Las familias políticas de abolengo utilizan su influyentísimo para mantenerse en el poder.

De unos años a la fecha, hemos vivido varios cambios en materia electoral en nuestro país. Desde la creación del INE como lo conocemos hoy día, hasta la reducción de tiempos de campaña, homologación de algunas elecciones, fiscalización, y hasta reelección en algunos cargos.

Sin embargo, hay un par de temas pendientes a los que ningún político o partido le ha querido entrar: la designación de familiares directos para contender por los mismos cargos, y el chapulineo plurinominal.

El primer punto, ha servido para que los cacicazgos regionales se consoliden, creando vicios y acaparando un poder descomunal en manos de estos políticos que ponen a sus consanguíneos a contender en una campaña para sucederlos en el cargo. Desde gobernadores, alcaldes, diputados y regidores, las familias políticas de abolengo utilizan su influyentísimo para mantenerse en el poder a como de lugar, y con ello, cierran el paso a nuevos perfiles que podrían renovar las políticas públicas de cada estado o municipio.

Lo hemos visto en Coahuila con los hermanos Moreira, en Puebla con los Moreno Valle, en Veracruz con los Yunes, Tamaulipas con los Cabeza de Vaca, y ahora, lo vemos en Morena con los Salgado. El poder da más poder, y mientras no haya una ley que prohíba esta práctica, se seguirá solapando un esquema de participación cerrado, en donde no habrá nunca igualdad de oportunidades para todo aquel que desee contender por un cargo.

Por eso vemos mucha intromisión de gobiernos sobre todo locales en las elecciones. Es muy complicado que saquen las manos, cuando quienes aspiran a sucederlos son sus parientes cercanos y forman parte de su proyecto para permanecer en el poder y vivir del presupuesto.

El presidente López Obrador declaraba algunos años atrás que esto era parte de la corrupción de nuestro sistema político. Hoy, con él a la cabeza, nada de esto ha cambiado todavía; al contrario, su mismo partido en contra de su reglamento interno, hizo de las suyas para promover a la hija de Félix Salgado a una candidatura que realmente no le debería corresponder.

El segundo punto tiene que ver con las posiciones plurinominales, aquellas que se eligen en la sala de juntas de los institutos políticos nacionales, y no en las urnas con la ciudadanía. Aquí es muy común ver perfiles que buscan refugio para mantenerse pegados a la ubre gubernamental sin que el electorado los haya favorecido.

Muchos incluso, van de una posición plurinominal estatal a una federal y viceversa. No existe actualmente un número de ciclos máximo para que una persona pueda gozar de este tipo de posiciones. De esta manera, si tienes los amarres correctos, puedes permanecer en el poder toda la vida, sin siquiera haber ganado una elección.

Más grave aún, es que algunos personajes que viven de este sistema han sido desacreditados públicamente y han recibido el rechazo popular en las urnas, para inmediatamente después, aparecer sentados en una curul gracias a sus palancas políticas; en una clara muestra de que a los partidos poco les importa lo que piense y diga la ciudadanía, primero están sus intereses y los de su grupo.

De reformarse la ley electoral para evitar que estas prácticas sigan ocurriendo, estaríamos garantizando un entorno político más competitivo y por ende, obligaría a los grupos de poder a enviar a perfiles mejor preparados y comprometidos a entregar más y mejores resultados.

La reelección en las urnas para ciertos puestos es parte de la profesionalización de la política en México. Sin embargo, no se debe aceptar jamás, que quienes no están sujetos a una evaluación por parte de los ciudadanos se puedan enquistar en el poder; ni de manera directa, ni por medio de familiares. Quien quiera seguir en una curul o puesto, que vaya y compita, que proponga, que escuche, que trabaje.

¿Habrá algún partido que le entre a esta reforma electoral pendiente?