El cambio verdadero

En los procesos del cambio verdadero por vía pacífica existen coyunturas o periodos prolongados en donde los líderes de la transformación se enfrentan a la necesidad de operar los procesos políticos en los límites de la legalidad-ilegalidad para mantener el impulso transformador, momentos que la derecha reaccionaria aprovecha para dar rienda suelta con todos sus aliados, disfrazados o abiertos en todo el país, a su estridencia paranoica, a sobredimensionar y escandalizar los cambios que el liderazgo del cambio impulsa o considera necesario impulsar: “muerte de la constitución”, “la destrucción del poder judicial”, la “autonomía del poder judicial”, la “llegada del fascismo”, “el camino de la dictadura”, todo para generar un clima de zozobra social o de temor y desconfianza en las bases social del poder transformador constituido, de la nueva voluntad mayoritaria en el país.

La estructura jurídica del país es una estructura de legalidad constitucional que permitió cuestiones positivas, como la lucha real por el poder, siempre que tuvieras la correlación de fuerzas políticas necesarias para imponer su cumplimiento en el terreno de la lucha social, política o electoral, si no, eras derrotado y lo que dijera el texto constitucional era “letra muerta”. Nada ha operado en México de manera distinta desde que los caudillos triunfantes en la revolución decidieron distanciar sustantivamente el régimen político (el acceso y ejercicio del poder) del sistema político constitucional (la formalidad jurídica del texto constitucional).

El Presidente AMLO lo aprendió hace muchos años y si alguien ha sabido jugar en los límites de la legalidad y la ilegalidad para apoyar su lucha opositora y ahora para impulsar la transformación nacional es precisamente él. Sabe medir las fuerzas, la reacción y continuar en medio de la tormenta dirigiendo el timón hacia donde quiere y necesita llegar. Quienes están muy cerca de él lo saben, lo han sabido.

Lo que hoy presenciamos en México no es la disyuntiva entre la democracia y el fascismo, ya esa disyuntiva la manejó Luis Echeverría en su momento junto a sus promesad de “apertura democrática” y sus partidarios incluso en la “izquierda intelectual y civilizada” la compraron en una etapa en donde se sucedía un golpe de Estado y otro en Centro y Sudamérica. No. la disyuntiva es hoy continuación del proceso de transformación nacional o restauración neoliberal.

Así ha sucedido en todos los procesos de cambio real en nuestro subcontinente, sobre todo los contemporáneos del siglo XXI ante una derecha y ultraderecha, corrupta, reaccionaria y ultramontana que si algo le aterra, la enloquece es la perspectiva de la pérdida progresiva de sus inmensos privilegios. 

La consigna de “separar el poder político del poder económico” ha sido mortal para la derecha reaccionaria mexicana, porque representa la voluntad hecha praxis de excluirlos de la toma de decisiones fundamentales en el país. Es más de lo que su psique y sus cuentas bancarias en el extranjero pueden soportar. Llamarlos conservadores no se ajusta plenamente a su comportamiento político, es la derecha y la ultraderecha reaccionaria. Ahora ya hasta por boca de sus aliados en el INE amenazan al Presidente de la República con arrestarlo por mostrar unas estadísticas en sus conferencias de prensa.

Están enloquecidos, pero no deben provocar demasiado a las bases de apoyo social del gobierno actual, porque pueden desatar una coyuntura que les haga arrepentirse de su provocación y estridencia paranoica. No les alcanzarán los medios de comunicación y de prensa aliados y sus cinco millones de bots en las redes para contener el descontento que provoquen. Mejor tranquilos y den la pelea sin desbordamientos, por la mayoría en la Cámara de Diputados, por las gubernaturas, Presidentes Municipales y vamos a la lucha política, de los proyectos nacionales.

La alharaca construida en torno a la continuación por dos años más del Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Arturo Zaldívar para que con su liderazgo determinado se concrete la reforma del Poder Judicial, revela que dentro de sus planes estaba usar a ese poder constitucional para detener todos los cambios que impulse el Presidente AMLO, a base de amparos concedidos, dictámenes de inconstitucionalidad, y otras argucias judiciales. Les tocaron su reserva de acción estratégica. Se pusieron locos.

La expectativa de líderes importantes de la derecha y ultraderecha reaccionaria en México en la cárcel por corruptos los tiene aterrados y prefieren jugarse el todo en la coyuntura electoral a esperar pacientemente a que la FGR obsequie las órdenes de aprehensión respectivas, lo mismo en el caso del renacimiento del nacionalismo energético, de una política social verdaderamente masiva, y si agregamos una mejora en la seguridad, nadie detiene al próximo candidato de Morena que sustituya al actual Presidente AMLO. Para la reacción es ahora o nunca. Para los partidarios del cambio verdadero es continuar firmes en medio de la tormenta estridente y paranoica que ha provocado artificiosamente la derecha ultramontana en México ante el terror que le provoca la continuación de la transformación nacional.