Si antes de la pandemia, las redes sociales ya se habían convertido en un factor sumamente relevante en las relaciones interpersonales, no siempre para bien, con el encierro a que ha obligado el virus el flujo de información, desinformación y entretenimiento con el uso de las redes se ha acrecentado, en buena medida porque es una opción para pasar el tiempo pero es también una herramienta que se utiliza para acosar, humillar, ser infiel o controlar a las parejas o potenciales parejas. La mayoría de las víctimas suelen ser mujeres y mayoritariamente adolescentes.
La globalización nos ha llevado a adoptar prácticas de relación personal que hace 20 o 30 años nos hubieran parecido ridículas. Lo más cercano que tuvimos en la era anterior a internet eran las secciones de intercambio social que aparecían en algunas publicaciones como en la revista Confidencias, donde las personas se describían y/o daban también las características de la persona con la que deseaban relacionarse (Sergio Galindo escribió Polvos de arroz una interesante novela basada en este tipo de relaciones) y daban teléfono o dirección, según lo rápido que quisieran establecer contacto, aunque no gozaban de credibilidad o buena reputación.
Actualmente hay una gran cantidad de aplicaciones específicamente para conseguir pareja como Tinder, Meetic, Happn, Grindr, Badoo, Lovoo, Match.com, OkCupid, Shakn, Adoptauntio o Meyo. Están disponibles también las aplicaciones especializadas como Tindog (para los amantes de las mascotas), para encontrar mujeres mayores con capacidad económica (sugar mommy) como Cougar y Rich Sugar Momma, o al contrario, hombres mayores con dinero como Sugar Daddy Dating, MeetMe y Seeking entre varias otras. Las hay también para encontrar pareja según sus coincidencias en la dieta como Imago Date. Y como el deseo de entablar relaciones amorosas o sexuales es tan diverso, las hay basadas en otras aficiones y prácticas que no agotaríamos en este espacio.
Además de la intención explícita de encontrar una pareja, las redes sociales han permitido tipificar prácticas de las relaciones amistosas, amorosas o de coqueteo que ya existían o que se producen a partir de plataformas tradicionales como Facebook, Twitter, Whatsapp o Instagram.
El enfoque se ha centrado, por supuesto, en tipologías de prácticas dañinas, partiendo del hecho de la necesidad del ser humano de contacto con otros humanos, las cuales, no se salvan, por más reciente que resulte su definición, de ser conductas que se producen en un entorno de herencia patriarcal, lo que significa que las padecen más a menudo las mujeres.
También es necesario decir que algunas de estas formas de conducirse ya existían, sólo se han modificado con el uso de las redes o estas han facilitado que se extiendan o que se den a conocer.
Hay muchas, desde la más conocida como el “sexting”, que son los mensajes de tono erótico y fotos sensuales o sexuales, que ya se tipificó como delito cuando se difunden sin autorización, pero hay otras que cada vez son más comunes:
“Negging”.- Contracción de negative complimenting (cumplido negativo) y que consiste precisamente en disfrazar una crítica de piropo o cumplido con el objetivo de erosionar la autoestima de la persona a la que se le dirige, a fin de que crezca la figura del piropeador. Una forma de control envuelta en azúcar.
“Ghosting”.- Se trata de una táctica que consiste en entablar una relación que parece formal e intensa con una persona y repentinamente desaparecer, bloquear de FB, no contestar llamadas o mensajes, lo que genera sentimientos de inseguridad en la persona abandonada. Se considera una manera cruel de terminar con las relaciones gracias a la era digital.
“Catch and release”.- Literalmente usar y tirar, consiste en asediar a una persona buscando entablar una relación con ella y una vez que se logra o se constata que la persona responde positivamente el acosador pierde interés.
“Haunting”.- Puede tener varios significados, como inolvidable, imborrable, obsesivo o nostálgico, pero todos ellos convergen en el hecho de que una vez que una persona desaparece de la vida de otra, reaparece para llamar su atención, con algún “like”, un comentario, un mensaje. La finalidad es estar presente a la espera que la otra persona no tenga a nadie o nada y convierta nuevamente en objeto de interés al que aparece esporádicamente.
“Slow fade”.- Desvanecerse lentamente. Esto es, cortar el contacto poco a poco y sin explicaciones.
“Cushioning”.- Seguramente esta es una de las prácticas más socorridas gracias a las redes, utilizadas, en su mayoría, por hombres en relaciones de noviazgo o casados. Viene de la palabra amortiguación, aunque para los hispanoparlantes la traducción literal tiene poco sentido, porque es un tipo de infidelidad que se produce cuando una persona que está en una relación coquetea con otras o va incluso más allá, acumula amistades y números de teléfono a espaldas de su pareja, pero no se atreve a cortar con ella. Quizá la denominación del inglés resulta descriptiva porque desea tener un colchón o cojín amortiguador cuando suceda la ruptura. No en vano existen tantos memes sobre el temor de los hombres a que sus parejas vean su celular.
“Breadcrumbing”.- Dejar migajas de pan. Quiere decir que con migajas de interés o muestras de cariño se mantiene el control de una persona. Algo así como “ni para dios ni para el diablo”, porque esas migajas le impiden a la otra persona relacionarse con alguien más.
Hay varias más como el “benching” (tener a alguien en espera), “orbiting” (similar al “haunting”), “ciberbaiting” (ciberhumillación), “grooming” (acoso de un adulto a un menor) y varias más.
Lo que esto nos muestra es la necesidad de reconocer que hay cambios en la forma de relacionarnos emotivamente. Y también hay formas cada vez más sofisticadas de hacer padecer emocionalmente a otra persona. Una vez que se entra en esa espiral de control, las personas pueden salir muy dañadas. En México vivimos en una sociedad cuyos miembros todavía arropa la familia —no en vano la denominación de todas estas prácticas provienen fundamentalmente de la sociedad estadounidense, con lazos familiares débiles en ciertos sectores—, pero también hay muchas historias de abuso y soledad que provocan una vulnerabilidad a veces difícil de imaginar.
Para las mujeres es importante conocer estas prácticas y no autoengañarse cuando hay indicios de que su pretendiente o pareja afectiva está incurriendo en ellas; son también importantes los grupos de denuncia que están apareciendo porque los acosadores o ciberengañadores suelen moverse en un cierto círculo. Estas relaciones tóxicas favorecidas por las redes deben ser también objeto de difusión tanto de las instituciones (como parte del violentómetro) como de los grupos de ayuda particulares o institucionales. El desamor 2.0, otro subproducto del progreso tecnológico y la globalización.
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