El contagio del Presidente era probable. Sin saber con exactitud qué tanto, la posibilidad estaba latente en medio de una pandemia global. Uno esperaría que el manual de crisis, no solo exista, sino que se aplique.

La logística de quiénes serán el equipo de expertos que estarán atentos a su salud, la infraestructura y las medidas que se deben de tomar según su evolución deberían estar previstas. No hay espacio para la improvisación. El Estado debe proteger al ciudadano que ostenta la investidura de Presidente.

En términos objetivos, se trata de una crisis dentro de otra más amplia. No hay que confundirnos. El Gobierno no inventó el Covid y tampoco es el responsable de esta emergencia sanitaria.

Sin embargo, tampoco pasemos por alto que es a partir de un mal manejo gubernamental de la pandemia que nuestro país se mantiene en el primer lugar en el mundo, de dos datos que representan una tragedia: mayor número médicos fallecidos por contagios (Amnistía Internacional) y la mayor tasa de letalidad (Universidad de Johns Hopkins).

Por desgracia, quien ocupa la investidura de Presidente y quien hoy padece la enfermedad, ha enviado mensajes confusos que permiten, en el menor de los casos, fincar una responsabilidad moral. De ninguna manera está mal confiar en el liderazgo de un país.

Pero qué pasa cuando este liderazgo hizo un llamado a abrazarse y seguir con su vida “normal”. Qué pasa cuando el líder carismático, votado de manera histórica, con una base social sólida, ofrece un diagnóstico que no corresponde a la realidad. Afirmar que la pandemia fue “domada” en abril del 2020 pudo, de manera hipotética, provocar que personas relajaran los cuidados y enfermaran. Todas las vidas valen.

La crisis dentro de la crisis debe abrir espacio a la reflexión en la conversación pública y permitir evaluar lo que se ha hecho bien y aquello en lo que se ha fallado. La altura de miras se debe depositar en la capacidad de corregir el rumbo y con ello dejar de ocupar esos nefastos primeros lugares que hemos, como Nación, ganado a partir de lágrimas y abrazos que no se pudieron sellar.

Que el Estado cuide al Presidente y que el Gobierno reaccione ante la tragedia.