo contendía por una diputación federal por parte del partido Convergencia y tú te desempeñabas como regidora priista del ayuntamiento de Hermosillo.
Un querido amigo en común, preocupado porque yo no tenía un sitio en dónde desarrollar mis actividades de campaña, me llevó contigo y tú, en un generoso gesto que no olvido, me ofreciste un espacio en tu propia oficina.
Finalmente no hubo necesidad de aceptar tu ofrecimiento, pero siempre recuerdo agradecida esa gentileza de tu parte. Entonces yo te veía como la heredera prometedora de la respetada doctora Alicia Arellano Tapia, tu madre, una de las dos primeras mujeres que llegaron al Senado de la República por primera vez en México en 1964, quien después se convertiría en la primera alcaldesa de Sonora (Magdalena de Kino, 1972) y posteriormente, en 1979, en la primera presidenta municipal de Hermosillo. Pensaba que tu trayectoria emularía y de alguna manera consolidaría la de ella.
Tú seguiste una carrera política ascendente como miembro del Partido Revolucionario Institucional; yo renuncié a Convergencia en cuanto me percaté de una primera gran irregularidad no compatible con mis convicciones, y continué con mis trabajos como profesora, investigadora y editora.
He leído con cuidado una serie de críticas y comentarios surgidos a raíz de la divulgación de fotografías de la festividad familiar mencionada y no se centran en tu condición de mujer ni están enfocados de manera particular en algún miembro de tu familia, sino en lo costosa que la fiesta debió resultar y en los lujos y derroche que fácilmente se advierten, para lo cual simplemente se ponen ejemplos de atuendos y accesorios tanto de mujeres como de varones, y se especula sobre otros gastos exorbitantes que no nos constan.
Las coyunturas son siempre útiles para analizar los acontecimientos, y la fiesta se llevó a cabo en plena pandemia, cuando las recomendaciones, comenzando por las del secretario de Salud de Sonora, funcionario de tu administración, consisten en continuar acatando las medidas sanitarias para mitigar la propagación, no realizar reuniones masivas como fue el caso y no viajar a menos que sea estrictamente necesario. Por eso las reacciones, lejos de sorprender, debieron haber sido previstas, dada la evidente falta de congruencia entre lo oficialmente indicado y los hechos señalados.
El lujo excesivo que arrojan las imágenes contrasta también con el imperativo, justificado por cualquier mente sensata, de cumplir con ciertas normas de austeridad, sobre todo en tiempos de crisis sanitaria y económica. En el caso de quienes, como tu familia y tú, no han visto mermada su capacidad adquisitiva y de consumo como está visto, el gesto esperado tendría que haberse impuesto por respeto y solidaridad con la población más vulnerable, que ahora lo está en mayor magnitud por la pandemia, máxime en tu caso que eres la servidora pública de más alto nivel en la entidad.
No, no era el momento de realizar un evento de esas características. De ahí que, insisto, sea absolutamente comprensible el cuestionamiento generalizado, lo extraño habría sido que los ciudadanos se quedaran callados. Es un hecho que si hubiera habido un mínimo de recato y respeto por tus gobernados, la ceremonia habría sido íntima, nadie tendría por qué haberse enterado y por lo tanto nada se habría opinado al respecto. A nadie con experiencia política le es ajeno que el límite entre la vida privada y la vida pública de las y los funcionarios es muy delgado.
Hay que agregar a la coyuntura presente que ahora, debido a los principios y objetivos de la Cuarta Transformación, los gobernantes y funcionarios son fiscalizados cada vez con lupas más finas y rigurosas, por lo que las personas suelen sacar cuentas entre los montos del patrimonio de quienes reciben ingresos del erario, y sus gastos y tren de vida.
Con respecto a tus señalamientos de acoso y discriminación hacia tu persona por ser mujer, tienes toda mi solidaridad y estoy segura que la de muchas mujeres. En efecto, durante tu campaña para la gubernatura recibiste reprobables e imperdonables ataques machistas y misóginos que muchos reprobamos, pero hacer referencia a ellos precisamente a raíz de los comentarios y críticas a los que nos hemos referido no fue una buena estrategia, porque pareciera que con ello pretendes nublar lo esencial: la ceremonia onerosa y en plena pandemia.
Esto no significa que no debamos visibilizar y denunciar la violencia de género en cualquier circunstancia, pero hay proporciones y niveles. No es precisamente una ceremonia espectacular y las reacciones que generó, la motivación más adecuada para hacerlo, menos cuando millones de tus gobernadas padecen esa violencia en condiciones de franca miseria, marginación y absoluto desamparo.
Independientemente de que, como he dicho, las críticas suscitadas por el festejo de marras no tienen que ver con tu condición de mujer, al releer el repaso de la violencia de género que has padecido, me surgen algunas preguntas de manera automática:
¿por qué una gobernadora que ha sido víctima de acoso por su condición de género y que, por lo tanto, tiene conciencia de esa grave circunstancia en su vida y en la vida de las mujeres, no convirtió el combate a esa problemática en uno de los ejes rectores de su administración?
¿Por qué lo padecido en lo individual no se convirtió en un acicate para defender y luchar por lo colectivo, es decir, por las mujeres sonorenses agraviadas?
¿Por qué no se imprimió el enfoque de género en tu administración?
¿Por qué tu gobierno no tuvo el sello de ser liderado por una mujer?
Esas lamentables carencias pueden verse sobre todo en:
• Un gabinete NO paritario, dominado por varones, en el que ninguna mujer ocupó la titularidad de una secretaría.
• Ausencia de la perspectiva de género en las políticas públicas de tu administración.
• Debilidad de estrategias coordinadas con el gobierno federal, para prevenir, atender, erradicar y sancionar la violencia contra las mujeres y feminicida.
• Incumplimiento de las observaciones y recomendaciones del grupo de trabajo que ha investigado la solicitud de Alerta de Género para Sonora, la cual se mantiene sin resolución (según declaración de la titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la violencia Contra las mujeres, CONAVIM, Fabiola Alanis Sámano, en marzo de este año).
• Sonora, gobernado por una mujer, no forma parte de las entidades que han instaurado fiscalías especializadas en feminicidios, delitos sexuales y desaparición forzada de mujeres (sí lo han hecho los estados de Colima, Jalisco, Michoacán, Morelos, Puebla, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa y Veracruz).
• Escasa correspondencia entre los siguientes datos y la implementación de acciones políticas concretas para contrarrestarlos:
a) Tres municipios de Sonora se encuentran en la lista de los cien municipios del país con más feminicidios:
1) Hermosillo ocupa el lugar 21.
2) Cajeme el 96
3) Empalme el 97 (según el reporte mensual del mes de marzo de este año, de incidencia delictiva con perspectiva de género del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, SESNSP);
b) Sonora ocupó en 2020 el cuarto lugar nacional por el delito de feminicidio y en lo que va de este año se mantiene en el mismo lugar (después de Morelos, Veracruz y el Estado de México).
c) De 2017 a 2021, Sonora ha ocupado el primer lugar nacional en llamadas de emergencia relacionadas con violencia familiar.
d) En 2020, sólo el 36% de los casos de muertes violentas de mujeres en Sonora se acreditaron como feminicidios, con lo que se ha imposibilitado que el resto de los asesinatos sean investigados como resultado de la violencia de género.
• Escaso trabajo para reforzar los protocolos de atención y reacción policial en los municipios con mayor incidencia delictiva contra las mujeres, recomendados por la CONAVIM.
• La búsqueda de mujeres desaparecidas en Sonora se lleva a cabo sin perspectiva de género.
Ostentas la distinción de ser la séptima mujer elegida como gobernadora en México, después de Griselda Álvarez Ponce de León (Colima, 1979-1985); Beatriz Paredes Rangel (Tlaxcala, 1987-1992); Dulce María Sauri Riancho (Yucatán, 1991-1993); Rosario Robles Berlanga (Distrito Federal, 1999-2000); Amalia García Medina (Zacatecas, 2004-2010) e Ivonne Ortega Pacheco (Yucatán, 2007-2012); y antes de Claudia Sheinbaum Pardo (2018-2024, actual jefa de Gobierno de la CDMX) y Martha Erika Alonso Hidalgo (Puebla, diciembre de 2018, duró 10 días en el cargo antes de fallecer en un accidente), pero, en un contexto de alarmante incidencia del delito de feminicidio y de violencia contra las mujeres en general, tu administración no arroja diferencias sustantivas con respecto a las características que tendría la de un varón, pero todavía peor, hay gobernadores que han hecho más en esta materia que lo que se ha realizado en tu gestión.
Quede esta carta abierta como testimonio de una ciudadana sonorense desencantada porque se desaprovechó la oportunidad histórica de que la primera mujer que tuvo el cargo de gobernadora de la entidad, se distinguiera por enarbolar una lucha a favor de sus hermanas de género.
Cordialmente,
Beatriz Aldaco