Cuando había pasado ya medio minuto, comenzó a pensar qué debía responder. Porque ─se dijo─ si bien soy inocente de lo que se me acusa, soy también culpable de otros actos; todos los hombres son culpables de algo.<br>
Eliseo Monteros
Negrita de mis pesares<br>Ojos de papel volando<br>Negrita de mis pesares<br>Ojos de papel volando<br>A todos diles que sí<br>Pero no les digas cuando<br>Así me dijiste a mí<br>Por eso vivo penando.<br>
Mariachi Vargas de Tecatitlán
Sabemos que a López Obrador le gusta bromear. Algunas charadas han sido bastante buenas, como aquella en campaña donde dijo que sí, que ya era ruso y se llamaba Andrei Manuelich, o cuando mencionó en uno de los debates presidenciales que había que cuidar muy bien la cartera pues Ricardo Anaya andaba cerca.
También sabemos —con todo respeto, como diría AMLO— que si bien se lleva pesado, no le gusta que lo traten igual de duro a él. Tenemos que se queja de ser el presidente más atacado en la historia reciente. Total, él y sus huestes sí pueden llamar a la prensa “vendida”, a los empresarios mafia del poder y un largo etcétera desde la palestra de la mañanera y de las redes sociales, pero los críticos no les vayamos a cantar sus errores o sus mentiras porque pasan a atacarnos en el plano personal casi de inmediato.
Mucho me temo que en ese rubro de la chanza se inscribe el último video presidencial donde el mandatario anuncia su autorización para que empresas privadas puedan adquirir por su cuenta las vacunas anti covid que haya disponibles en el mercado. Y, con ello, López Obrador se adelantó un día, al decirlo el domingo y no en este lunes 28 que se conmemora el día de los Santos Inocentes.
Andrés Manuel hará inocentes a todos los empresarios que se propongan importar ellos la vacuna para inocular a sus empleados —inversión productiva podría decirse— si, acto seguido y casi de inmediato, la Cofepris (que está a cargo del doctor Hugo López-Gatell, no lo olvidemos) no da la autorización para que los hospitales privados adquieran las vacunas.
Espero que ello sí se dé y el anuncio no quede únicamente en un acto más en el que López Obrador no pudo aguantar la tentación por un día para compartir sus opiniones con las cámaras.
El titular del ejecutivo precisó que la IP deberá respetar el plan de aplicación pública. Esto es, las empresas que lo contemplan para vacunar a sus empleados deberán tener un permiso especial para vacunar a toda su población al unísono, sin importar rangos de edad/riesgo. Lo que NO dijo, y es donde la inocentada se descubre, es que las grandes farmacéuticas internacionales, productoras de la vacuna, no podrán vendérselas en los próximos seis meses por ya tener comprometida su producción con diversos gobiernos y algunas empresas multinacionales. Soslayó también mencionar que la Cofepris no podría dar permisos ni cupos de importación comercial por la misma pandemia por la que atraviesa nuestro país. Esto es, es altamente probable que no los otorgue en tiempo y forma.
¿Una simulación más de la 4T? ¿A todos diles que sí, pero no les digas cuando? Es posible, y abona bastante bien a construir la “gran guerra épica” que requiere la narrativa de esta administración federal.
Felipe Calderón tuvo su guerra contra el narco y ya sabemos cómo nos ha ido con eso. Y conocemos que la idea primigenia de la Cuarta Transformación se basa en la guerra contra la corrupción. Sin embargo, viendo los nulos resultados y la participación de allegados y familiares del primer círculo presidencial para tirarla abajo, qué mejor que cambiar la épica y que sea ahora la de la vacunación anticovid de toda la nación. De hecho ya lo estamos viendo publicitado como parte de los anuncios de campaña de Morena de cara a las elecciones del 2021. (Por cierto, ¿los funcionarios del INE están vacacionando o qué sucede?).
Poco importa que la vacunación sea una obligación por parte del Estado. Es irrelevante que, aunque no venía etiquetado ningún rubro en el presupuesto general de la nación y mismo así se pagaron impuestos, se desmantelaran los fideicomisos para de ahí supuestamente costear las dosis.
El asunto es que la historia de la vacunación contra el covid ya se está gestando como si fuese un gran logro de la 4T y no su obligación. Y los ciudadanos lo hemos permitido.
Todo indica que Andrés Manuel hace inocentes a las empresas que piensan/quieren/pueden importar la vacuna. Hace inocente también a la población en general. Lástima que su inocentada no podrá ser apreciada por aquellas personas que hubieran podido no ser contagiadas o seguir con vida de no haberse cometido antes otras varias “inocentadas” gubernamentales. Por lo pronto, a la gracejada del funcionario tampoco reirán el millón trescientos mil mexicanos infectados o los familiares de los más de 123,000 muertos.
Hay inocentadas de mal gusto. ¿Esta es una de ellas? Ya los hechos demostrarán quien hizo “la broma”: si López Obrador o este artículo. Por el bien de todos, ojalá sea esta columna.