El gobierno federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador está mostrando nuevamente su cara desorganizada e incluso hasta negligente en relación con el proceso de adquisición, distribución y aplicación de vacunas en contra del coronavirus SARS CoV-2 que generó la pandemia COVID-19. Es una visión claramente corta, ligera, laxa, como ya lo dijo la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el sentido de que parece ser que México no se toma en serio el gran problema y la necesidad de una solución que es el procurar a la brevedad el mayor número de mexicanos vacunados.

No se puede tapar el Sol con un dedo y la realidad nos dice que llevamos casi nueve meses en pandemia y nuestras autoridades no hicieron la tarea; no se prepararon para ese día en que llegarían las vacunas, aun cuando aseguren que tenían dos meses trabajando en ello.

Ni siquiera en lo financiero se tomaron previsiones cuando también se sabía que se tendría que hacer un importante desembolso para adquirir los antivirales.

Y ni qué decir de lo operativo, cuando es evidente que no existe una idea clara de cómo se hará la distribución.

El pasado martes, al presentar durante La Mañanera el denominado plan de vacunación contra el Covid-19, Jorge Alcocer, titular de la Secretaría de Salud, dijo: "El gobierno de México garantiza que la vacuna que se distribuya y que se aplique cumpla con todas las pruebas y características necesarias para proteger la vida y seguridad de todas las personas".

Pero la planeación exigida va más allá de establecer fechas, dividir a la población en sectores y anunciar que la aplicación se hará en todo el territorio nacional, que es básicamente lo que transmitieron las autoridades de salud por medio de una infografía que rellenaron con imágenes en las que no se advierten mayores datos, solo mencionan algunas vacunas y los procesos en que éstas se encuentran.

Todo lo que se tiene son buenas intenciones, pero no se sabe con seguridad qué tipos de vacunas se adquirirán, en qué cantidad, cuando llegarán ni el proceso para su aplicación, y no me refiero a compras anticipadas o promesas y acuerdos, me refiero a certezas.

Mucho menos se conoce información en torno a la logística, su almacenamiento, medios de transporte, distribución, quienes vacunarán, en qué lugares, si se contratará personal adicional para cumplir con este encargo, los turnos, horarios, como harán para aplicar las segundas dosis, si se cuenta con los insumos adicionales (jeringas, algodones, alcohol, etc.), cómo se llevará un registro de vacunados, y qué pasará si se dan reacciones adversas.

Se debió haber hecho lo que otros países incluso con menor capacidad financiera que el nuestro hicieron, que fue negociar y apartar con las empresas fabricantes para recibir y adquirir las vacunas. Pero parece que en México todo se hace al aventón, y más en este régimen, siendo que la prioridad fundamental debe ser vacunar a los mexicanos para que podamos salir adelante, establecer la normalidad y avanzar con la economía para dar el paso siguiente.

Se advierte que el mayor interés del gobierno, aún en una circunstancia de caos como es el escenario que se vive, es buscar simplemente cómo ejercer control y utilizarlo políticamente o incluso pensando mal, hasta económicamente lucrando.

Lo que debería pasar es que en conjunto con el interés supremo de la nación y el estado de procurar vacunar al sector salud inicialmente, después a los vulnerables y cumplir con la encomienda que es vacunar a todo el pueblo, se permitiera que la gente que pueda, -que sería quizá un 10 por ciento de los mexicanos-, hiciere un esfuerzo y pagara la vacuna ayudando así al gobierno; ello implicaría le permitiesen a las empresas farmacéuticas, distribuidoras, farmacias, laboratorios, y compañías que se dedican a esto poderlas conseguir, importar y vender directamente a los mexicanos que puedan comprar para su entorno personal, para vacunar a la familia, y a las empresas que quieran hacerlo vacunando a sus 100, 200, 500 o mil empleados para de esta manera salir adelante juntos.

Creo que eso sería de gran ayuda, pero evitando que se manipule como en los antros cuando el cadenero dice tú si y tú no a quien está formado, y evitar que se genere una manipulación perversa quizá en cuanto a cómo y en qué forma se van a distribuir las vacunas. Que no haya más que el estado a través de un ente gubernamental que sea el que controle la importación de las vacunas y que las pueda administrar porque además no tiene una capacidad para distribuirlas.

Como ya mencionaba, el plan que presenta el gobierno federal es un plan ligero que solamente habla de fechas pero no establece ningún tipo de esquemas que tengan que ver con criterios de logística, distribución, no sabemos si van a utilizar al sector privado o solamente al público, o solamente al federal o se va echar mano de la estructura local o de universidades o entidades que pudieran favorecer el trabajo.

Por ahí circula un planteamiento de la Universidad de Guadalajara donde establece que está lista para apoyar y vacunar a los estudiantes y a los maestros, el cual podría ser un ejemplo para que más instituciones puedan participar de esa manera. Ojalá se le tome en cuenta. Es momento que la sociedad exija, que todos exijamos orden, respeto, sensatez, madurez, congruencia que se deje de lado negligencia que se deje de lado manipulación, apetito político y que se actúe con humanidad.

Vacunar a 70 millones de personas no es un asunto menor por lo que representa el gasto, pero en esta circunstancia es lo menos que debiera frenar a nuestro gobierno, pues así sea que se detengan las obras capricho del presidente como Tren Maya o Dos Bocas, la prioridad debe ser la vacunación a la población.

Opinión.salcosga@hotmail.com