México es el segundo país más violento después de Siria que se encuentra en una guerra civil encarnizada, pero México es el país más violento sin guerra en todo el mundo. No basta con el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador de poner fin a la guerra contra el narco y señalar que el Estado no irá tras los grandes capos que bañan de sangre las calles en todos los rincones de nuestro México.
Desgraciadamente más de doce años de guerra no han conseguido más que “humanizar” la deshumanización del mexicano. ¿A qué me refiero? A que los mexicanos nos hemos acostumbrado a vivir en la inseguridad, en el temor a ser víctima del crimen organizado y a las constantes muertes. Según López Obrador, sus cifras en asesinatos por día desde el inicio de su gestión son de ochenta muertes en todo el país y eso me preocupa. ¿Cómo puede el presidente dar un paso atrás en el combate a la violencia rampante en México con esas cifras?
¿A qué nos ha orillado la violencia a nosotros como ciudadanos? A auto encarcelarnos poniendo protecciones, cercas eléctricas, puertas de seguridad, alarmas, rejas, cadenas y candados para vivir “seguros” y asegurar que no entre el crimen organizado a nuestros hogares y nos quiten lo poco o mucho que tenemos y peor aún el ser violentado o asesinado en nuestros propios hogares.
Quizá para AMLO sea sencillo decir que oficialmente la guerra se acabó, pero en la realidad de los ciudadanos de a pie es que esto no termina ni terminará hasta que se lleven acciones concretas, directas y utilizando la fuerza del estado y sus instituciones de inteligencia para dar fin a la sangría que padecemos todos los mexicanos.
Lamentable pero cierto es que al ser abordado por un policía el ciudadano en lugar de sentir seguridad siente miedo de ser chantajeado, hostigado y violentado en sus derechos humanos por los elementos de seguridad que deberían de protegernos. Ciertamente tiene que darse un fuerte combate contra la corrupción que impera gracias a los ciudadanos que ofrecen mordidas, evaden la ley y son parte de la corrupción en nuestro país.
Para que una guerra termine tiene que ser aceptado por todos los involucrados y dudo mucho que con un simple anuncio del presidente las cosas cambien en el narcotráfico y en el crimen organizado. La amnistía que les está otorgando a los grandes capos puede ser como echar gasolina a una llama ardiendo pues al dejar el camino libre a estas organizaciones conseguirá que estas conductas antisociales aumenten y que lo poco avanzado en estos doce años de lucha se vayan a la basura simplemente.
Andrés Manuel se equivoca cuando dice que no es tarea del estado el capturar narcotraficantes ya que es una obligación de este el asegurar la seguridad necesaria para que la sociedad mexicana pueda vivir justamente sin miedo de ser víctima del hampa. Las familias mexicanas solo desean poder vivir en paz y no con el eterno miedo del día a día en que todos los miembros de la familia no sepan si regresarán todos al final de la jornada.
Se debe crear un plan nacional donde se involucre tanto al gobierno, las dependencias de seguridad, de inteligencia y la sociedad misma para conjuntamente hacer un frente que de una vez por todas de fin a la lucha interminable en que nos encontramos los mexicanos. Ya no podemos seguir siendo indiferentes al dolor del prójimo que ha perdido a un ser querido. Es algo que nos atañe a todos y que solo involucrándonos todos podremos sacar al país adelante, pero para ello es necesario que todos pongamos de nuestra parte.
Se espera mucho del gobierno de López Obrador en materia de seguridad. Existen más de 250,000 asesinados sin nombre ni familia que los llore y cierre círculos y lo mismo pasa con los más de 30,000 desaparecidos. Las familias han hecho un trabajo enorme en la búsqueda de sus seres queridos que ha permitido que otras familias encuentren a sus deudos, se ha conseguido abrir cientos de fosas clandestinas en todos los rincones del país y ello nos ha permitido ver la gran miseria que han vivido las y los mexicanos.
Si hay seguridad, si hay paz entonces habrá más interés de los inversionistas nacionales y extranjeros de invertir en nuestro país pues es bien sabido que son cientos de empresas que han cerrado por culpa del crimen organizado que les pedía derecho de piso o bien fueron víctimas de la violencia al ser asesinados o sus empresas sufrieron severos atentados que las obligaron a cerrar.