Debe morir pronto el @INEMexico
Aun cuando el Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador prometió separar el poder político del económico ante un diagnóstico simplón en donde la sinergía de estos trae consigo en automático corrupción (lo cual no siempre es cierto), el magnate Ricardo Salinas Pliego ha sabido hacer valer en el terreno de lo público su capital privado.
No es la primera vez. Es decir, el empresario ha tenido la habilidad --no todos la tienen-- de seguir construyendo su imperio de la mano de los Presidentes a través de concesiones y privilegios desde el poder. Por lo menos, así ha podido abrirse paso su familia desde mediados del siglo pasado.
Su visión de negocio en el país incluye como una variable preponderante, no sólo la cercanía a los actores políticos, sino la creación de cuadros que ocupan espacios dentro de la esfera pública.
Desde diputados, senadores, subsecretarios, secretarios de Estado hasta, hoy en día, su producto más acabado, el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, quien, sin escatimar su liderazgo o probidad como servidor público, era, hace un par de años, director de las orquestas musicales de la escuela privada del empresario.
Para algunos, Salinas Pliego es resultado de un históricamente endeble Estado de Derecho en un país tercermundista en el que la competencia desleal, la oferta de un salario raquítico, las concesiones a modo y la compra de bienes del Estado a precios de ganga (entre billonarios, por supuesto) son el común denominador. Para otros más, representa un modelo a seguir en una cultura snob del emprendedurismo.
Y es que, no es lo mismo amasar y duplicar fortuna a partir de un andamiaje institucional precario que hacer lo mismo en naciones y sociedades más sólidas y avanzadas como Estados Unidos o Canadá, hablando del continente americano, o Alemania y Francia, en el bloque europeo. Si bien el sistema económico bajo el cual se opera es el capitalismo, los valores y condiciones mediante las que se obtienen las ganancias son culturalmente distintas.
En medio de unas elecciones intermedias cruciales para el futuro de México, el multimillonario ha cobrado relevancia por el exabrupto que tuvo en un canal que mantiene en la plataforma Telegram en donde deslizó “El INE debe morir pronto” y el cual al hacerse público, en un control de crisis digno de su personalidad sentenció más tarde en Twitter “Nombre aquí lo que sobran son... pantalones y palabra (y dinero). Debe morir pronto el @INEMexico !!!”.
Llama la atención el cambio de estrategia en lo que respecta a la construcción de la imagen pública del señor Salinas Pliego. En medio de una pandemia global, el filántropo que por décadas operó tras las bambalinas decidió transitar hacia un perfil más visible y expuesto al escrutinio público, convirtiéndose en el vocero más beligerante de una estrategia de extrema derecha para encarar la crisis sanitaria, en donde primero, y a cualquier costo, se debían mantener abiertos y funcionando los grandes negocios.
El incentivo, en principio, parecía que era alzar la voz para defender su patrimonio. Nadie, ni siquiera el gobierno y mucho menos las recomendaciones de organismos internacionales, podrían cruzarse en su camino para multiplicar dinero.
La vida es un riesgo y morirá quien tenga que morir (por desgracia, esto ya está pasando) antes de ver tendencias negativas en sus reportes financieros producto de la ausencia de alguno de sus miles de empleados. Al menos, esa era la filosofía que empezó a empujar desde sus cuentas personales y desde sus distintas plataformas multimedia, incluidos sus canales de televisión abierta.
A poco más de un año de distancia que inició en México la tragedia por el Covid-19, el magnate, además de seguirse vanagloriando por violar las reglas mínimas que impone la nueva realidad y, sobre todo, la ciencia; busca incidir de manera más abierta y proactiva en el terreno político al sentenciar la muerte del árbitro electoral, el cual, aunque perfectible, es producto de una lenta y dura transición hacia un incipiente régimen democrático liberal.
Nadie espera que el empresario entienda el orden constitucional y que tampoco comprenda que obtener una mayoría ante las urnas no significa que el Ejecutivo pueda arrollar y amenazar a los otros poderes. Sin embargo, el exabrupto del señor Salinas Pliego hace prever que sus intenciones caminan más hacia convertirse en un liderazgo político que en uno empresarial.
Ya lo anunció. Sobre el tema del INE dijo que elaboraría un documento en el que expondría por qué este órgano autónomo constitucional debe morir. Es posible augurar que seremos testigos de propuestas sencillas y reduccionistas a problemas complejos. Frases estruendosas y soundbites pegajosos para la prensa. Tal vez un hilo en twitter en donde reúna lo que significa la institución para el país.
Estaremos frente a lo que aquí, en México, en norteamérica, en europa y en países escandinavos está definido como populismo. Sí, en una categoría distinta a la que se padece actualmente con AMLO, pero populismo al fin y al cabo.
La mala noticia: funciona y tiene cada vez más adeptos. Otra peor, las condiciones en México para que tenga su propio Trump podrían darse.
Tal vez, en su nueva faceta, el multimillonario mexicano, antes de decirnos qué haría con el INE, podría explicar los 40 mil millones de pesos que adeuda en impuestos, según lo dicho por Raquel Buenrostro, jefa del SAT.
También podría detallar el desfalco a Pemex que reveló The Wall Street Journal en donde a partir de empresas fachada el empresario protegido de AMLO resultó beneficiado por la compra de Fertinal, la cual se cerró en 635 millones de dólares.
Más allá de litigar y negarlo, el señor Salinas Pliego podría empezar por aclarar qué ha venido sucediendo con estos casos que las autoridades no han finiquitado y que se mantienen vigentes. Casos que también son de interés público.
Ante el escenario probable de que AMLO termine por inscribirse como un chasco de la endeble democracia Latinoamericana al entregar un país en peores condiciones en las que lo recibió, veremos un caldo de cultivo que puede pavimentar la llegada de un nuevo relevo populista, uno de derecha, un Trump mexicano y quien lo remeda mejor es Salinas Pliego