A que mi Jaime Lozano, quien, según nos cuentan, ha empoderado grueso a los jugadores de la Selección Mexicana.
Al grado de que Jaime Lozano hace prácticamente lo que les venga en gana a los futbolistas, tan es así que los líderes de la Selección Mexicana, como Héctor Herrera, deciden los horarios para reunirse con sus familias durante la concentración.
No conforme con ello, esos líderes de papel imponen el cómo, cuándo y dónde comparecer ante los medios de comunicación.
Hasta parecen los ya lejanos tiempos de Miguel Herrera, en donde hasta el perico estaba en el campo acompañando a los seleccionados.
Y es que en el partido ante Australia fue evidente la presencia fuera del vestidor mexicano de amigos, esposas, hijos. Todos paseando como si ellos fueran los seleccionados nacionales, incluso la hija de Lozano le entregó un reconocimiento a César Huerta, bueno, más que un reconocimiento, una pulserita de las que puso de moda Taylor Swift.
No hay que olvidar que acciones así le costaron el veto al Chicharito Hernández, pues, en la época de Juan Carlos Osorio, el susodicho hacía y deshacía; metía a su novia a los entrenamientos, concentraciones, además tenía otros privilegios, mismos que hoy están al alcance de todo el plantel y hasta del staff.
No es que esté mal, pero cuando vengan crisis -que siempre existen- a ver cuál es la reacción de los aficionados tricolores, que ven más a un grupo de amigos en el equipo que realmente a futbolistas comprometidos.
Mientras tanto, veremos a las esposas, mamás, papás, hijos, amigos, representantes afuera de los vestidores, en los hoteles de concentración y vaya, hasta de escoltas viajando atrás del camión de la selección nacional, como se vio claramente en Dallas el pasado fin de semana.