En general, existen muchas leyendas sobre los cantantes de ópera. En particular, sobre los que han sido gloriosas celebridades dentro de un género artístico complejo y que por mucho tiempo no fue accesible a un público amplio como lo es hoy. En específico, me refiero a cantantes como Carlo Broschi, Farinelli, el castrado genio; el napolitano Enrico Caruso; el siciliano Giuseppe di Stefano; o la diva griega, María Callas, entre otros. Artistas que transformaron el arte del canto de su tiempo.

Ahora que recién revisaba Enrico Caruso: His Life and Death (Simon and Schuster; Nueva York, 1945), la biografía escrita por la esposa norteamericana del tenor napolitano, Dorothy Park Benjamin, encontré entre las páginas 156 y 158 un llamativo listado sobre las leyendas en torno al considerado papá o padre de los tenores; aunque en realidad signifique algo más que esto, porque el canto es uno antes y otro después del “gran Caruso”. Creencias como esas de que se comía cinco platos de espagueti al mediodía o rompía espejos o copas de vino con la voz, que despiertan la curiosidad del aficionado a la música y de cualquier lector entusiasta.

En el aniversario de su trágica y prematura muerte a los 48 años el 2 de agosto de 1921 (dos años después de su visita a México en 1919; pleuresía purulenta enquistada), traduzco el interesante y aun simpático fragmento. Dice Dorothy:

“Durante su larga carrera, muchas leyendas crecieron alrededor del nombre de Caruso. Algunas de ellas fueron fantásticas, algunas fueron verdad, otras tuvieron una pizca de verdad; pero, verdaderas o falsas, estas han continuado e incrementado año con año. He sido frecuentemente cuestionada acerca de estas leyendas, y esta lista de hechos contestará algunas de estas preguntas [la enumeración es mía]:

1. Enrico medía 1.75 metros de alto (media pulgada más alto que yo) y pesaba alrededor de 80 kilos.

2. Su tez era de un tono crema, sin coloración en las mejillas.

3. Su cabello era negro, grueso y lacio.

4. Su cuerpo era duro pero no musculoso.

5. Sus manos eran largas y fuertes con dedos cuadrados.

6. Sus pies eran pequeños y anchos.

7. No podía correr bien por una deformación en el tendón de Aquiles.

8. Tomaba dos baños al día.

9. Se lavaba la cara con “witch hazel” [hamamelis virginiana o avellana de la bruja].

10. No usaba polvo para el rostro excepto en el escenario.

11. Usaba perfumes Caron; caminaba alrededor del departamento con un atomizador grande rociando las habitaciones con esencias.

12. Pesaba tres libras menos [un kilo 350 gramos aproximadamente] después de cada función.

13. No se acostaba durante el día para descansar.

14. No cabalgaba, no jugaba golf o tenis, no daba largas caminatas o hacía ejercicios de calentamiento por las mañanas.

15. Nunca aprendió a manejar un auto.

16. No comía en exceso.

17. ¡Nunca se comió cinco platos de espagueti en el almuerzo! Este consistía en sopa de verduras con pollo y ensalada verde.

18. Como cena usualmente comía un bistec al minuto con dos vegetales, y helado.

19. Cuando tenía que cantar comía sólo pechuga de pollo o dos chuletas de cordero pequeñas.

20. Comía la parte exterior del pan con cada comida [no comía el migajón, pues]

21. Le encantaban el helado y las natillas.

22. Su verdura favorita era el hinojo crudo, que comía como si fuera fruta.

23. No comía dulces ni chocolates.

24. No tomaba cerveza, jaibol, leche o té; tomaba dos o tres cuartos de agua mineral embotellada al día. Algunas veces tomaba un poco de vino y el único coctel que le gustaba era el Alexander.

25. No masticaba chicles.

26. Fumaba dos paquetes de cigarros egipcios al día, siempre con boquilla.

27. Amaba a los niños y a los perros.

28. Nunca habría tenido mascotas en la ciudad.

29. No habría tenido pájaros enjaulados en la villa de Signa.

30. No habría permitido la caza de pájaros cantores en su propiedad.

31. Nunca rompió un espejo o un vaso de vino con su voz, como se ha dicho.

32. Cuando se sentía bien, se iba a la cama a medianoche y dormí ocho horas.

33. No tomaba medicamentos de ningún tipo excepto, la noche anterior en que iba a cantar, media botella de magnesia en polvo disuelta en agua.

34. No hizo su debut como barítono.

35. Nunca contrató una claque, aunque fue afectuosamente cercano al jefe de claque de la vieja guardia del Metropolitan Opera.

36. En toda su vida sólo canto una función de aficionados, Cavalleria rusticana, en Nápoles en 1892; entrada libre.

37. Siempre mantuvo su ciudadanía italiana.

38. Sobre todos los países, siempre prefirió cantar en los Estados Unidos.”.

P.d. En el verano de 2019 se cumplirá el centenario de la legendaria visita de Caruso a México.