Primero fueron las declaraciones, luego las marchas “multitudinarias” en autos, el golpeteo sistemático en redes, y ahora han aparecido espectaculares auspiciados por el Frente AntiAmlo con la leyenda “AMLO vete ya”, que van todavía más lejos, con una rúbrica que dice “LópezalPenal”.
No cabe duda que muchos grupos y personajes que ostentaban un gran poder tanto con el priismo como con el panismo están moviendo las aguas políticas en contra de la actual administración.
En esta entrega no incursionaré en el debate de si el gobierno está haciendo bien o mal las cosas. Sólo diré que surgió un contexto mundial de crisis que nadie esperaba y que México no es el único país con problemas económicos, lo cual, por otra parte, no debería sorprendernos, la crisis ha sido tan permanente que nos habíamos acostumbrado a ella. Tampoco creo que el manejo de la pandemia haya sido el mejor, pero tampoco el peor, que como ejemplo el presidente debería usar cubrebocas, sí, pero qué se le va a hacer si se niega. De todo eso a pretender que el presidente debe ir a prisión hay un trecho enorme. No han podido sus detractores señalar un delito que se pueda imputar por el que debería ser encarcelado.
Y, por supuesto, no hay ninguno comparable a los delitos que cometieron sus antecesores, y sólo como ejemplo de la gravedad de ciertos hechos que ahora muchos prefieren olvidar, está la matanza de estudiantes en 1968 (Díaz Ordaz); el halconazo del 10 de junio de 1971 (Luis Echeverría); la guerra sucia y desapariciones forzadas durante el sexenio de José López Portillo; el autoritarismo, la corrupción sin límites y el asesinato de Manuel Buendía durante el sexenio de Miguel de la Madrid; la masacre de Aguas Blancas y la corrupción que permitió el enriquecimiento escandaloso de los Salinas de Gortari, al extremo de promover la eliminación de la corrupción como delito grave para cubrirse de un manto protector; el uso del Fobaproa de Ernesto Zedillo en favor de intereses particulares; la expansión del narcotráfico y la corrupción de Vicente Fox y los hijos de su esposa; el baño de sangre en que sumergió al país Felipe Calderón y el sexenio de opereta de Enrique Peña, en el que se acumularon asesinatos de periodistas, el escándalo de la casa blanca, la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y la presencia cada vez más poderosa y obvia de un narcoestado. Y eso, sólo a manera de ejemplo. Nada de lo que ha ocurrido en la administración de AMLO se puede relacionar ni de lejos con la corrupción previa, con el menosprecio por la ley y por la vida de los mexicanos. El problema radica en que un lema publicitario penetra más que cien verdades. A fuerza de repetir mentiras hacen creer que este es el peor gobierno que ha tenido el país. Lo hacen grupos de poder, con capacidad económica para operar una campaña a nivel nacional. Que sean pocos no importa, lo verdaderamente importante es que están en contra de un sistema que no les favorece.
El grupo FRENA está imitando la estrategia que siguió la derecha en los golpes de Estado que vivieron varios países de América Latina y, pese a los cambios que ha experimentado no sólo la sociedad mexicana sino el mundo entero, vuelven a utilizar los mismos argumentos para ganar adeptos, como el de que AMLO pretende instaurar el comunismo. No les importa exhibir su enciclopédica ignorancia sobre teorías políticas, lo importante es que se oiga peligroso, que parezca que de verdad nos llevan de la mano como inocentes ovejas a un matadero misterioso llamado comunismo.
¿Quién no recuerda los cacerolazos en contra de Salvador Allende, que terminó con un golpe de Estado en 1973? Y conste que el discurso de Allende sí era claramente socialista, pero recordemos que era la época de la Guerra Fría. También sufrió una asonada similar el gobierno de Juan Jacobo Árbenz, en Guatemala, en 1954; en ese mismo año fue derrocado Federico Chaves del gobierno de Paraguay; en 1963 el gobierno democrático de Juan Bosch fue derrocado en República Dominicana; se impuso una dictadura militar en Brasil al eliminar el gobierno de João Goulart, en 1964; el golpe de Estado en Argentina liderado por Jorge Videla; el derrocamiento de Juan José Torres del gobierno boliviano, en 1971, o el de Carlos Humberto Romero, en El Salvador, en 1979.
Tenemos la lengua larga y la memoria corta, e incluso falta absoluta de información, porque quizá algunos ya no recuerden o no quieran recordar esos casos, pero otros ni noticia de ellos han tenido nunca. En todos esos casos y en otros más se impusieron dictaduras donde las violaciones a los derechos humanos y civiles fueron la tónica para permanecer en el poder; las desapariciones y torturas contra los críticos de esos gobiernos fueron también sistemáticas.
La página de FRENA está llena de afirmaciones falsas con tal de sostener su plan de remover al presidente. Utiliza recuadros con letras grandes y textos cortos, por ejemplo “Beirut ya lo logró”, refiriéndose a la renuncia de todos los ministros e ignorando, porque así conviene a sus intereses, que esa renuncia llegó después de la explosión y la historia de guerra que arrastra ese país; compara a México con la dictadura chavista (?), por supuesto sin explicar por qué y lemas/sentencias como “A grandes males, grandes remedios. López debe caer”. La galería de la dictadura comunista son varios personajes con cargos en el gobierno. ¿Por qué son comunistas? Sólo por estar en el gobierno de AMLO. Lo más temible es que señalan a periodistas que critican a FRENA.
Como contrapesos están la situación mundial, el apoyo de millones de mexicanos a AMLO, la geopolítica mundial no respalda al “coco” comunista en el que se quiere montar la derecha mexicana, hay una prensa crítica y, hasta ahora, prevalece el Estado de Derecho. ¿Será tan larga la cola de varios personajes del pasado que no les importa desestabilizar al país con tal de salvarse de sus pillerías? De cualquier modo, se debe frenar a FRENA. No permitirle actos ilegales. La libertad de expresión no incluye la difamación. Los ciudadanos, por otra parte, debemos ser más cuidadosos y reflexivos con lo que leemos en redes y con lo que compartimos. Espero que nunca llegue el día en que nos tengamos que arrepentir de haberle dado “me divierte” y compartido un meme contra el presidente nada más porque nos “pareció jocoso”, pero que ayudó a hacerles el caldo gordo a otros.
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