Si un mérito tiene Lourdes Mendoza, columnista de El Financiero, es su audacia. Publica informaciones/trascendidos/chismes que nadie más daría por buenos no solo por imposibles de verificar, sino por inverosímiles para cualquiera con un mínimo conocimiento de la política mexicana.
Este lunes de 100 días de gobierno, la señora Mendoza acusa a Jesús Ramírez, coordinador de Comunicación Social de AMLO, de filtrar “cualquier difamación en contra de Julio Scherer, consejero jurídico de la 4T”, lo que se supone Ramírez “hace todo el tiempo y con cualquier reportero de la fuente”. Después de la acusación, grave sin duda, la columnista defiende a Scherer diciendo que “no hay manera de comparar cariños (de AMLO hacia ellos), pero sobre todo historias, trayectorias y ética entre él y Julio”. Lourdes termina su comentario con un “cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar” que parece ser el pronóstico —quizá el deseo— de que habrá castigo para Jesús.
No estoy en condiciones de saber quién convenció a Lourdes Mendoza de publicar una grilla como la mencionada, que la verdad sea dicha, de tan abracadabrante y hasta fantasiosa quizá va a lograr el efecto contrario al buscado por quien la originó: fortalecer, en vez de debilitar a Jesús Ramírez, que tendría que ser un suicida —y no lo es— para jugar a intrigar no precisamente a Julio Scherer, sino a cualquier integrante del gabinete de López Obrador.
Tiene razón la columnista Mendoza, el abogado Scherer, por sus “capacidades, óptica y sensatez”, ha hecho buen trabajo para AMLO. Pero Ramírez también, a pesar de algunos comportamientos que se puedan criticar, como lo he hecho en otras columnas. Pero una cosa es cuestionar con objetividad y, sobre todo, sin mala leche, y otra muy distinta inventar historias con el único propósito de dañarlo. Así que la grilla contra el coordinador de Comunicación Social solo puede obedecer a que está lastimando callos de gente que ha dejado de ganar o de plano está perdiendo con la nueva política de medios del gobierno federal. No hay otra explicación.