Manlio Fabio Beltrones, el líder del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la Cámara de Diputados y uno de los políticos más reconocidos y temidos en México, será mediante el método de candidato de unidad, Presidente del PRI. El ex secretario particular del poderoso Gutiérrez Barrios; encargado de la seguridad nacional en la década de los 60 y 70?s y ex gobernador del Estado de Sonora, con una reputación de hábil operador político en las sombras, ya había mostrado su interés. ?No creo que exista un militante en mi partido que no considere un privilegio ser considerado algún día para ser dirigente nacional?, dijo en mayo.

Con la mira puesta en el 17 de agosto, cuando deberá registrarse junto con su fórmula a la secretaría general, en compañía de la diputada electa Carolina Monroy del Mazo, identificada con el Grupo Atlacomulco, Beltrones sostendrá 13 grandes reuniones y estará arropado por los sectores agrario, obrero y popular, así como los movimientos territorial, femenil y juvenil. ?Habrá recorridos para placearlo y recibir apoyos?, se detalló.

Beltrones, de 62 años, llega al PRI después de haberse anotado uno de los triunfos más importantes de la temporada. Su candidata, Claudia Pavlovich, logró arrebatar al PAN el Gobierno de Sonora. El líder de los diputados estuvo presente en Hermosillo, la capital de ese Estado al norte de México, para operar una elección muy cerrada. Al final, logró derrotar a los panistas con siete puntos de ventaja. Manlio Fabio sabía que en su tierra se jugaba su futuro político.

En noviembre de 2011 declinó a competir por la Presidencia de la República, apoyando la candidatura de Peña Nieto, lo que le ganó una diputación federal y desde su puesto como coordinador del partido en la Cámara de Diputados jugó un papel crucial durante la negociación de la agenda de reformas con la que inició el actual Gobierno. Todas las Reformas Estructurales aprobadas por esa legislatura se deben a la gran gestión política de Manlio Fabio. El círculo íntimo del presidente no sabía qué hacer con él, si se nombraba Secretario de Estado, ante la debilidad del gabinete actual, su poder político se traduciría en un formidable precandidato Presidencial, si se le nombraba Presidente del PRI significaría que aumentaría su influencia con los próximos gobernadores logrando la fuerza para intervenir decididamente en la próxima sucesión presidencial, alejarlo del poder significaba convertirlo en un formidable enemigo. El presidente sabiamente optó por el menor de los males para el grupo Atlacomulco y privilegiar la unidad dentro del PRI, confiando en su lealtad, capacidad y experiencia en un momento en que la economía no despega, los Institutos políticos están extremadamente desprestigiados, la pobreza aumenta y una multitud de escándalos golpea a los cercanos de los Pinos, desgastando la popularidad de Peña Nieto hasta en las cotas más bajas desde que llegó al poder.

Todavía en julio, Peña Nieto habló de que el PRI tenía que acercarse a los jóvenes, despertar su entusiasmo y adentrarse en los cambios tecnológicos, lo que se interpretó como el destape de Aurelio Nuño, el poderoso jefe de gabinete de la Presidencia, al final favoreciendo la eficacia sobre la lealtad, ha dejando a Nuño para otras oportunidades y mejores tiempos, representando Beltrones más beneficios que desventajas tanto para el presidente como al partido, llegando con un perfil político al nivel de los últimos dos grandes Presidentes del PRI: Jesús Reyes Heroles y Luis Donaldo Colosio.

Con esta designación, los estrategas de los Pinos estiman haber realizado una jugada de dos bandas: se logra la unidad y liderazgo en el Partido en el poder y limitan las posibilidades de Beltrones de contender por la Presidencia de la República, pues insisten, el dirigente de ese máximo instituto solo puede ser juez y nunca parte de la sucesión presidencial de 2018.

El nuevo Presidente del PRI tendrá como cinturón de fuerza en la Secretaría General del Partido a Carolina Monroy del Mazo, nacida en Atlacomulco, diputada federal electa por un distrito de Metepec (de donde es presidenta municipal con licencia), esposa de Ernesto Nemer (subsecretario federal de Desarrollo Social) y ex secretaria de Desarrollo Económico en el gobierno mexiquense de Enrique Peña Nieto. Claro está que en el juego de equilibrios tradicionalmente practicado en el PRI para integrar las fórmulas de dirección es usual el designar en el segundo cargo, la secretaría general, a personajes de corrientes diversas a la del ganador del cargo principal, el de la presidencia, a César Camacho le colocaron a Ivonne Ortega, la polémica ex gobernadora de Yucatán, quien mantuvo las formas de convivencia pero representaba intereses ajenos a los del Estado de México. En esta ocasión, en el contexto de la presionada cesión hecha por el grupo de Los Pinos a Beltrones, con Monroy del Mazo se instala una pieza del arsenal mexiquense para contener y, dado el caso, enfrentar al ?intruso? tolerado si su actuar contraviniera de manera grave las intenciones e intereses de la encopetada facción dominante.

El priismo nacional llega con un líder auténtico y carismático para la última mitad del sexenio. El calendario electoral para el próximo año se intensifica. Después de la elección, el 7 de junio, de nueve gubernaturas (el PRI ganó cinco, pero dos están impugnadas), un millar de alcaldías y la renovación del Congreso de los Diputados, el nuevo presidente del PRI tendrá que encarar en 2016 comicios en 12 Estados. Aguascalientes, Zacatecas, Sinaloa, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas, Chihuahua, Veracruz y Durango también votarán por un nuevo mandatario estatal, congresos locales y ayuntamientos. Para entonces, el poder se habrá renovado en 21 entidades de las 32 que tiene México.