No sé a ustedes, pero a mí me suena harto extraño eso que muchos optimistas e interesados presumen como un gran “triunfo” de Rocío Nahle en la reunión de la OPEP celebrada en Arabia Saudita, en la que los países miembros y no miembros de esa agrupación, acordaron reducir sus plataformas de producción petrolera con el muy capitalista objetivo de aumentar los precios internacionales del crudo, que desde hace varios meses andan por los suelos.
Según los promotores de esta historia, la de la “superheroína defensora de la soberanía nacional”, es tal el alcance de la actuación de nuestra secretaria de Energía en ese mundo petrolero dominado por jeques, reyes y hombres que adoran a Alá mientras se dedican en cuerpo y alma a incrementar sus inconmensurables riquezas, que prácticamente se colocó a la cabeza en la lucha por la candidatura presidencial del 2024.
Así como lo oyen, y parece un despropósito. No que lo digan, sino que en Partido Morena, ahora que las encuestas de El Financiero revelan que entró en fase crítica en cuanto a intención de voto, no se tomen en serio las señales de catcher de beisbol de las Ligas Mayores que envía todos los días el Presidente López Obrador al poner a Marcelo Ebrard a resolverlo todo, lo mismo a buscar pipas antihuachicol que a rescatar el TLC o a buscar respiradores mecánicos, y estén jugando no sólo con la Secretaria, sino incluso con los sentimientos del doctor Hugo López-Gatell.
O no me digan que no lo han notado. El científico número dos del gabinete (el uno ya sabemos quién es) se ve taaaan cómodo con la imagen de rockstar que le están construyendo sus asesores para caerle bien a la chairiza, pensando más allá de la pandemia. Se ve, se siente, el doctor Gatell se sueña presidente. Ya hasta llevó a su hijo el pasado fin de semana, a conocer lo que podría ser su futuro reino, el del Palacio Nacional.
Pero volviendo al tema de este artículo: ¿cómo llegamos al punto ese en que el propio John Ackerman fue capaz de hacerle a la Nahle un reconocimiento del calibre que se reserva para su esposa, la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval y para el presidente de la república? Recordemos que de la boca y los tuits del académico y algunos dicen, el principal ideólogo de la llamada “Cuarta Transformación”, sólo se producen dos cosas, que lleva al extremo de lo demencial: insultos, o elogios.
Para los adversarios, los conservadores, los seguidores de Porfirio Díaz, de Santa Anna y de, of course, Felipe Calderón, los primeros. Para quienes defienden la patria, para quienes luchan por la soberanía, para quienes alzan la voz contra el imperialismo y censuran el intervencionismo del vecinon país del norte en la GPLA (Gran Patria Latinoamericana), los segundos. Pues bien, más pronto que ninguno otro, Ackerman vistió con la bandera nacional a la señora Nahle y la lanzó, no desde el Castillo de Chapultepec sino desde sus redes sociales, afirmando que lo logrado por ella para México era prácticamente la salvación nacional en tiempos de recesión global y emergencia pandémica. No cabe duda que en la 4T insisten en poner todos los huevos en la canasta petrolera.
Una vez que desde la intelligentzia lopezobradoriana se marcó la línea, salieron los enanos de la corte a bufonearle a la nueva estrella de la 4T con toda clase de adjetivos y claro, aprovechando para darle de coscorrones a quienes “quisieron entregarle la patria al imperialismo y se niegan a valorar la gesta patriótica de la camarada”. No así, pero casi. Y el mismísimo dedo del doctor Ackerman empezó a ponerle retuit a los mensajes, más de uno realmente (el caricaturista Falcón, dixit) “irracionahle”: Gómez Naredo, Fabrizio Mejía, Luis Guillermo Hernández y por supuesto, el alumno más aventajado (de Carlos Monsiváis), Jesús Ramírez Cuevas.
Todos ellos y la “Red AMLO”, contribuyeron a esculpir la piedra de una historia mediática según la cual, la señora Secretaria de Energía había reeditado con dignidad el ejemplo de Lázaro Cárdenas ante los poderosos jeques árabes, imperialistas del más rancio neoliberalismo que desde hace muchas décadas tenían de rodillas a la patria. Arabia Saudita pedía que México redujera 400 mil barriles diarios de petróleo su producción, pero “se tuvieron que conformar” con 100 mil que les ofrecimos. Así nomás. Tan tan.
Todo es felicidad en el discurso de “doblegamos a los árabes”, pero una cosa no me cuadra. Si de verdad “les ganamos”, ¿por qué el festejo se redujo a las redes sociales y no hubo el “gran mitin virtual del orgullo nacional patrio”, con un presidente hablandole al patio vacío de la historia, lanzando los tres ya clásicos “viva México” que (diría Jenaro Villamil en su tuiter) la gran familia mexicana le responde con júbilo desde sus acuarentenados hogares? ¿por qué esperar, si el “gran éxito” fue el fin de semana, hasta el miércoles siguiente para que informe, y en una conferencia mañanera?
No es usual que un gobierno necesitado de colgarse medallas, recurra a la falsa modestia. A mí, desde el autoencierro, me preocupan tres cosas: 1. Nadie nos dice qué le debemos a Trump, el verdadero patriota mexicano en esta “gesta”; 2. Nadie nos dice por qué los árabes bajan el precio del crudo a los clientes mexicanos en Asia, si los “vencimos en buena lid” y 3. ¿Dónde está el “Primer Comisario Político” de la 4T, Paco Taibo II, la “autoridad moral” en la lucha por el rescate de la soberanía petrolera”?
Tengo la impresión que Paco Taibo II se dio cuenta que fue infructuoso pelearse contra un alfil (Alfonso Romo) y que el rey del imperialismo y del capitalismo voraz, Donald Trump, es ahora el verdadero referente de la política en general y de la política energética en México. Dicho sea en sus propias palabras, cayó en cuenta que Trump “nos la metió doblada, camaradas”, y por eso mejor hace mutis. ¿Tendrá el valor de escribir algún día la novela política de estos tiempos?