Como era previsible, el día de ayer la Cámara de Diputados aprobó la contrarreforma educativa de AMLO, la que abroga la reforma educativa de 2013. Este día quedará marcado en la triste historia educativa de México, como un gran retroceso; en el que se les devuelve a la CNTE el poder de controlar miles de plazas docentes, eliminando cualquier elemento meritocrático para ingresar al Sistema Educativo Nacional (SEN) para promocionarse a funciones de dirección y supervisión y para obtener distintos tipos de reconocimiento docentes. Asimismo, en esta contrarreforma desaparece el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), el cual será sustituido por otro similar, pero sin autonomía constitucional (es decir, descafeinado).
Mi desacuerdo con esta contrarreforma educativa se basa en muchas razones, entre ellas:
“Se privilegió la promesa de campaña de AMLO hacia la CNTE, sobre todas las cosas; incluyendo el derecho que tienen los escolares de asistir a la escuela, permanecer en ella y, sobre todo, aprender los contenidos esenciales de los planes y programas de estudio nacionales.”
Adicionalmente:
1. No estoy de acuerdo en que la CNTE recupere el control de la educación, su administración y las plazas docentes (que es lo que les da fuerza, además de los paros, plantones y agresiones). Las plazas docentes, como las de otros sectores públicos, son propiedad del Estado (y por lo tanto de los ciudadanos) y ninguna organización privada (como son los sindicatos) puede pretender ser dueña de ellas; distribuyéndolas a su antojo, entre familiares y amigos o, bien, vendiéndolas, heredándolas o rentándolas.
2. No estoy de acuerdo en la campaña de desprestigio social y linchamiento político que han hecho del INEE el propio presidente, su secretario de educación, la CNTE, los diputados y senadores, y demás seguidores de la 4T. Como ya sabemos que muchas mentiras se convierten en verdad, con este propósito se le ha tachado de neoliberal, de seguir lineamientos de organismos internacionales, de ser responsable de la evaluación docente “punitiva”, de ser un elefante blanco costoso e inservible, etc.
3. No estoy de acuerdo en la desaparición del INEE ya que, desde su creación en 2002, el Instituto representó un parteaguas en la educación mexicana, al generar y publicar información vital del SEN y de las distintas entidades federativas, y marcar pautas para mejorar los servicios educativos que se ofrecen en el país. Eliminar a este instituto es tanto como desaparecer al INEGI o al CONEVAL que, como el INEE, publica información que puede ser incómoda para los gobiernos en turno, pero que es muy útil para rendir cuentas a la sociedad y para que ella presione a sus gobernantes a mejorar su gestión y políticas públicas.
4. No estoy de acuerdo en que desaparezca la palabra “evaluación” en el texto constitucional y en las leyes secundarias (que todavía se elaboran). La evaluación educativa o de cualquiera otra naturaleza, no es más que un mecanismo para recabar información y, con base en ella, tomar decisiones. La evaluación es parte integral de la educación y, por ello, requiere ser utilizada de manera inteligente, para que cumpla con sus propósitos.
5. No estoy de acuerdo en que la evaluación docente tuviera fines punitivos, como se ha insistido hasta el cansancio. El presidente y la CNTE siempre han hablado de la evaluación punitiva, pero nunca se han referido a los miles de normalistas y egresados de otras instituciones educativas que pudieron ingresar al servicio público gracias a su formación y empeño y no a sus contactos con sindicatos y autoridades. Tampoco se habla de los docentes que recibieron estímulos económicos por haberse destacado en su evaluación. En última instancia la evaluación docente es tan punitiva como la evaluación que les practican los profesores a sus alumnos y que tiene consecuencias buenas y malas, como la expulsión de un centro escolar.
Para finalizar, el día de ayer me quedé muy sorprendido de que, salvo el PAN, todas las fracciones parlamentarias, incluyendo la del PRI (con una honrosa excepción), hayan votado a favor de esta contrarreforma. ¿Cómo es posible que los diputados del PRI vayan en contra de lo que en su momento se ufanaban de haber impulsado la “madre” de todas las reformas? Simplemente, este comportamiento es esquizofrénico, que solo puede entenderse por la naturaleza humana de los diputados: haber “vendido” su voto a cambio de algunas canonjías o favores de MORENA. La única esperanza, por ahora, de que se corrijan los mayores problemas de la contrarreforma es la congruencia que puedan llegar a tener los integrantes de la Cámara de Senadores. Veremos si no padecen de la misma enfermedad.