Dice Rubén que quiere la eternidad, que pelea por esa memoria de los hombres para un siglo, o dos, o veinte. Y yo pienso que esa eternidad no es más que una prolongación, menguada y pobre, de nuestra existencia.<br>Hay que estar frente a un muro. Y hay que saber que entre nuestros puños que golpean y el lugar del golpe, allí está la eternidad.<br>Creer en la supervivencia del alma, o en la memoria de los hombres, es lo mismo que creer en dios, es lo mismo que cargar su tabla mucho antes del naufragio.<br>

Jaime Sabines

De Oaxaca a Cochabamba

Sorprende que siendo el presidente historiador (Krauze, dixit), López Obrador no haya caído en cuenta de las muchas semejanzas que hay entre Evo Morales y Porfirio Díaz.

• Ambos son de origen indígena, aunque a Don Porfi lo “pambaceaba” Carmencita con harto talco.

• Ambos lograron impulsar y desarrollar un montonal a sus respectivos países.

• Ninguno pudo desaparecer las enormes desigualdades, aunque sí las disminuyeron.

• Los dos juraron y perjuraron la NO reelección indefinida. Aun así, Porfirio duró la friolera de 30 años en el poder; Evo lleva 14 a cuenta y ya dijo que buscará regresar por más.

• Los dos se enamoraron del lujo. Los aviones y casas de Evo, el Castillo de Chapultepec donde vivía Porfirio… todo lo muchísimo que acumularon.

• Ambos utilizaron los cuantiosos recursos naturales para impulsar la economía de su país. Díaz el petróleo y Morales el gas natural.

• En sus últimas elecciones resultaron “ganadores”, generando tantísimas dudas entre la población que estas se tradujeron en levantamientos populares.

• Tal vez la más importante: a pesar de los avances que consiguieron instrumentar en sus respectivos países, ambos terminaron siendo enormemente odiados por “su” gente por no querer soltar el poder (tanto así que ambos tuvieron que salir huyendo).

• Las salidas de ambos frenaron por un momento los enfrentamientos civiles. La revolución sangrienta en México estalló una vez que Díaz estaba muy lejos del país. Lo mismo (guste o no) ha pasado con Evo Morales.

• El terruño era mucho muy importante para ambos (Evo con Cochabamba y Porfirio con Oaxaca). Realizaron obras e infraestructura puntual para su patria chica; las consintieron, pues.

Y las diferencias

Sí, también tienen serias diferencias, las cuales son muy cruciales para entender el cómo se desarrollan las historias.

Don Porfirio nunca pensó en regresar a México, no por falta de ganas, sino porque sabía que su retorno lo usarían para enarbolar una fracción que confrontaría a más mexicanos en luchas a muerte. Evo ya anunció su regreso a Bolivia.

• Díaz no metió a la Iglesia en el conflicto; Evo, en cambio, rápidamente solicitó la intercesión del Papa. En ocasiones la separación del Estado-Iglesia funciona a conveniencia...

• Evo tardó más en llegar a México que en despotricar en contra del nuevo gobierno. Díaz guardó silencio sobre el entonces nuevo gobierno (aunque sí condenó sin aspavientos la asonada de su sobrino Félix Díaz en contra de Madero).

• Díaz no aceptó los nombramientos o condecoraciones que le hicieron en Francia. Solo aceptó una espada de Napoleón, entregada por ex soldados franceses que él combatió en México. Evo ya aceptó el nombramiento de “huésped distinguido de la Cd. de México”.

• Díaz tampoco permitió ningún tipo de escolta por parte del gobierno francés, dijo que no la necesitaba, si alguien quería matarlo, él tenía su espada para hacer frente al atentado. Tampoco contó con seguridad por parte de México. Evo ya cuenta con amplia protección… los guardias de Peña Nieto, por cierto.

Evo el neoporfirista

Andrés Manuel insiste que no importa que la economía del país no crezca; Evo siempre presionó para que esta creciera. Y más allá de que ambos son de izquierda (o eso dicen), la realidad es que Evo es mucho más neoliberal en la forma de llevar la economía) de lo que a López Obrador le gustaría.

Cierto, Morales hizo expropiaciones al inicio de su gobierno, pero después aceptó y logró inversiones importantes en lo referente a gas natural y gasoductos por parte de extranjeros.

Sin embargo, más allá del crecimiento económico en Bolivia, después de 14 años ininterrumpidos de Evo al frente, quedó demostrado que la gente se cansa de la ilegalidad y de la normatividad hecha a la medida; de un gobierno cada día más a modo del gobernante y con menos contrapesos institucionales.

La gota que derramó el vaso, tanto para Evo como para Díaz, fue la falta de libertad en el voto. Cuando se anuló la única fuerza institucional con la que contaban los ciudadanos para hacer contrapeso.

Tanto Evo Morales como Porfirio Díaz se convencieron de que para institucionalizar esas acciones en favor de un mejor desarrollo social era necesario alargar su mandato. De hecho, recién instalado en México, en su conferencia de prensa, Evo lo volvió a decir: “¡Confiaba en continuidad!... la continuidad hubiera sido muy importante para el desarrollo de mi país”. Ese afán de aferrarse al poder...

Evo Morales debe estar agradecido con México, como lo estuvo Porfirio Díaz con Francia. Ojalá que al igual que Díaz, trate de no inmiscuirse en los asuntos de su patria. En el mismo sentido, ojalá que el nuevo gobierno boliviano no termine en ninguna atroz revolución.

Mientras tanto, Evo (igual que en su momento Porfirio) no entiende cómo habiendo llevado cierto nivel de desarrollo, su gente haya preferido darle las gracias y tener un nuevo gobierno. Tal vez siga sin entender que el gobernar es un equilibrio entre una buena economía, cero corrupción, fortaleza de las instituciones y permitir que la libertad,  de expresión o de elección, no sea menospreciada o, peor aún, que con el objetivo de justificar la necesidad del mandato en lo particular, de antemano se destruyan instituciones políticas que hacen posible, factible e imparcial el relevo electoral.