Como Veo Doy

La tensión social en los Estados Unidos sigue aumentando. El país adalid de la democracia exhibe las debilidades del sistema. Nadie ha dicho, apreciado lector, que la democracia sea una tertulia de amigos cuya imagen representativa sea un cuadro como el de la ‘Última Cena’. Es más bien una olla de grillos de la especie denominada congresistas o diputados o “representantes” del Pueblo, que se dicen y se maldicen, se descalifican y se pegan con todo buscando que prevalezcan sus intereses, no la razón, y a falta de ésta, llegan a un acuerdo “civilizado” mediante el mecanismo de mayoría, convirtiendo el resultado en Ley. Tan simple, tan complejo.

La democracia hasta ahora es una chulada para los que detentan el poder. Permite alianzas, acuerdos y alternancia en el mando. Se convoca al pueblo para que cada cierto tiempo decida quién quiere que le apriete el cuello, si los azules o los rojos. Da igual porque los gobernantes elegidos gobiernan para una minoría. Pasadas las elecciones se olvidan del electorado. Obviamente hay algunos atenuantes como los programas sociales que buscan compensar el desempleo y las carencias populares y, de paso, sembrar simpatías para asegurar votos en los siguientes comicios. Cuando estos programas de contención social resultan insuficientes, la desesperación ciudadana se desborda y la reprensión del Estado aparece. Y los heridos y los muertos también.

Son pocos los Presidentes de los Estados Unidos que han pasado la vergüenza o la muina de perder una reelección, pero prácticamente todas han sido consecuencia de una crisis económica. Donald Trump no es la excepción. Termina su mandato con una tasa de desempleo total cercana al 7% y para menores de 25 años de casi un 11%. A mediados del año pasado, la actividad económica se contrajo un 31.7%, lo cual representa la mayor reducción del crecimiento económico de que se tenga registro en la mayor economía del mundo. La brecha entre ricos y pobres creció el año pasado en Estados Unidos a su nivel más alto en más de 50 años. Estas cifras avalan la no reelección de Trump, sin embargo parecen no corresponder a la sensación de gravedad que se tiene, si se compara con el Presidente Hoover y la crisis de 1929. Cito textual a continuación:

“Cuando Herbert Hoover llegó a la presidencia en 1928, no sabía lo que se le venía encima. Durante la campaña había dicho que EE. UU. estaba “más cerca del triunfo final sobre la pobreza que nunca antes en la historia de un país”. Fue como si esas declaraciones hubieran tentado al destino: no llevaba ni un año en la Casa Blanca cuando el crac del 29 destrozó la economía estadounidense y envió a millones a la pobreza. Hoover vio multiplicarse por ocho la tasa de paro y la renta de las familias descendió un 40%. (Carlos Hernández, La Vanguardia, 15/12/2020).

Sin embargo, si se mira al presidente Trump como efecto de la crisis y no de su causa, se abren otras posibilidades de análisis sobre el futuro de la democracia. La última gran crisis de los Estados Unidos estalló en 2007-2008, como consecuencia de la “burbuja inmobiliaria”. De esa fecha al 2020, los bancos centrales de los países hegemónicos, EE.UU., Unión Europea, Reino Unido y Japón, emitieron por arte de magia, una masa monetaria equivalente a 40 billones de dólares (Antonio Martins, OpenDemocracy, 12/12/2020). Esta inmensa masa de recursos se usó para salvar de la quiebra a los bancos y corporaciones más grandes, comprando deuda perdida. Más tarde, para cerrar la pinza del rescate, inyectaron emisiones masivas de dinero para los tenedores de bonos públicos, es decir, en su mayoría para el nivel más alto de la pirámide de ingresos. Como se sabe, a esta política de rescate financiero, siguió la implementación de programas de austeridad que agudizaron las carencias de los trabajadores. La nota alta la dio el Presidente Obama incorporando al seguro de salud a personas que no podían pagarlo, pequeña compensación a la que Trump batalló para eliminarlas sin haberlo logrado. Se repartió mucho dinero al que tenía y se retiró a programas como el Acuerdo de París o se ignoró la posibilidad de establecer una renta básica universal, tema que ya hemos comentado en anteriores entregas.

El presidente Trump llegó por la crisis económica y social. No pudo con el paquete y por lo mismo se va. Deja un tumor crecido cuyas raíces descompuestas (desempleo, empresas quebradas, extrema concentración de la riqueza, fortalecimiento de la oligarquía financiera, deterioro de las relaciones exteriores, violencia racial y golpeó a los inmigrantes, entre otros conflictos) amenazan con colapsar al país más poderoso de la tierra y establecer un nuevo orden mundial. ¿Podrá el Presidente Baiden liderar ese nuevo orden? Moneda al aire.

Rendijas

Cuando sienta que le abruma el desaliento, piense en Nancy Pelosi y siga trabajando. ¡Es un gran ejemplo de lucha y fortaleza!

Ahora resulta que FB y Twitter deciden a nivel mundial quien puede hablar y quién no de acuerdo a su unilateral criterio. Bloquearon a Trump.

AMLO se enfrentará al refrendo de su mandato y se ratifica o se va … a su rancho.

¡Trump tiene 75 millones de votos a favor! Pero ningún viento puede ayudar a quien no sabe adónde va. Eso dicen.

pibihua2009@gmail.com