Es duro, porque se trata de la dolorosa pérdida -cada una de ellas- de vidas humanas, pero considerando el alto porcentaje en la escala mundial de personas con enfermedades crónico-degenerativas, de origen cardiovascular o respiratorias en México, no hay duda de que ante el tamaño del problema, la difícil situación y girando la vista hacia un par de años atrás, hoy podemos comprobar que elegimos correctamente -como nación y de forma democrática- al actual Presidente de la República y a su equipo de gobierno (recordando que también se votó a favor de un gabinete paritario que esencialmente -salvo un par de cambios- sigue siendo el mismo del 2018).

Es comprobable esa buena elección, ya que a la actual crisis sanitaria y económica mundial por la pandemia del COVID19, se le está haciendo frente con determinación en México: justo desde el gobierno progresista del Presidente Andrés Manuel, que en concreto, tuvo que reconstruir casi en su totalidad y en tiempo récord, el sistema hospitalario y de salud pública del país, un sector que a lo largo de 36 años seguidos -6 sexenios consecutivos de brutal saqueo- se dedicaron a destruir los anteriores y corruptos desgobiernos neoliberales, incluyendo la desatención total a nivel nacional de las graves enfermedades referidas con anterioridad.

Así que más de tres décadas después del inicio de ese atroz abandono, es el gobierno de Andrés Manuel, quien toma las primeras medidas pertinentes en materia de salud pública -como la nueva ley de etiquetado para alimentos y bebidas y la campaña nacional por la sana alimentación de la población mexicana- para empezar a afrontar generacionalmente la otra, terrible y mortal pandemia: la obesidad, diabetes e hipertensión arterial de muchísimos mexicanos.

No obstante de lo mencionado, hay que señalar algo que es vital de entender en el contexto de la crisis pandémica en México, observamos desde un enfoque epidemiológico riguroso de parte de las autoridades sanitarias: que si hace 4 meses no se hubieran tomado las medidas de sana distancia en nuestro país -ya que para eso está ahí un experto y honesto epidemiólogo como el Dr. Hugo López-Gatell- la curva de contagios a nivel nacional sería al menos 40 veces más grande que la actual y por ende el sistema hospitalario de salud pública habría colapsado por completo.

Por eso se mencionó y se repitió muchas veces (por parte de los expertos del sector salud a nivel federal que han informado con transparencia todos los días desde hace 6 meses), que había que prepararse para una epidemia larga, ya que en el mundo todavía no hay una vacuna disponible contra el virus (se habla de que hasta octubre se darían los primeros indicios globales de la misma).

Ante ello, la estrategia de mitigación de la pandemia sumada a las medidas económicas y sociales aplicadas por el Gobierno de México, lo que han tratado -como objetivo central- es el de alcanzar el mayor equilibrio óptimo posible entre la salud de los mexicanos -pausando la movilidad y las actividades no esenciales del país- y al mismo tiempo perfilando la recuperación económica ante el propio parón económico, ello considerando 4 factores fundamentales (2 de salud pública y 2 en la parte económica y social); aquí los explicamos:

1. El número total de población en riesgo: México es el décimo país con más habitantes en el mundo (casi 127 millones de mexicanos) y como recién apuntamos: uno de los primeros lugares en personas mayores de edad -más de 40 millones de adultos- con alguna enfermedad crónico-degenerativa o de origen cardiovascular, por eso el lamentable número de fallecidos (más de 30 mil decesos, es decir, cerca del 0.080% del total de mexicanos con alguna enfermedad de las mencionadas a cuestas), ya que las personas con ese tipo de enfermedades -sumadas a las que adolecen alguna enfermedad de origen respiratorio- son desgraciadamente las más afectadas por el virus SARS-CoV- 2.

2.De igual forma, dado el desastre del sistema público de salud, que dejaron -cada sexenio fue peor que el otro- 36 años de horrendos gobiernos neoliberales en México, tuvo que ser -por visión programática y por convicción ética y humanista- el gobierno del Presidente Andrés Manuel: el que reconstruyó gran parte del sistema hospitalario y de salud pública, ya que si no lo hubiera hecho así, habría sido una tragedia humanitaria de proporciones inimaginables.

Van algunos datos para corroborar lo anterior: en menos de 100 días el gobierno progresista de Andrés Manuel, terminó de construir -ya que estaban en ruinas- 32 grandes hospitales equipados con absolutamente todos los materiales médicos básicos, también se reforzaron y mejoraron cientos de hospitales y clínicas de salud e incluso se acondicionaron decenas de puntos neurálgicos en las grandes capitales del país, para poder atender la emergencia sanitaria, es decir, que la capacidad hospitalaria en México, aumentó en este periodo alrededor de un 800%, más todos los insumos médicos requeridos y adquiridos -ya sea de la cooperación de países socios o en el mercado mundial- para la atención específica de los enfermos del coronavirus.

Además, se han contratado hasta ahora a poco más de 46 mil profesionales de la salud para enfrentar la pandemia (sumados a los cientos de miles de médicos y especialistas que aparte del esfuerzo que han hecho -y siguen haciendo- también han visto aumentadas su percepciones económicas y por si fuera poco la gran mayoría de ellos ya están basificados vía el INSABI).

Repetimos: si no se hubiera hecho así por el actual gobierno en este periodo crítico -obvio ha sido un proceso acumulativo, con errores y rectificaciones- con la anterior infraestructura hospitalaria hecha pedazos, hoy estaríamos viendo escenas terribles en donde cientos de personas estarían en las calles desplomándose sin poder ser atendidos.

Y aquí viene la parte económica y social. 3_ Dados esos desastrosos gobernantes, que (des)gobernaron por varias décadas al país, las consecuencias de esos muy malos gobiernos -con corrupción, nulo crecimiento, sin bienestar, ni desarrollo económico y social, además de la extrema concentración del ingreso en muy pocas manos- están a la vista: más de 50 millones de personas en pobreza y una enorme desigualdad económica y social (en donde una élite del 0.1% de la población total concentra alrededor del 50% del PIB), por ello es que NO puede haber un confinamiento total por muchos meses consecutivos, ya que la gente pese al riesgo latente -sobre todo los más pobres- necesitan salir a trabajar para poder comer y las empresas necesitan vender -se necesita del consumo- ya que si no lo hay por un periodo extendido de tiempo, muchas de ellas quebrarían y si de por si la caída en la actividad económica será muy grande, imaginemos ahora que pasaría si el gobierno pospusiera la reapertura parcial de forma indefinida.

Es cierto que los programas universales del bienestar del actual gobierno (y también los créditos a los micro negocios familiares) han ayudado mucho a los sectores más vulnerables -más de la mitad de la población mexicana- para aminorar el peso de la crisis, pero eso sirve con verdadera efectividad sólo por un periodo de tiempo determinado considerando una etapa de paralización económica generalizada, por lo cual, si la propia actividad económica cae aún más, las consecuencias negativas sumadas a las de la pandemia para la sociedad: serán muy fuertes, por ello el gobierno necesita empezar a reactivar poco a poco la economía.

En esencia la recuperación debe darse en forma de V: ya se tocó fondo (tan solo en abril por las necesarias medidas de mitigación -que en ese justo momento era cuando tenían que ponerse en marcha sino después hubiera sido muy tarde- se perdieron más de medio millón de empleos), por eso -insistimos- debe empezar la reapertura paulatina de actividades, ello con todas las medidas de mitigación y prevención de la salud indicadas e incluidas.

Y finalmente: 4_ Las más altas cifras de contagios se concentran en las grandes metrópolis o zonas conurbadas del país, por ello es que el proceso de reapertura no es total sino parcial, escalonado, por etapas y por zonas (según el nivel de riesgo epidemiológico), además para eso sirve la vigilancia de riesgo: si hay nuevos rebrotes de contagios, habrá de nuevo confinamientos, pero siempre considerando que hay millones de mexicanos que trabajan en la informalidad y que no pueden darse el lujo de quedarse en casa todo el tiempo (eso sí: la ocupación nacional hospitalaria en ningún momento debe sobrepasar el 65% o máximo el 70% de su capacidad total).

Apuntamos entonces para cerrar la primera parte de nuestro análisis, que aquí el tema de la concientización ciudadana es vital para que se sigan todas las medidas de prevención recomendadas: para que el daño sea el menor posible.

Continúa en la segunda parte.