“Distinguido” usuarios de la palabra que no le hacen honor.

Porque no parece que hayan recurrido a la serie de procedimientos intelectuales que, en conjunto, tienen como fin otorgarle al lenguaje escrito lo que generalmente no es propio del oral, el rigor, los firmantes de un documento titulado “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia” están, desde el punto de vista formal, oralmente derrotados.

Resulta particularmente significativo que la mayoría de quienes firman el documento hayan pasado a la vista de la opinión pública, algunos durante décadas, como intelectuales, como pensadores, como intérpretes de los distintos momentos históricos de los que fueron testigos; como guías de pensamiento. Se trata de escritores, poetas, editores, periodistas, investigadores y académicos.

Pero nunca como ahora se pone en evidencia que aquello que representaron fue una falacia, pues en el plano de la oralidad que pasa sin cribas a la escritura, están derrotados. Les fue imposible elaborar un documento acorde a la fama, que no prestigio, ganada durante años como los autorizados para trazar los derroteros de la república.

La prisa, la premura, el enojo, la frustración o algún otro componente de la subjetividad les impidió trascender los accidentes atribuibles a la oralidad y transcribieron sus dichos de manera literal, sin filtros de la más elemental consistencia discursiva.

 

Su derrota discursiva por la ausencia de rigor es el componente formal de su derrota moral.

Eso que se sitúa en el plano de la mala factura oral-escrita no es más que el componente formal de otra derrota parelela, ésta sí profunda, fatal e irreversible: su derrota moral.

Pero analicemos. Normalmente el paso de lo oral a lo escrito, sobre todo en quienes se precian de dominar la pluma, la tecla, la lengua, el lenguaje, requiere de ciertas dosis de rigor.

El rigor está peleado con los planteamientos o aseveraciones que generan incertidumbre, duda; está peleado con la ambigüedad, con la inexactitud, con la imprecisión. El rigor busca el apego a la verdad, por lo tanto se aleja de las suposiciones, de las creencias, de las conjeturas, de los prejuicios, de las conclusiones infundadas, de los juicios de valor sin respaldo ni justificación, de las emociones y de las muestras de ignorancia.

Y es la ausencia de rigor lo que caracteriza al documento de marras, por lo tanto sus conclusiones, tanto parciales como generales, son falsas, como inauditas son sus propuestas finales.

Acusaciones sin el más mínimo recato ni fundamento.

Veamos el primer párrafo:

¿Qué es eso de que “Morena y sus aliados lograron que una minoría de votos se convirtiera en una mayoría de escaños en el Congreso”? ¿Minoría de votos cuándo? ¿En las elecciones? ¿Insinuán que hubo fraude? ¿Dónde, cuándo, cómo? A partir de esa falacia de la minoría de votos, acusan que para resolverla Morena “compró a representantes electos de otros partidos”.

¿A quiénes, cuándo, cómo, en cuánto? De ahí pasan a pontificar una “consecuencia” que por la más elemental lógica es falsa, pues se basa en premisas falsas o no comprobables, pero además porque traslada, sin enlace lógico alguno, de manera automática, acontecimientos que según ellos ocurren en el ámbito legislativo a lo que acontece en el ejecutivo, y así pontifican “la asfixia del pluralismo en aras de someter al Poder Legislativo a los dictados del Ejecutivo”.

 

Grave estado de negación de la realidad electoral y la nueva composición de fuerzas políticas.

Su inaceptabilidad de los resultados electorales nunca tan legítimamente obtenidos, su estado permanente de negación ante los hechos electorales contundentes, los incita a buscar tranzas, ésas a las que están acostumbrados y avalaron con su silencio en el pasado (varios de ellos firmaron una carta de apoyo a Felipe Calderón desestimando el fraude electoral), cuando sí hubo y hay pruebas de que las había, tan es así que hay procesos legales en curso en este momento para hacer justicia. ¿O en qué país viven que ignoran lo que está ocurriendo?

 

Rigor mortis del rigor.

En el segundo párrafo acusan al Ejecutivo de concentrar el poder del gobierno en detrimento de los demás poderes del Estado. Son tan poco originales que repiten una especie de eslogan construido por ciertos comunicadores sin bases, sin sustento y sin sentido. No explican en qué consiste esa supuesta concentración del poder. ¿En qué momento, cómo, cuándo, a través de qué acciones concretas y específicas el presidente ha hecho a un lado a los otros dos poderes para concentrar poder? ¿A qué se refieren los abajofirmantes?

Prosiguen acusando al Ejecutivo de haber destruido o deteriorado “la administración pública y las instituciones constitucionales”. ¿Así, deteriorado, destruido? ¿La administración pública? ¿Cuáles instituciones? Parece que todas. ¿Todas? ¿En qué momento, cómo, de qué manera las deterioró o las destruyó? ¿A qué se refieren?

 

La gran ausente en el desplegado: la corrupción.

Tal vez la clave para despejar las dudas se encuentren en la ausencia de una palabra y un concepto en su discurso: la CORRUPCIÓN. Porque si tomaran en cuenta esa práctica para evaluar las políticas de esta administración, obtendrían la explicación para comprender el porqué No de la destrucción o deterioro de la adminitración pública y de las instituciones constitucionales, sino de las transformaciones que para combatirla se han implementado en algunos organismos públicos o que recibían financiamiento del gobierno.

Hay frases que rayan en lo ridículo: “Toma decisiones unipersonales”. ¿Cómo cuáles? ¿Como construir un aeropuerto sin la corrupción que imperaba en el que algunos de ellos avalaron? ¿Cómo acabar con el huachicol? ¿Cómo elevar a rango constitucional los programas sociales?, ¿como echar a andar el programa Sembrando Vida?

 

“Intelectuales” recurriendo al eslogan de la polarización.

“Polariza a la sociedad en bandos artificiales”…, dicen. ¿Como el bando de los patrones abusadores y el de los trabajadores maltratados, sin derechos?, ¿como el bando de los factureros fraudulentos y el de los ciudadanos que sí pagan sus impuestos?, ¿como el bando de los intelecuales que se burlan de los pueblos mexicanos y el de los que, orgullosos, habitan esas poblaciones?, ¿como el bando de los que participaron en Oberdrech y el de los que esperamos que se haga justicia?, ¿como el bando de los periodistas chayoteros y el de los que han sido asesinados por no someterse a los presidentes y gobernadores prianistas?, ¿cómo el bando de los editores de revistas que recibían millones de pesos de los presidentes anteriores a cambio de publicitar sus mentiras y el de los editores que toda la vida han luchado de manera honesta y legítima, sin sobornos, para sostener sus publicaciones? ¿A esas polarizaciones se refieren? O a cuáles.

 

Ciegos al derroche y el engaño suicida de las administraciones federales pasadas.

¿De qué “austeridad suicida” hablan en el contexto de la pandemia? (¡Dejen esas frases ridículas para sus malas novelas!). ¿De los fraudes heredados de Fox, Calderón y Peña Nieto en materia de salud? ¿Del monopolio de las farmacéuticas y las infamias cometidas en complicidad con los funcionarios públicos en los sexenios en los que ellos estaban muy conformes? ¿De los hospitales inconclusos que se inauguraban para aparentar que las autoridades estaban cumpliendo sus compromisos?

¿Cuál rechazo a un acuerdo nacional para reactivar la economía? ¿Se refieren a que no hubo un Fobaproa que muy probablemente los hubiera rescatado a varios de ellos también, de manera directa o de rebote?

Pero detengámonos en esta frase: “Se ha utilizado la pandemia para acelerar la demolición del Estado y el control del poder”. ¡Pero no explican cómo se está demoliendo el Estado! ¿Cómo, en qué etapa de demolición nos encontramos? ¿A qué Estado se refieren? ¿Al que los amparaba a ellos? En eso sí tienen razón, ese “Estado” está en proceso de demolición y ellos se niegan a aceptar la nueva realidad.

La infaltable agorería apocalíptica.

No podía faltar la agorería apocalíptica tan característica de los privilegiados del régimen que dio sus estertores el maravilloso 1 de julio de 2018: “De continuar por ese camino, el presidente y la coalición que lo apoya (en su falta de rigor olvidan un detalle: el presidente es apoyado por “la coalición” y por millones de mexicanos) harán retroceder los avances democráticos que consumieron años de lucha a la sociedad mexicana para salir de un sistema autoritario y establecer la democracia”.

¿Están entonces aceptando que transitamos por fin por un camino de avance democrático que consumió años de lucha de la sociedad mexicana para salir de un régimen autoritario…, y AMLO, que es el protagonista de ese cambio, lo va a destruir, va a dar al traste con él, se va a destruir a sí mismo? ¡Vaya embrollo oral-escritural-discursivo!

Y por fin, ¿salimos de un régimen autoritario o no?, ¿no será que, efectivamente, salimos de un régimen autoritario pero ahora no pueden aceptar que el presidente haya utilizado su autoridad para no beneficiarlos a ellos?

 

La nostalgia del paraíso perdido.

Y vienen las propuestas. ¡Bien! ¿Cuáles son? “Corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes que caracterizan a la democracia constitucional”. ¿Con los resultados de las elecciones de Fox, Calderón y Peña sí hubo pluralismo político y, en el ejercico gubernamental, equilibrio de poderes? ¿A esa falacia quieren regresar?

¿O será que “corregir el rumbo” es detener el tiempo y que Collado, Robles, Lozoya, García Luna, Duarte y otros no estén presos? ¿Que la operación Safiro no se investigue? ¿Que no se destape la cloaca de los sobornos a legisladores que votaron a favor de reformas que hundieron todavía más al país? ¿Qué no se sepa cómo algunos de ellos se comportaron de manera inmoral en sus actividades profesionales guiándose por la acumulación de dinero en sus bolsillos y no por la ética?

Y es que si se quiere recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes es porque, para ellos, en los anteriores sexenios ese escenario ideal estaba presente, pero resulta que lo que caracterizó a esas administarciones fue la corrupción, entonces ¿eso es lo que añoran? ¿Que regresen el fraude, el engaño a la ciudadanía, la inmoralidad y el despilfarro en la vida pública?

Y siguen las propuestas: “Una amplia alianza ciudadana que, junto con los partidos de oposición, construya un bloque que a través del voto popular, restablezca el verdadero rostro de la pluralidad ciudadana en las elecciones parlamentarias de 2021”.

Es decir, ¡que los ciudadanos se alíen con partidos prácticamente en extinción como el PRI y el PAN, los que han hecho un gran daño a la nación!, ultrajes que ahora están lastimosamente representados por ex funcionarios militantes de esos partidos que ahora están en la cárcel, son perseguidos o están siendo investigados, incluidos algunos ex presidentes.

 

Agradecimiento por la transparencia.

Hay que agradecerles a estos personajes que la nostalgia por su paraíso perdido es ahora abierta, visible, transparente, sin máscaras. Igualmente, es de agradecer que exterioricen su arrogancia al pretender que su discurso desprovisto de rigor y por lo tanto de consistencia, convenza a los millones de ciudadanos que estamos participando en la reconstrucción del país que ellos, desde distintas trincheras, contribuyeron poco o mucho a lacerar.