Los maestros en México son aquellos que sin ser tu familia se convierten en seres muy queridos que desde el kínder hasta posgrado nos van acompañando, nos van apoyando mientras alumbran nuestro camino en la adquisición de conocimiento. Están con nosotros en las buenas y en las malas, con paciencia van amoldando nuestro cerebro y van forjando nuestro ser con la intención de ser mejores personas en el día a día.

Es lamentable que el maestro sea tan explotado y mal valorado, que trabajan en condiciones tan penosas y que en la gran mayoría de los casos utilicen su propio salario para mejorar las condiciones de sus aulas para que nosotros o nuestros hijos salgan mejor preparados.

Peor aún, al maestro ahora no se le respeta, los padres no entienden que ellos tienen la labor de educar a sus hijos en muchos ámbitos que no corresponden a los maestros. Hace unas décadas el padre o la madre recriminaba al hijo por las malas calificaciones, por la mala conducta, etc. Hoy por hoy el padre fustiga al maestro exigiendo que le solucione la vida y los problemas de sus hijos sin tomar en cuenta que una gran parte de esa tarea se mama en casa.

Es urgente atender la situación en la que laboran los maestros ya que pueden pasar meses sin que reciban el salario, las herramientas de trabajo pocas veces están disponibles en la institución educativa y viven al día incluso pidiendo prestado para pagar su día a día. Ellos viven sexenio tras sexenio con promesas que nunca les son cumplidas. Los salarios precarios, las pocas bases laborales y las pésimas condiciones de su área laboral nunca es un pretexto para ellos de seguir haciendo su trabajo.

Se gastan miles de millones de pesos al año en cosas superfluas y cuando no hay suficiente dinero a los que principalmente se les recorta el presupuesto son a las áreas de educación, salud y seguridad. Los niños y adolescentes reciben una educación limitada que no les permitirá salir de la condición de pobreza en que se encuentran a menos que los astros se le alineen.

Pero ¿por qué el maestro aguanta tanto? Simple, el que estudia para ser maestro lo hace sabiendo perfectamente que no será millonario, lo hace por amor al arte, lo hace por ser un factor de cambio ante un país sumido en la pobreza, violencia, inseguridad y corrupción. En la misma situación se encuentran los médicos, enfermeras y otros profesionistas.

El educador es golpeado una tras otra vez, pisoteado, mal valorado y exprimido hasta el límite por parte del gobierno y de su sindicato que más que ver por los intereses de sus agremiados, los utilizan como carne de cañón elección tras elección. Si no estás bien con tu sección sindical estás en graves problemas, pues hasta la plaza puedes perder. ¿Qué queda por hacer? Agachar la cabeza y aceptar todo a regañadientes.

El 1ro de julio del 2018, millones de maestros votaron por Andrés Manuel López Obrador precisamente porque ofrecía un aumento inmediato a su sueldo, abrir las plazas que sean necesarias para decenas de miles de maestros que llevan años y años esperando que se las otorguen por ley.

Es tarea de los padres de familia el exigir que se les cumplan las promesas de campaña a quienes dedican su vida a educar a sus hijos, a forjarlos para que sean hombres y mujeres con valores y principios. Es a base de educación como podemos atacar de forma directa la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado, la violencia, las conductas antisociales.