Con motivo del centenario de la muerte de Venustiano Carranza, el presidente de la República, en su conferencia matutina del 21 de mayo, hizo una radiografía de los políticos que, durante la presidencia de Francisco I Madero, habían sido electos en un proceso democrático y que, una vez apresado y asesinado, éstos resultaron unos traidores. La gente votó por ellos porque eran simpatizantes o miembros de su misma corriente política. Cuando Victoriano Huerta se revela durante la decena trágica, derroca al presidente y lo asesina junto con José Ma. Pino Suárez, la mayoría de esos gobernadores le dieron la espalda, lo dejaron solo o de plano se aliaron al huertismo con el mayor cinismo y deslealtad. Abandonar al presidente en esos momentos cruciales de la historia anti porfirista llevó a los buitres a festejar el crimen. Este, no sólo fue una traición de lesa humanidad, sino que, siendo funcionarios que juraron defender la legalidad, se convirtieron en criminales sin ningún dejo de patriotismo. Los únicos que se levantaron en armas para defender al gobierno constitucional fueron Venustiano Carranza y José María Maytorena.
Con este reconocimiento público a estos dos militares que defendieron a Madero, el presidente estaba haciendo un símil respecto del comportamiento oscuro y omiso de muchos que se montaron en las filas de Morena utilizando el prestigio icónico de su líder. Lograron ser funcionarios públicos sin proyecto alguno. No fue el interés por el cambio el que los llevó al poder sino sus intereses personales. Ahora que López Obrador ya es presidente y está ejecutando su plan de gobierno, cuando está desterrando la corrupción, los privilegios y la impunidad, cuando la derecha clerical, empresarial y política están queriendo atajar el proyecto de la 4T; estos funcionarios que dijeron apoyar o ser de Morena están dejando solo al presidente en su confrontación con los representativos de los latrocinios y la impunidad.
Por fortuna el futuro del proyecto de transformación descansa en el trabajo, en la visión política del presidente y en un apoyo irrestricto de la gente. Como personas o como integrantes de sectores del pueblo, han mostrado el músculo y un espíritu de cuerpo para impedir el avance de los posicionamientos golpistas de los cavernícolas. ¡Sin embargo, los esfuerzos del pueblo y del presidente no son suficientes! Los representantes populares y los dirigentes del partido, debieran tener la capacidad y el liderazgo para expresar su apoyo a un proyecto que está cambiando el fondo y las formas de la política. Esa política que, por décadas, aplicaron los neoliberales para tener postradas las luchas del pueblo.
No obstante, me alienta que la crítica y la autocrítica se estén abriendo paso en las filas del partido y del gobierno. Las dos debilidades de las que ya se habla y que pueden llevar al fracaso el proyecto de transformación social, tienen que ver con los perfiles y conductas de los que se han promovido por los grupos de poder, aunque, a decir verdad, sus actitudes estén asentadas en la corrupción y en los intereses personales. Si estos funcionarios públicos y partidistas siguen pegados a quienes deciden en el partido, las traiciones y las deslealtades al presidente y al proyecto de la 4T, van a seguir en ascenso. Nombres, cargos y hechos de los traidores y desleales al proyecto de la 4T están a la vista de todos.
La otra debilidad, la más peligrosa para el Nuevo Proyecto de Nación está en el cuerpo y los entresijos del partido. El Congreso extraordinario del 26 de enero, supuso el remonte de la ineficacia y la judicialización en que la Señora Polensky comprometió el sentido y el trabajo de la Organización. Recomponer el CEN con Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente provisional, colocó al partido en la idea de que, al fin, habría conducción política, se organizaría a la militancia, se apoyaría a la 4T, se atenderían las demandas del pueblo, se abrirían los espacios a la participación democrática de las bases y se lucharía por la unidad y fortalecimiento del partido. Pero nada de esto está sucediendo.
En cambio, el poder del dinero, las relaciones políticas y los enclaves que dominan los grupos de poder al interior de Morena, son los que se mueven, aunque sea para fortalecer sus clientelas electorales. Pocos se ocupan de las confrontaciones políticas que enfrenta el presidente contra una lerda, pero desbocada oposición. Espero que esto cambie y sirva para evitar que los golpistas sigan pujando por nuestro fracaso. Los zopilotes andan en vuelos rasantes midiendo su fuerza y nuestras debilidades. La derrota que sufrieron en el 2018 no debe llevarnos a creer que les faltan recursos para seguirnos insultando. Ojalá los políticos y funcionarios actuales y los que están por venir, se den cuenta del daño que le pueden causar al proyecto que estamos impulsando millones de mexicanos.