Debemos recordar los hechos que promovieron la creación de Morena para poder entender su presente y sus posibilidades en el futuro. Aun cuando sus militantes intentan hacer o hacerse creer que son diferentes al PRI, PAN y PRD, eso es muy lejano a la realidad pues al igual que el PRI, su nacimiento empezó con la fuerza de un caudillo que en el PRI fue Plutarco Elías Calles, quien logró aglutinar distintas fuerzas, organizaciones, sectores y partidos políticos de diversas ideologías, lo mismo que hizo Andrés Manuel López Obrador en Morena.
No cabe duda alguna que en Morena existen corrientes o ideologías tan divergentes como son la izquierda y la derecha, comunistas y capitalistas, nacionalistas revolucionarios y libertarios. Esto no es malo mientras todas las voces dentro de dicho movimiento (no podemos llamarlo partido aún) se muevan en sintonía y sean tomadas en cuenta en las decisiones tanto locales, estatales, regionales y nacionales.
Aunque no lo crean Morena atraviesa una crisis en estos momentos que lo puede fortalecer o pulverizar a mediano plazo. Para que no ocurra lo segundo es necesario que lean un poco la historia del PRI pues tienen que hacer precisamente lo que ellos hicieron para continuar vigentes en las tres etapas que ha vivido ese partido. Morena ya hizo lo primero que fue aglutinarse apegándose a la figura de López Obrador y también ya consiguió lo segundo, que fue una explosiva muestra de fortaleza en tan solo ocho años de existencia (cuatro como movimiento y cuatro como partido). Hoy le falta la etapa más difícil que es institucionalizarse y en eso están teniendo fuertes arrebatos gracias a su pasado perredista de las tribus o corrientes que fraccionan al partido en distintos estados del país.
Morena se engolosinó, pues no mantuvo un filtro que no permitiera la filtración de los parásitos que brincaron principalmente del PRD llevando la peste amarilla a todos los órganos del movimiento lópezobradorista. Estos parásitos están provocando que en muchos estados del país (al menos doce de ellos) Morena no tenga una dirigencia estatal que haga la labor de organizar al partido y en esos estados ya hay grupos que, aunque no lo digan son como las antiguas corrientes o tribus del PRD. A estos grupos solo les interesa sacar raja política y llevarse la mayor agua a su molino con la intención de apropiarse de la redituable marca “morena” en sus terruños.
Morena a diferencia del PRI solo tiene un caudillo que controla con puño de hierro al partido al igual que el gobierno de México, por lo que no ha permitido que nazcan nuevas figuras que puedan hacer un relevo y esto es una limitante, pues no se entiende la fuerza de Morena sin AMLO. Tan cierto es esto que Andrés Manuel lucha con toda la fuerza del estado para aparecer en las boletas electorales en 2021 con el fin de conservar e incluso acrecentar la bancada en la cámara de diputados de su partido. No necesitamos más que ver los resultados de la primera elección de Morena donde obtuvo poco más del 8% en 2015 donde aun cuando los candidatos utilizaron la imagen de López Obrador, no les fue suficiente para despegar.
En 2018 las cosas fueron diferentes, pues Andrés Manuel impulsó a su partido con su propio músculo demostrando que la marca Morena no ha logrado capitalizar la marca de AMLO. En tan solo tres años pasaron de 8% a más de 40% de la votación en la votación legislativa.
Por otro lado, Morena puede caer en el error que cometió el PAN que al ganar la presidencia de la república cumplió la famosa frase o profecía de Luis H Álvarez de “Hay que ganar el gobierno sin perder el partido”. Para ello el movimiento tiene que democratizarse, no debe desviarse para convertirse en una mala copia del PRI autoritario, corrupto hasta en su vida interna. Debe prevalecer la democracia dentro y fuera del partido evitando a toda costa que un grupo de potentados se apropien de este provocando tener solo borregos y no militantes que oxigenen al partido y lo mantengan vigente.
La crisis de la que hablo se debe a los constantes pleitos entre la dirigente nacional Yeidckol Polevnsky y el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, así como la desaseada elección de su candidato al gobierno de Puebla. También se puede mostrar que la coordinación entre el partido y el gobierno de AMLO no está alineada lo que ha provocado que se desdigan unos a otros mostrando desunión.
Es un momento crucial, pues en las elecciones que haya de aquí al 2024, las candidaturas a cualquier cargo de elección popular en la que participe Morena son probablemente candidaturas ganadoras o con altos porcentajes de ganar la elección. Por lo tanto, los distintos grupos nacionales, estatales y locales pelearán con uñas y dientes por cada cargo provocando más división. Todo esto se puede evitar consiguiendo que el partido tenga dirigencias estatales que comiencen un proceso de mediación, de llegar a acuerdos con estas tribus con el fin de llegar lo más fortalecido a cada elección.
Como ven, Morena no es tan diferente a los otros partidos llamados tradicionales como son el PRI, PAN y PRD. Lamentablemente emulan las mismas prácticas de compra de votos, de crear un voto clientelar por medio de programas sociales y muchas cosas más. Por eso yo invito a todo aquel que se considere miembro o simpatizante de Morena a que presione a sus dirigentes para que el partido no se corrompa absolutamente y terminen, a mediano o largo plazo, perdiendo tanto al partido como el gobierno.