La desigualdad de oportunidades entre mujeres y hombres afecta a toda sociedad. Esa brecha impide el desarrollo pleno de México. La condición de género no hace por sí misma vulnerables a las mujeres, pero ellas enfrentan una situación generalizada de desventaja derivada de una cultura de discriminación, subordinación y exclusión histórica de los beneficios del desarrollo económico, político y social, que las afecta especialmente.
En la actualidad, las mujeres con educación media superior y superior ganan menos que los hombres quienes, en la misma condición, prestan servicios o trabajan en algún lugar. Lo anterior se agrava debido a que cuatro de cada diez mujeres que laboran reciben un pago por su trabajo, mientras que el resto no lo tiene.
La igualdad sustantiva entre mujeres y hombres debería ser uno de los propósitos centrales para lograr una sociedad equitativa, justa y libre de discriminación. Por eso es necesario promover el acceso de niñas, jóvenes y mujeres a todos los niveles educativos y asegurar su permanencia en el sistema educativo, especialmente en el medio rural y en zonas urbanas pobres, con apoyos económicos que garanticen la permanencia de niñas y adolescentes al menos hasta nivel de bachillerato.
Una tarea fundamental para el gobierno es desarrollar una política integral de atención a la mujer. Tenemos que hacer una perspectiva y enfoque de género una constante de todos los programas gubernamentales para lograr la incorporación de las mujeres al desarrollo, incluyendo una reforma laboral que asegure mayor igualdad: políticas públicas para el cuidado infantil seguro, para la prevención de la violencia, y para lograr las escuelas de tiempo completo y otras facilidades para las madres trabajadoras.
Twitter @Enrique_Aquino