El duelo y la pérdida de objeto

Casi todos hemos vivido un duelo. Es tristísimo. Muy, muy triste. Pero no es sólo la tristeza el estado de ánimo que predomina en quien se encuentra atravesando por un proceso de duelo. Hay otras reacciones que suelen presentarse a partir de la pérdida de un ser querido o de la separación de una persona con la que estábamos vinculados, el finiquito de un trabajo, el desmoronamiento de un proyecto, el desvanecimiento de un cúmulo de expectativas personales, entre otras situaciones.

Pero veamos cómo opera este trance. El anhelo del objeto perdido, dice Freud, se presenta como un agujero psíquico, una especie de hoyo negro en la psique. Se puede interpretar como un vacío que habrá que mitigar, una ausencia que de alguna manera tendrá que compensarse o por lo menos atenuarse.

Mientras transita por el duelo, al sujeto se le dificulta elegir un nuevo objeto de amor, apego, enlace, unión. Se siente completamente desvinculado. Con Freud, el trabajo de duelo consiste en “despojar a la libido de los enlaces con dicho objeto”, pero es natural que la persona se muestre renuente a dar el paso que la llevaría a irse separando de aquello que la liga con el objeto perdido, y conformarse o bien encontrar algo que adquiera la función de sustituto de ese objeto.

La duración del duelo varía según las resistencias particulares que presenta cada quien frente a la pérdida, las cuales son complejas y tienen que ver con cuestiones como el temperamento, el tipo de relación perdida, las circunstancias vitales, existenciales, familiares, sociales del sujeto.

 

Negación e ira en ciertos personajes de la oposición en México

Actualmente en México, el bloque identificado como opositor a la Cuarta Transformación, constituido principalmente por miembros, simpatizantes, filiales o seguidores de los otrora dos partidos políticos más importantes, el PRI y el PAN, transitan por un proceso de duelo. El objeto perdido de las figuras más protagónicas de esos grupos y de sus aliados, es el gobierno, el control de éste y de todas las acciones derivadas de ese dominio.

 

El poder y el dinero configuran el núcleo de su objeto perdido

Se encuentran ahora en la etapa de resistencia. Se muestran renuentes a aceptar la pérdida de objeto: el proyecto político en agonía y muerte desde el 1 de julio de 2018, cuando se eligió como presidente a un personaje que representa y pone en práctica valores, ideales, objetivos y propósitos radicalmente distintos a los sostenidos durante varias décadas por aquellos partidos políticos en los sexenios en que gobernaron el país.

Estar en negación significa rechazar la realidad, no aceptarla. Se le interpreta como una forma de hacer menos duro el golpe de la pérdida, una manera de paliarlo, de amortiguarlo. Es como si el doliente pusiera un velo ante sus ojos para no ver lo que le está ocurriendo; incluso puede ir por la vida en esta etapa como si nada hubiera pasado. Los especialistas indican que si la persona persiste mucho en esta etapa, puede enfermar. Sólo afrontando la realidad es posible ir superando los efectos de la pérdida.

Algunos de estos personajes han pasado rápidamente a otra de las etapas de duelo que, según modelos clásicos como el de la psiquiatra y escritora Elisabeth Kübler-Ross, consiste en el desencadenamiento de la ira.

Se da rienda suelta a la ira como resultado de la frustración por la pérdida irremediable del objeto y la impotencia por no poder revertir la situación. Es muy común que, cuando transita por esta fase, el doliente culpe a otras personas de lo que le ha pasado.

No es muy difícil para los ciudadanos enterados de las confrontaciones actuales en la arena política mexicana, confirmar que quienes encabezan las formas descritas aquí de transitar el duelo por haber perdido control, poder y dinero o la posibilidad de continuar poseyéndolos, son Felipe Calderón y Vicente Fox. Les siguen en afectación doliente algunos periodistas, conocidos intelectuales orgánicos del régimen en extinción y un puñado de propietarios de medios de comunicación cada vez más desprestigiados.

Una de las bondades de este tipo de duelo acaecido en el contexto político, un duelo, digamos, “ilegítimo” si lo queremos ver así, con respecto al que es motivado por el amor a una persona ida o a algo de naturaleza noble, es que exhibe a los personajes en su más cruda condición humana.