Los resultados de las pasadas elecciones celebradas el pasado cinco de junio, han sido proclamadas por los grandes medios de comunicación como un “triunfo del Partido Acción Nacional (PAN), ya que se alzó con el triunfo de 7 gubernaturas de las doce disputadas”, y no se cansan de repetir eso como si fuera una verdad absoluta, lo cual no es así.  Tampoco estos cambios de color en las gubernaturas significarán algún cambio en la política económica del país, ni tampoco se resolverán los graves problemas de corrupción que hay actualmente en México.

El proyecto de Enrique Peña Nieto y las reformas estructurales que se dieron en esta administración, no se verán afectados, ya que existe una agenda común de los dos partidos del neoliberalismo en la cuestión económica, a la cual se ha ido sumando el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que mucha gente poca informada lo sigue considerando una “opción diferente”, pero en los hechos, comulga con la misma ideología económica.

La agenda común del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con el PAN se remonta a los años ochenta del siglo pasado, cuando era presidente Miguel de la Madrid, cuyo gobierno cambió el modelo económico que se había tenido hasta entonces en México por el modelo neoliberal; empezó a darse la apertura y liberalización del comercio exterior, la desregulación y limitación de la intervención del Estado en la economía y se empezaron a vender las empresas del Estado no prioritarias a privados y para esto contó con la entusiasta aprobación y ayuda del panismo.

La relación más fuerte entre el PRI y el PAN se dio en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien amplió la apertura económica, privatizó los bancos, la petroquímica  secundaria, la empresa telefónica del estado, concesionó carreteras, firmó el tratado de libre comercio, además de un sinnúmero de cambios, todo esto con una agenda común de los dos partidos.

La privatización de los bancos fue un fracaso y acarreó muchos problemas que trascenderían al sexenio salinista y la forma de salir de esta crisis, impidiendo al mismo tiempo que colapsara el sistema financiero, fue el de rescatar a estas instituciones financieras privadas con dinero público, el famoso FOBAPROA, que hasta la fecha seguimos pagando los contribuyentes. Para este rescate de los bancos, también Zedillo contó con la ayuda del panismo, que endeudó a generaciones de mexicanos.

La empresa estatal que monopolizaba el servicio telefónico en todo el país, fue vendida a Carlos Slim y en los años noventa del siglo pasado, el resultado fue que no se rompió el monopolio de este servicio, sino la empresa privada monopolizó el mercado, con las tarifas más altas del mundo para los consumidores nacionales y esto nunca fue cuestionado por los panistas.   

Las concesiones para que inversionistas privados, construyeran y administraran autopistas de cuota se convirtió también en un fracaso, lo que derivo en un rescate carretero, con dinero público, que también contó con la ayuda del Partido Acción Nacional. 

En el año 2000 llegó a la presidencia de México el panista Vicente Fox, que despertó esperanza de que en verdad hubiera un cambio de modelo económico y social, dado todas sus promesas de campaña, incluyendo aquella famosa frase de “abrir la panza del FOBAPROA”. Todo quedó en una simple alternancia en el poder, pero la desilusión llegó rápido, cuando nombró en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) a Francisco Gil Díaz, quien había sido subsecretario de esa misma dependencia  en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, con lo que no se movió el rumbo económico del país. No solamente no hubo un cambio de personas (el ranchero Fox había prometido también acabar con las “tepocatas y víboras prietas” del PRI) sino que la política económica y social quedó sin cambios. Fue un verdadero parto de los montes.

En el sexenio foxista se privatizó y casi se le regaló al hoy prófugo de la justicia, Gastón Azcárraga, la línea aérea Mexicana de Aviación. Esta privatización contó con el beneplácito de los priistas. El empresario beneficiado con la compra de la línea aérea, quebró a esta dejando en el desempleo a miles de trabajadores, y en el sexenio de Calderón, se perdió definitivamente esa empresa.

El gobierno de Fox también se caracterizó por la corrupción y por su intromisión ilegal en las elecciones del 2006 para detener la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador, para esto también se contó con la complicidad de los priistas.

La administración del panista Felipe Calderón tampoco cambió en nada la política económica neo liberal, que se dio desde hace más de 40 años y el contubernio entre el PRI y el PAN se siguió dando.

El actual gobierno priista de Enrique Peña, continúa la misma política económica y ya realizó la apertura del sector energético con la ayuda del PAN y otros partidos y cuenta en su gabinete como Secretario de Desarrollo Social, de José Antonio Meade, quien fue secretario de hacienda en el gobierno de Calderón.  

El PRD que era un supuesto partido de “izquierda” (hasta antes de firmar el Pacto contra México) , también ha tomado la agenda económica neo liberal del PRIAN, y ahora ha declarado estar abiertamente a favor de la privatización de las refinerías y de la apertura al capital privado en el sector energético, lo cual avaló desde su firma al mencionado  Pacto contra México promovido por la administración de Enrique Peña Nieto.

La alianza entre el PRD y el PAN, es muy cuestionable, sobre todo cuando se apoya a un personaje oscuro que militó durante muchos años en el PRI y estuvo como cómplice de muchas fechorías de la entonces lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), como es Miguel Ángel Yunes Linares. La corriente del PRD conocida como los Galileos, que hasta hace muy poco pertenecía a la corriente de Nueva Izquierda (la de los chuchos), que encabezan personajes impresentables como Acosta Naranjo o Fernando Belaunzaran, que todos los días lanzan acusaciones sin pruebas contra López Obrador también hacen suyo el triunfo del candidato del PAN en Aguascalientes, que hace comentarios homofóbicos, además de haber recibido apoyo ilegal de la iglesia católica, pero eso no lo cuestionan estos “liberales de izquierda”.

Los galileos tampoco cuestionan la agenda económica PRI – PAN, lo único que les interesa es que gane el panismo aunque sea igual que el priismo. En síntesis, en México solamente hemos tenido alternancia en el poder, pero no una verdadera transición democrática. Tanto uno como otro de los partidos de la alternancia, solamente simulan que cambian algo, pero a final de cuentas todo queda en lo mismo. Son maestros del gatopardismo.

En el año 279 a.n.e., el rey Pirro superó al ejército romano en la batalla de Asculo, pero a un costo tan enorme para sus propias tropas, que el líder se quejó que “otra victoria similar lo destruiría por completo”. De allí la expresión “victoria pírrica”, para referirse al hecho de ganar una batalla para después perder la guerra. Este tipo de victorias no se celebran, sino que se sufren porque constituyen la antesala de una contundente derrota. De la misma forma, los acontecimientos recientes en el país sugieren que la “victoria” de Peña Nieto con sus “reformas estructurales” durante 2013 y 2014 en realidad podría significar el principio del fin de la “democracia simulada” que hoy mantiene en sus cargos a toda la clase política, así como los supuestos triunfos del PAN solamente presagian una serie de derrotas mayúsculas en el 2018, para no hablar del desfondamiento del PRI y del PRD a nivel nacional.