“Seré el guardián de las elecciones”<br>
AMLO.
La lucha de AMLO por debilitar y mantener el control de organismos autónomos como el INE, anticipa escenarios muy peligrosos para la democracia y la estabilidad de la República.
¿Qué hay atrás de estos ataques? ¿Qué pretende AMLO con su propuesta de destruir al INE?
A pesar de hacer uso de los programas públicos como palanca electoral, de usar las mañaneras como foro propagandístico, de hacer las más oscuras y absurdas triquiñuelas para asociar la aplicación de la vacuna contra el Covid-19 como un logro de su gobierno y su partido y de atacar a la oposición y a sus detractores desde su investidura presidencial, el resultado que se perfila en la elección del próximo 6 de junio no será como lo esperaba, por lo que su única salida -porril- es la de “reventar” el proceso electoral, aunque con ello destruya y deslegitime al árbitro de la elección.
De septiembre de 2020 y hasta antes de iniciar formalmente las campañas, Morena, que aventajaba en 14 de 15 gubernaturas, solo mantiene la tendencia en 8, con una intención del voto que marca empate en al menos otras tres.
Antes del INE
Por siete décadas el partido en el poder institucionalizó los procesos electorales. Con el crecimiento de la oposición los conflictos electorales se hicieron más frecuentes. Pero 1988 fue el punto de quiebra, cuando con la más brutal mapachería y el colmo del cinismo, comandados por Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación y presidente de la Comisión Federal Electoral, arrebataron la elección a Cuauhtémoc Cárdenas. En ese momento la credibilidad y legitimidad de la democracia en México tocaron fondo.
La oposición en ese momento, PAN y PMS lucharon por quitar el control de las elecciones al gobierno, pidieron un registro confiable de los electores y una credencial con fotografía para dar certidumbre.
Ante la presión, sobre todo por parte de la Corriente Democrática, con Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas y por el PAN, con Carlos Castillo Peraza y Luis H. Álvarez, Salinas de Gortari, con Jorge Carpizo, como secretario de Gobernación y titular del Consejo General del IFE, logró algunos acuerdos, sin embargo, durante toda esa administración no pararon los conflictos postelectorales y las elecciones fueron cada vez más conflictivas y sin incertidumbre jurídica.
A su llegada Zedillo se comprometió a mantenerla “sana distancia”, es decir, el presidente no sería el jefe del partido, porque su función era gobernar para todo México, no solo para los del PRI y propuso una reforma político electoral que garantizara la transparencia y certeza de los comicios.
Con la reforma electoral de 1996, coordinada por el ex secretario de Educación Esteban Moctezuma se lograron acuerdos con el PRD y el PAN y se logró la ciudadanización del IFE, con total independencia del gobierno y del presidente y con consejeros ciudadanos que tendrían voz y voto y partidos políticos solo con voz, la fórmula para que no pudieran ser juez y parte.
Se establecieron reglas de participación, de financiamiento y se creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial como encargado de calificar la elección y no la Cámara de Diputados. Los cambios permitieron que la voluntad ciudadana se impusiera y por primera vez en décadas el PRI dejó de ser el partido hegemónico.
¿Quiénes se opusieron a la reforma de 1996?
Se opusieron los priistas Ricardo Monreal, Manlio Fabio Beltrones, José Murat, Dante Delgado, Alfonso Durazo y otros que ya estaban en la oposición, como Manuel Camacho y Manuel Bartlett. Es decir, todos los priistas salinistas que hoy acompañan a AMLO en la 4T.
Entre 1997 y 2000, el PRI perdió la CDMX, otras gubernaturas, la mayoría en la Cámara de Diputados y finalmente la presidencia de la Republica.
A decir verdad, es ese periodo no hubo mayor problema electoral, los partidos y candidatos actuaban con más respeto a la ley. AMLO ganó la CDMX y Ricardo Monreal ganó Zacatecas, mientras que el gobierno de Zedillo no metió las manos y se mantuvo respetuoso de los resultados.
¿Cuándo empezaron los ataques al INE y a los resultados electorales?
Como buen cuadro priista, AMLO utilizó su gobierno en la CDMX como trampolín para contender por la presidencia. Ahí comenzaron los problemas.
Para su candidatura Andrés hizo su “cochinito”con los recursos que obtuvo de uno de sus contratistas, Carlos Ahumada, que en el famoso video de las ligas expuesto por Brozo, aparece con René Bejarano, secretario particular y Carlos Imaz, esposo de Claudia Sheinbaum, recolectando dinero para la campaña.
Al perder la elección de 2006, AMLO, con chantaje y amenaza, como bien lo sabe hacer y sin aportar datos sobre el “fraude”, salió a la calle y tomó por más de dos meses Paseo de la Reforma, amenazó con violencia y se dedicó a cuestionar al IFE (ahora INE) y acusar fraude en cada una de las elecciones donde sus allegados perdían.
Sin embargo, bajo el cobijo de la democracia y las instituciones que ahora cuestiona y pretende destruir, logró ganar la presidencia y la mayoría en las Cámaras en 2018. Pero, ante el resultado de la elección del próximo 6 de junio que posiblemente no le favorezca, AMLO ya como presidente de la República, incita a sus huestes a salir a la calle y acusa un fraude desde antes de que suceda la elección. Utiliza la amenaza en contra de los consejeros del INE y advierte que ya estudia una reforma para desaparecer el INE y regresar a las antiguas formas de control gubernamental de las elecciones.
El presidente de todos los mexicanos ve como la única forma de ganar, el “reventar” la elección e invalidar al INE y al TEPJF. Para dar credibilidad a sus dichos, no le importa violentar la elección y, hasta en una última instancia, declarar la disolución de poderes. Su obsesión por el poder y su falta de respeto a las instituciones no tiene límite, por eso tu terror a la derrota.