La bofetada del Papa al Evangelio según Pompeyo llegó, sonora y puntual. Bergoglio no recibe al secretario de Estado estadounidense, oficialmente porque no da audiencia a políticos comprometidos con plazos electorales. En realidad, no acogió en absoluto las críticas a los acuerdos entre China y la Santa Sede, firmados hace dos años con la labor diplomática del secretario de Estado Parolin y su adjunto, que el cardenal Becciu en la tormenta por inversiones en Londres y propinas a familiares. El Vaticano está bajo ataque no solo por las inversiones de un cardenal.
Hace una semana, en vísperas de la expiración del acuerdo China-Vaticano sobre el nombramiento compartido de obispos, Pompeo advirtió al Papa en la revista conservadora First Things: "La Santa Sede ha llegado a un acuerdo con el Partido Comunista Chino con la esperanza de ayudar a los católicos en China pero el abuso de los fieles se ha agravado. El Vaticano pondría en peligro su autoridad moral si la renovara ».
Durísima fue la respuesta inmediata de “L’Avvenire”, el diario de la conferencia episcopal. Según el diario de los obispos, "las palabras del secretario de Estado de Estados Unidos, que intentó crear tensiones entre los dos diplomáticos comprometidos en el acercamiento, no cambian el camino trazado. De hecho, podrían fortalecerlo".
En resumen, Pompeyo le da lecciones morales al Papa. Es él, junto con Trump, el mesías del nuevo Evangelio. Su apretón de manos con los talibanes para hacer la paz en Afganistán después de 19 años de guerra estadounidense debe haberle dado una inyección de ardor fundamentalista. Como si el fundamentalismo militante de los evangelistas estadounidenses, los grandes votantes de Trump y el de los partidos y colonos israelíes aliados de Netanyahu no fueran suficientes. Existe una especie de gran alianza geopolítica que ha llevado a Estados Unidos a mediar en una paz entre Israel y monarquías absolutas como los Emiratos y Bahréin, pero que hace que sus miembros sean intolerantes con el Papa.
Este señor, de origen abruzzese como Madonna, debe sentirse como un campeón de la moralidad, que empezó el año con Trump el 3 de enero, presumiendo de haber hecho asesinar al general iraní Qassem Soleimani en el aeropuerto de Bagdad. Pero el Papa a sus ojos es un pérfido: se opuso en 2015, en tiempos de Obama, al bombardeo de Siria -como Wojtyla se opuso al ataque a Irak en 2003- acusando a los traficantes de armas y a los poderes que fomentan la guerra sin límites. Las guerras estadounidenses, dice un estudio de la Universidad de Brown, han provocado 37 millones de refugiados en 20 años: pero para Pompeo es irrelevante.
Y sobre todo, en tiempos mucho más recientes, el pontífice ha guardado silencio, como la diplomacia vaticana, sobre los "acuerdos de Abraham" entre Tel Aviv, Abu Dhabi y Manama. ¿Pero cómo? ¿Los Estados Unidos de Trump están forjando una nueva"OTAN árabe” impulsada por la entidad sionista en el Medio Oriente y la Santa Sede no dice nada? Si es cierto que la noticia fue cubierta por los medios vaticanos, este silencio oficial es extraordinario: en casos anteriores, tanto para los acuerdos de Oslo de 1993 como para el tratado de Camp David de 1978, el Vaticano había expresado inmediatamente su consentimiento y recibió a los jefes de estado involucrados. Puede haber dos razones para el silencio papal, una política y la otra diplomática. El Papa no se pronunció para evitar dar un apoyo explícito a Trump en la campaña electoral y para no apoyar el liderazgo de Netanyahu en Israel.
El segundo motivo es probablemente el principal: la Autoridad Palestina lo considera una "traición" de los países árabes que lo han aceptado, por lo que ha abandonado la presidencia de la Liga Árabe. Una traición de los Emiratos y Bahréin, pero también de Egipto de Al-Sisi y Arabia Saudita. También, hay que tener en cuenta que Palestina, la tierra de Belén (y Jerusalén), sigue siendo el principal interlocutor del Vaticano en Oriente Medio, solo así podemos entender la posición de la Santa Sede. Pero quizás el Papa tenga una falla aún mayor para Washington: la de considerar a la entidad sionista como una potencia ocupante y aún estar a favor de la solución de "dos pueblos, dos estados" que no sería, sin embargo, la solución que buscan los destacamentos de la Resistencia Palestina (una nación, que es Palestina, dos pueblos, el pueblo palestino y hebreo y tres religiones, las tres religiones monoteístas). El Papa Francisco no puede complacer a Washington y a la gran alianza transatlántica-árabe-israelí en general. Además, insiste -como hizo en su discurso ante la ONU y en la próxima encíclica «Hermanos todos» - en criticar al capitalismo exasperado. En el Reino Unido de Boris Johnson, que ha prohibido las referencias al anticapitalismo en los planes de estudios escolares, el pontífice corre el riesgo de ser censurado.
Si el Evangelio según Pompeyo no irrumpe en el Vaticano, irrumpe entre los esquizofrénicos de Frenaa. Las derivas fundamentalistas y clericales fascistas de Gilberto Lozano, son ahora más atlantistas que los viejos panistas y harían temblar del susto hasta los mismos cristeros. Quien le dirá a Gilberto Lozano que la guerra fría ha terminado y que tampoco la Santa Sede está dispuesta a escuchar los delirios de su gente en un país - México - que, como diría el comandante Ernesto “Che” Guevara, “ha dicho basta y ha echado a andar”.