La pandemia que estamos viviendo es la peor crisis humanitaria después de la Segunda Guerra Mundial según la ONU. En México lo que muchos hubiéramos querido para enfrentar a tan terrible enemigo era la prudencia, la unión y la solidaridad. Sin embargo, lo que tenemos evidentemente es una polarización ideológica y política, con claros matices clasistas alentada por diversos actores incluyendo el presidente.
López Obrador incluso en su momento pidió tregua a sus adversarios, pero sus adeptos no han dejado de responder con campañas de ataque contra quienes piensan diferente a su gobierno. El presidente más que un jefe de Estado, al puro estilo combativo de un candidato de oposición, cada mañana culpa y acusa a los pasados gobiernos de los actuales problemas, provocando más encono en lugar de distender el conflicto, y los contrarios a su vez, responden con sus posibles errores durante la contingencia, y en la económica que se asoma.
Ya existía una polarización, pero aumentó, tuvo un crecimiento exponencial en las últimas semanas siendo el signo distintivo del coronavirus en México. AMLO dijo que en otras crisis se apoyó a los ricos, pero que en ésta, se apoyaría a los pobres. En un país como el nuestro que de por sí existen importantes brechas sociales y económicas, avivar este clivaje social en medio de la pandemia, es irresponsable por decir lo menos. En su intención por comunicar la visión de dos extremos, hace a un lado a un importante segmento de la población, los empresarios, los comerciantes (medianos y pequeños) y la clase media.
La polarización parece ser parte del estilo personal del presidente para imponer la agenda en los medios de comunicación y así desviar la atención de los frentes abiertos del sexenio; como la falta de recursos en el sector salud, la recesión económica, la inseguridad y la crisis del petróleo que pone en jaque los tres proyectos bandera del sexenio: Dos Bocas, Tren maya y Santa Lucía.
Por otro lado, los adversarios echan mano de outlets (portales digitales no oficiales que ayudan a la propagación de información falsa). Se dice que en campañas digitales como la que vemos en contra del gobierno de AMLO, se va en ellos del 50 al 90 por ciento del presupuesto económico. Por eso en los últimos días se ha usado con mayor intensidad el neologismo; infodemia, que es otra epidemia con la que tenemos que luchar a la par con el Covid-19. Basta con decir que México ocupa el segundo lugar en el mundo en la exposición de fake news. Y claro que esta “enfermedad” ha sumado odio y encono entre los mexicanos.
Antes dominaban los medios tradicionales, hoy las cosas han cambiado, las redes sociales imponen la narrativa; especialmente en Twitter porque, aunque ahí solo se encuentra el 2% de los usuarios de internet, en esta red está el círculo rojo que contamina a las demás redes. Aquí cada bando defiende sus creencias y posturas políticas con etiquetas (hashtags) que se convierten en temas del momento (trending topics) que van dirigidos a sus adversarios. Pero en gran parte las redes sociales funcionan como espejos de nuestras creencias y terminamos cayendo en el circulo vicioso de la disonancia cognitiva, es decir, terminamos siguiendo a quienes refuerzan nuestras creencias y posturas políticas; y desterramos a quienes las cuestionan.
A partir de mañana se vienen los días más críticos por el contagio del coronavirus, al parecer en México no será tan grave como ya lo es en otros países como Estados Unidos, pero serán momentos duros en lo social y en lo económico. Hasta hoy la polarización nos ha afectado a todos, necesitamos una actitud conciliadora entre la clase política, deben distender en lugar de confrontar, para que unidos enfrentemos la crisis más oscura de las últimas décadas.
Twitter: @Enrique_Aquino