La Política en Tacones

Vaya sainete mediático que desató el pleito al aire entre Sabina Berman y John Ackerman en el programa donde tenían como invitado al secretario de Educación, Esteban Moctezuma. “John y Sabina” ya habían tenido boxeo de sombra con intercambio de tuits en los que se acusaban mutuamente de distintas cosas. No soy asidua al programa, así que cuando vi que en redes sociales se volvió tendencia el tema vi el programa completo para no hablar de oídas. No sólo eso, vi otros programas, para ver cómo actuaban los conductores.

Mi interés se despertó por el hecho de que la dramaturga Sabina Berman ha estado jugando la carta de la violencia de género, el acoso laboral y el machismo de John Ackerman para descalificarlo.

Hasta después de engullir los programas puse mi opinión en Facebook y salí con algunos raspones, pero también se anotaron comentarios muy equilibrados. Sin entrar en defensa de John Ackerman, a quien no conozco y no me inclino a hablar bien ni mal de él, excepto que me parece buen conductor pero no brillante, sí debo reiterar lo que expresé en redes: el comportamiento de Sabina Berman me pareció muy poco profesional y refugiarse en el tema de género me parece impropio, básicamente porque lo que pude ver en los tuits y en los programas, los problemas no se originaron por un problema de desigualdad de género sino de protagonismo.

Berman es de esas entrevistadoras a las que les gusta preguntar y responder ella misma los cuestionamientos. Con distintos invitados la vi preguntar y durante la respuesta arrebataba la palabra al invitado para dar su propio punto de vista. Tatiana Clouthier le pidió que la dejara terminar de hablar porque ya estaba cuestionándola a media respuesta.

Sobre la emisión que dio fin a la serie, el invitado era el secretario de Educación y era lógico que se hablara de las acciones educativas en esta época de pandemia. Berman modificó el tema y pretendió que Moctezuma Barragán diera su opinión sobre la dispersión de la manifestación de mujeres a balazos en Cancún. Por supuesto que este tema es fundamental, de hecho hubiese ameritado un programa completo con la presencia del mismo gobernador de Quintana Roo, quizá el Canal 11 no tenga el rating del Canal de las Estrellas, pero ¿quién rechazaría la invitación de Berman o de Ackerman? Sólo por dar salida a las diferencias de su compañero ¿modificar así el programa sin estar previamente de acuerdo con el productor y su coconductor? Cualquiera que haya trabajado en televisión sabe que eso es improcedente, porque además pudo haber dejado mal parado a Moctezuma que se vio emboscado con una pregunta sobre la que quizá no había reflexionado y es posible que supiera del hecho pero no tuviera todos los datos de las acciones que se tomaron después.

Ackerman hizo lo mismo que Berman, tomó el micrófono, la ignoró y comenzó con las preguntas sobre educación. Berman se emberrinchó y en un arranque estilo Trump, allí mismo expuso los problemas con Ackerman, pero además intentando involucrar a Moctezuma pretendiendo que le diera la razón. El secretario de Educación dio una respuesta muy razonable dada la tensión que ya se había creado. Desde ese momento comenzaron a llegar comentarios, los fui leyendo uno a uno, y la mayoría eran críticas contra Sabina Berman, algunas muy hirientes. También hubo defensores, alguien dijo que se habían puesto en marcha los “bots”, porque era claro el apoyo que daban a Ackerman, como si hacer funcionar una granja de “bots” fuera cuestión de minutos. Lo que resultaba claro era el comportamiento inapropiado de Sabina Berman, quien gesticulaba con desaprobación e incluso preguntó al aire si la habían cortado.

Finalmente, se anunció la terminación del programa. Canal 11 emitió un comunicado en el que señala la próxima aparición de una emisión con John Ackerman y afirma que está en pláticas con Berman para otro.

En redes se interpretó que Canal 11 dio la preferencia a Ackerman. Algunos han aplaudido la decisión otros la han criticado, pero quienes lo han hecho lo hacen al amparo del tema de género, colocando a Sabina Berman como víctima del machismo. Ella misma así lo expresó en el programa que comparte con Denise Dresser en el noticiario de Carmen Aristegui.

Testimonios de integrantes de la producción de “John y Sabina” ha revelado que la dramaturga se manejaba con despotismo, sin siquiera dirigir el saludo al personal del programa. ¿Sabina Berman podría decir cuál era su salario como conductora y cuál el de alguna de las asistentes de producción, guionistas o maquillistas? Seguramente la diferencia era grande, pero en ese tema no aparecía la sororidad. La igualdad sólo aplica para su beneficio.

Me indigna que un problema laboral, que sin duda tiene encima la sombra del machismo como en la mayoría de los centros de trabajo del país, intente hacerse pasar como un problema de género. No le hace bien al movimiento, lo desgasta y lo banaliza. El tema fundamental fue un choque de egos, de fuerzas de poder en el que Berman perdió. Que Ackerman es favorito del gobierno actual, ni quien lo dude, pero no precisamente por ser hombre sino por el apoyo que ha mostrado siempre al Presidente. Sabina Berman se quiso recargar en su nombre y su prestigio para jugar a las fuercitas y perdió. Desde mi punto de vista peleó de una manera poco ética, haciéndolo al aire, y el verdadero perdedor fue el público que no tenía por qué presenciar ese pleito. No considero que apoyar la causa de Sabina Berman sea sororidad o que criticarla me haga menos feminista. Es inaceptable que se utilice una bandera como la del feminismo para debatir un problema cuyo origen y desenlace no fue ni es la desigualdad de género.

ramirezmorales.pilar@gmail.com