Leyendo el texto reflexivo del periodista Ricardo Ravelo sobre el cambio por venir en la dirección editorial del otrora ilustre semanario de análisis político, Proceso, surgió en mí una pregunta clara y precisa: ¿ Y dónde quedó la autocrítica hacia dentro de la Revista Proceso don @RRavelo27?
La @revistaproceso de Julio Scherer García fue sin duda por décadas el referente nacional e internacional de un periodismo crítico NO al poder político como simple figura retórica y conceptual en sí, sino ya en el ejercicio periodístico práctico -con un importantísimo contexto histórico de fondo- con una muy dura y necesaria crítica y denuncia periodística de investigación al régimen autoritario, corrupto y neoliberal prianista.
Rescatando eso último, no hay que olvidar que paradójicamente los mejores momentos periodísticamente hablando de Proceso, los vivió durante y post al salinato y aunque después siguió teniendo relevancia, poco a poco el amarillismo y sensacionalismo le fue ganando terreno, hasta que posterior a la muerte de Don Julio (2015), Proceso fue superado en rigor e interés periodístico por medios digitales como SDPnoticias.com (al frente de Federico Arreola) o en especial de @SinEmbargoMX (al mando de @jorgezepedap en aquel momento), que tundió merecidamente -con investigaciones, reportajes, crónicas y análisis muy bien fundamentados con datos duros, excelente navegación, manejo de redes sociales, edición y contenido del portal- al desgobierno inepto y corrupto de EPN.
Fue a partir del año 2018 y de todo el 2019 en donde la @revistaproceso entró en una profunda crisis de identidad y credibilidad (P. Ej. @jenarovillamil y Julio Scherer Ibarra ya no están ahí), con el inicio del cambio de régimen vía pacífica y democrática: un cambio -no hay que olvidar- que muchas generaciones incluyendo la de Don Julio Scherer G. y Vicente Leñero esperaron por muchísimos años de lucha y dura confrontación con el anterior y antidemocrático régimen de oprobio.
Hoy con la llegada del primer gobierno de izquierda desde tiempos de Lázaro Cárdenas del Río, Proceso se ha quedado -con
@RRodr1guezC al frente- a la zaga de la transformación social, política y económica en marcha (es por eso que se da el cambio en su dirección editorial o no es así @scherermaria?)
Por ello es una muy mala idea seguir con la misma política editorial actual: esa que solamente administra el caos y el conflicto, sin buscar o proponer una nueva óptica de análisis, narración y transformación de la realidad.
Queda en @jorgecarrascoa darle un giro de 180° grados a Proceso: ponerla acorde a la demolición o destrucción creativa (poco a poco) del antiguo régimen salinista oligárquico y su simultánea transformación hacia un nuevo régimen democrático, de bienestar, paz y justicia social duradera (al cual evidentemente aún le faltan varios años para consolidarse por completo ya que es un muy complejo, difícil e intrincado proceso de cambio y regeneración).
Creo que gente valiosa e independiente como @alvaro_delgado o @Arturo_Rdgz deben superar sus limitaciones y evolucionar para ayudar al nuevo director a poner a la vanguardia a Proceso: hacia un periodismo crítico, constructivo, independiente del poder oligárquico, salinista y calderonista y comprometido con las mejores y más justas causas transformadoras del país, para impulsar a erradicar ese antiguo régimen de corrupción, impunidad, racismo, clasismo, concentración del ingreso, inequidad, rompimiento del tejido social, violencia y privilegio para unos cuantos para siempre, pero para lograr ello se debe ser sumamente riguroso, tener visión progresista de mediano plazo y no olvidar el de dónde venimos para saber dónde estamos y hacia dónde vamos.
Y sobre todo no olvidar quién lidera y encabeza este cambio de régimen: así es. Aquel dirigente estatal -que después se convirtió en dirigente nacional- del sur del país, que después de haber sido salvajamente golpeado y reprimido por los cuerpos represores del estado que estaban subordinados al anterior régimen canalla, siguió parado inamovible, desafiante y valiente con la mirada clavada y de frente al brutal agravio cometido contra él y su movimiento: obvio nos referimos al hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador, un político diferente a todos los demás, con defectos y errores (humano al fin y al cabo), pero honesto, alguien que no busca el poder por el poder, que busca trascender y que no va fracasar ya que es un dirigente con una amplísima dimensión no solo social sino de un liderazgo histórico (como el país no había visto en muchas décadas): congruente, consecuente, perseverante y con la visión y el proyecto alternativo de un estadista que será juzgado como uno de los mejores presidentes de la historia de México.
Y sí, sin duda muchos de los actuales periodistas independientes de Proceso y de otros medios, deben aprender del mejor periodista del país: @jenarovillamil; además académicos destacados como @JohnMAckerman y @evillanuevamx deben ayudar a marcar el camino a seguir para bien del semanario político Proceso, porque lo peor que se puede hacer es intentar cambios cosméticos para no cambiar absolutamente nada. Por ello: dan las convicciones alas hacia la libertad.