Conocí a AMLO desde que fue nominado a gobernador por el Estado de Tabasco. Yo era entonces el Director de Tipografía. Diseño e Impresión S.A. empresa del Partido Comunista Mexicano encargada de hacer su propaganda, editar periódicos, revistas y libros como un medio para allegarle recursos económicos que le permitieran subsistir y hacer su trabajo. Aunque nuestra relación política era esporádica, siempre estuvo soportada por una identificación ideológica y partidista que empataban con nuestros principios de honestidad y ética políticas. Esto nos permitió, siempre, identificar las razones de nuestras acciones y analizar las causas de nuestras derrotas temporales. Las luchas que impulsábamos en distintos frentes nos enriquecían y las coincidencias nos permitían atender las demandas de los sectores en lucha. Al paso de los años AMLO se convirtió en el líder político de las plazas públicas quien al lado del pueblo convirtió la 4T en su proyecto de gobierno.
Haría mal si no reconociera la enorme importancia que tiene para el país que López Obrador haya llegado a la presidencia de la República apoyado por un gran movimiento de masas jamás visto en la historia de México. No fue solo el hartazgo del pueblo lo que lo llevó al gobierno. Fue la suma de cientos de agravios que soportó mientras encontraba al líder que convocara a la gente a una revolución política en contra de un régimen que había perdido el consenso social. Las políticas y el proyecto que encabeza el presidente y que votamos el 53% de los electores en julio del 2018, marcha, y marcha bien, a pesar de los conservadores enloquecidos que hoy claman por tumbar su gobierno.
El problema que tenemos ahora, no está en el proyecto. Llevarlo a buen puerto requiere de la capacidad organizativa y una eficaz conducción del partido. En algunos sectores de nuestra organización hay irritación y desencanto. La mayoría de la militancia está preocupada por que el CEN sigue penosamente entrampado en conflictos internos derivados de la corrupción de una parte de su equipo, de la judicialización de su política y de las circunstancias atribuidas a la pandemia que estamos viviendo. El instrumento que debiera construir organización, asumir las demandas del pueblo y convertirlas en realidad, no solo ha perdido el rumbo, sino los principios éticos y morales en los que se expresaban los sentimientos y las demandas de la gente.
Si en el partido no hay liderazgo y no hay organización, difícilmente podrá cohesionar y dirigir un movimiento social que en los tiempos actuales se hace necesario y urgente. Las expresiones enloquecidas del conservadurismo golpista en contra del gobierno federal van a crecer en la medida en que éste vaya afectando de manera directa los intereses y privilegios de los oligarcas y políticos que por décadas se consideraban los dueños de México. Por eso hoy, estamos obligados a entender lo que pasa en el país y en muchas partes del mundo. Durante décadas, generaciones de mujeres y hombres vivieron rodeados de un sistema corrupto, en el cual la política estaba hecha por y para el dinero, vivieron una demagogia desenfrenada, el asesinato y el terror policiaco militar. La que dominaba era una plutocracia implacable, derrochadora y corrupta. Era una burguesía ávida de todo, de explotadores cínicos, de arribistas vacuos y depravados, de muchachas y jóvenes empujados a cambiar sus necesidades culturales por la prostitución, la delincuencia organizada y la violencia social. Todo debido a la exclusión clasista, la pobreza y la falta de expectativas de vida.
Los jóvenes de ahora y millones de trabajadores de la ciudad y del campo rechazamos ese mundo que nos robó derechos y libertades. Más de treinta millones de mexicanos queremos construir otro que le de sentido a nuestra rebeldía y eche abajo los agravios que nos impuso el régimen político que derrotamos en el 2018. Nuestro movimiento quiere empujar políticas de purificación social y cultural, recuperar los sentimientos, la equidad, la justicia y la paz. Si no entendemos esto y seguimos sin liderazgos en el partido, si seguimos desorganizados y ausentes de la política, el gran movimiento que llevó la democracia al gobierno como una forma de vida y de acciones por la transformación, lo vamos a lamentar. Lo cual, no solo sería un retroceso, sino el mayor descrédito para quienes no entendieron lo que es el liderazgo, el partido y el movimiento