El “ñor” tiene toda la “feria” para liquidar todo de una vez
Como todo individuo requerido por la justicia, el empresario Alonso Ancira se declaró inocente. Los cargos: Venta fraudulenta de una planta de fertilizantes a Pemex (¿realmente se fertiliza una planta petrolera?) y estar vinculado a la red de sobornos de Odebrecht.
Era evidente que, desde un principio, el “ñor” tenía suficiente varo para reparar el daño y encima venderle a Pemex dos pistas de patinaje infectadas de piojos y un motel en el Valle de la Muerte (con sus respectivas reparaciones monetarias anticipadas, por si lo cachaban en la transa), pero prefirió darse unas vacaciones, en forma de “fuga”.
Yo jamás he realizado transacciones comerciales más allá de vender llaveros en una época difícil de mi vida, pero supongo que una persona que maneja millones de dólares (ya ni siquiera pesos) debe gastar una “lanota” en aventuras exorbitantes: cazar leones, subir el Everest, o mínimo tirarse de un bungee en Acapulco. En cierto modo, entiendo al señor Ancira: si yo tuviera millones de dólares, de pendejo me quedo sentado en la sala esperando a que venga la policía por mí, agarro una maleta llena de billetes y me voy a recorrer el mundo como prófugo, para, posteriormente, tener de qué presumir con los amigos de club.
No creo que en Mallorca (donde lo apañaron) hubiera permanecido encubierto en un escondite oscuro y apartado del mundo, sino que vendría de un spá con dos modelos rusas, sintiéndose muy Javier Bardem en “Vicky Virginia Barcelona”. Probablemente lo apañaron a media fuga, con destino a Ámsterdam, para atascarse de drogas de diseño, bailar “euro-trance” y comprobar si es verdad la trama de la película “Hostal”.
Alonso Ancira llegó a un acuerdo de pagar 216 millones 664 mil 40 dólares, en 3 años, los días 30 de noviembre a cambio de su libertad. Ahí sí se vieron lentos, el “ñor” tiene toda la “feria” para liquidar todo de una vez; no lo hubieran soltado sin pagar; les aseguro que este 30 de noviembre, Ancira estará celebrando el día de muertos surfeando en algún lugar del Océano Pacífico.
Yo no sé se usaron parte de mis impuestos para la búsqueda, “apañón” y liberación de Alonso Ancira, pero exijo que se me retribuya, pintando las fachadas de mi cuadra, descontándome impuestos o depositándome una lana cada 30 de noviembre.
No entiendo por qué Rosario Robles no sigue su ejemplo, se declara culpable y negocia su salida del tambo (ella también podría pavimentar Paseo de la Reforma con billetes). O es tan ingenua para soñar que cruzará la puerta grande y Carlos Ahumada la estará esperando con un ramo de rosas, o es tan astuta para creer que, al negociar su salida, los jefes podrían acabar con ella, independientemente de quien esté al mando de la Suprema Corte.