¿Tardaron Twitter y Facebook en suspender las cuentas personales de Trump? ¿Cuál es el tramo de responsabilidad que tienen estos grandes corporativos tecnológicos en lo que ocurrió ayer en Washington? ¿Es correcto que una empresa, es decir, un privado, silencie a un presidente en funciones? Muchos sueñan con que esto también se aplique a AMLO.
A estas preguntas se pueden sumar más. Pero pueden servir de arranque para ahondar en un debate que, si bien no es nuevo, debería tener más luz en la conversación pública, más allá de la coyuntura política derivada de la crisis por la que atraviesa Estados Unidos en estos momentos.
Y es que el “apagón” de Trump en redes sociales marca un precedente en la historia moderna, el cual podría tener, de inicio, dos niveles de análisis. En principio, la correlación de poder entre los gigantes digitales y los poderes constituidos. Y por otro lado, las consecuencias sociales, políticas y económicas que estos corporativos tecnológicos impulsan o frenan.
Ayer le pasó a Trump, pero ¿mañana le puede pasar a AMLO?
La política de integridad cívica de Twitter, que fue la que violó Trump (se suspendió su cuenta durante 12 horas y se le obligó a borrar 3 tuits), es interpretada por Twitter y nadie más.
Bajo esa premisa, alguien recuerda el diálogo en la ONU en donde las naciones de todo el orbe acordaron dotar a Twitter y Facebook de facultades especiales de censura en “pro de la humanidad”? Hasta el momento, no ha pasado. Y en lo que respecta a nuestro vecino país del norte, nadie está por encima de su Constitución. O tal vez sí.
Muchos expertos y analistas ven con cierta positivismo y, otros más, con aberración, el nuevo rol que han asumido este par de corporativos tecnológicos a nivel global, el cual los ubica por encima de cualquier poder constituido.
Sobre la mesa, cada uno suele poner el caso que refuerza su idea. Desde el éxito de la primavera árabe, en donde el uso de Facebook fue crucial, hasta el impacto que tuvo esta red social creada por Mark Zuckerberg en las elecciones que ganó Trump, así como en la votación del Brexit. Estos últimos dos sucesos, con el fantasma Cambridge Analytica merodeando.
El común denominador de estos hechos, no hay que perder de vista, es que son las plataformas tecnológicas las que interpretan cuándo una persona que promueve el derrocamiento de un Estado es un activista y en qué momento pasa a ser un incitador a la violencia y el desorden.
En ese sentido, se podría decir que ayer Twitter tardó demasiado en aplicar su política y silenciar a @realDonaldTrump. El desastre era ya una realidad en el Capitolio y la decisión que tomó la empresa que fundó Jack Dorsey se dio en un contexto de control de crisis corporativa.
Pero, bajo esa dinámica ¿tiene Twitter cierta responsabilidad? La comunidad internacional ha constatado una y otra vez que los llamados de Trump a la violencia y al segregacionismo son una constante. ¿Se le debió silenciar antes?
Ante este panorama, vale la pena analizar si el presidente AMLO, al igual que otros líderes que mantienen cuentas activas en redes sociales, están en riesgo de ser silenciados.
Quienes entienden el oficio de la política advierten la necesidad de que los distintos actores que confluyen en dicha esfera mientan para crear ambientes en su beneficio personal o de un proyecto. ¿Qué tan culpables son Twitter y Facebook por hacer llegar a millones de mexicanos los mensajes confusos del presidente en medio de una pandemia global?
Los hechos y los datos, tanto de su propio gobierno, como de organizaciones y autoridades internacionales, contradecían el discurso del mandatario mexicano, quien en el abril del año pasado, aseguró que su gobierno había domado la pandemia por covid-19. Sí, antes que muchas otras naciones.
En estricto sentido, lo que decía AMLO era falso. La velocidad de contagios y de muertes no ha dejado de crecer. Lo dicen sus propios datos y la prueba son los 129 mil 987 mexicanos que, oficialmente, ya no están.
Una pregunta para cerrar. ¿Muchos de nosotros tendríamos aún a padres, hermanos y abuelas, si la política de Twitter y Facebook, hubiese impedido la reproducción de mensajes engañosos de líderes políticos?
Habrá quien piense que Zuckerberg con Facebook y Jack Dorsey con Twitter, tienen sobre su espalda la difícil tarea de definir qué es mejor para la humanidad, pero tal vez valga la pena preguntarse primero cómo poco a poco se fueron ubicando ahí.
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@MRomero_z