“Quien más haya menester de una cosa, quien más ponga en ella apetencia y voluntad, ese debe de ser su dueño.”<br>
José Vasconcelos
Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la SEP, cargo al que llegó hace un mes.
Es humillante, por decir lo menos, lo que propusieron a los ilustradores, editores e impresores de los libros de texto gratuitos —mediando una maroma de Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP— sobre el no pago de sus servicios.
A modo de ejemplo, la más reciente convocatoria a ilustradores por parte de la SEP dejaba claro en el numeral nueve que no se les pagaría y que solo se les daría un certificado con valor curricular.
Cuando los colectivos de ilustradores protestaron, lanzando una anti-convocatoria, el funcionario, que sí cobra en la SEP, dijo que las quejas “no tienen sentido, porque no se está precarizando algo que no existía”. Mentira vil. Tanto los libros de texto gratuito se elaboraban antes de que existiera la 4T, como se pagaba por ilustrarlos.
No se les puede pagar a los ilustradores, por tiempos electorales.
¿Qué motiva que Educación Pública (a través de una dirección que obtuvo para este año un presupuesto mayor que el del año pasado —100 millones de pesos más) diga que las ilustraciones para los libros de texto gratuitos deben ser realizadas sin mediar pago alguno?
El pretexto dado por Marx Arriaga es que son tiempos electorales y que ahora no se les puede pagar, pero que para una próxima comisión sí se podrá contemplar una retribución... Quizá habría que proponer que, para atacar la corrupción y apoyar la austeridad 4teísta, los secretarios y directores como él no cobren. La propuesta incluye que esos sueldos NO devengados se repartan entre el resto del personal de la SEP.
La frase textual de Marx Arriaga es proverbial:
“Nadie regala su tiempo ni su trabajo”.
Hasta ahí es lo que se esperaría, pero sigue con un cinismo digno de una carpa y no de un funcionario público:
“No pueden ser remunerados económicamente por atravesar un periodo electoral, el cual impide llevar a cabo un proceso que implique un pago en efectivo, en próximos ejercicios colectivos, aquellos que se involucren recibirán un justo apoyo”
La 4T sigue una lógica pichicatera.
Siguiendo su símil, que servidores públicos, empezando por él, no cobren este sexenio y si, en el próximo siguen en su puesto, ya recibirán un justo apoyo...
La 4T sigue una lógica pichicatera. Tacaños con su gente y con quienes trabajan. Sean los ilustradores de libros de texto gratuito, los contribuyentes cautivos, el personal de salud (negarles las vacunas anti covid) que ha puesto su vida en riesgo para combatir los estragos de la pandemia.
Lo más cruel es que mientras los ilustradores, los editores e impresores de los libros trabajan y se les niega su justa retribución, diversos miembros de la alta burocracia —que ya constatamos poco o nada hacen— continúa cobrando y logrando contratos especiales para amigos y familiares.
El trabajo no es gratuito
Pero no es lo único. El servidor público en cuestión también miente al decir que el trabajo colegiado u colaborativo en la creación de los libros de texto gratuitos no existía. Desde la creación de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos con Martín Luis Guzmán Franco a la cabeza, la autoría de dichos textos ha sido colaborativa. Y el trabajo realizado en ningún momento fue gratuito; a los diversos autores, maestros y expertos se les pagó siempre por su colaboración.
El trabajo colegiado sí existía. Tan fue así que, en tiempos de José Vasconcelos Calderón, la misma Gabriela Mistral vendió parte de sus escritos a la SEP para mejorar el nivel de lectura de niños y maestros.
Cuando Jesús Reyes Heroles era secretario de Educación, se incluyeron textos controvertidos, pero de autores importantes, conocidos y anónimos, en los libros de texto. Y ejemplos adicionales abundan en diversas administraciones.
El poco valor que la SEP, le da a la educación.
Marx Arriaga olvida decir, también, que muchos docentes han abandonado en esta ocasión el proceso de creación por diversas causas: desde no recibir ningún tipo de remuneración económica, hasta la premura del proceso para elaborar materiales didácticos, sin olvidar que, aun siendo expertos en la materia de enseñar, ello no es sinónimo de ser expertos en el momento de redactar textos.
El no pagar el justo precio por el valor del trabajo muestra falta de honestidad y el poco valor que en la SEP le dan a la educación.