Ha sido perturbada la tranquilidad de Enrique Peña Nieto, por la inoportuna noticia que publicó el medio israelí The Marker, que afirma que el expresidente de México recibió 25 millones de dólares de parte de los patrocinadores del software de espionaje Pegasus.

La dolariza salió a relucir por la disputa legal entre dos empresarios israelíes. La acusación indica que, a cambio de los pagos, los empresarios tuvieron acceso a importantes contratos en el gobierno de Peña.

Durante su gobierno se asignaron contratos multimillonarios a empresas extranjeras, sin licitación pública. Peña fue señalado también por haber ordenado pagos por más de 121 millones de pesos para sobornar a “distinguidos” miembros clave del Congreso para asegurar la aprobación de la apertura energética a empresas privadas; convertidos en dólares, Peña nada más repartió seis millones.

Enrique Peña gozaba pleno en España, ufano con su visa dorada, llevando una vida esplendorosa, divertida, llena de lujos, amores y manjares… La noticia lo atragantó; el sabor dulce se volvió de hiel. Todo se removió y pronto, Peña Nieto escribió en su cuenta de X, después de estar ausente durante meses, que no tiene nada qué ver con esas acusaciones. La publicación indicaba que los empresarios Avishai Neriah y Uri Ansbacher quisieron resolver sus diferencias sobre una inversión que hicieron con “la personalidad”, así llamaban al elegante y sonriente expresidente Peña Nieto. Los documentos legales, según el reporte israelí, dicen que los empresarios acordaron con Peña que el “negocio sería conjunto”, a fin de obtener generosos contratos en el gobierno del expresidente mexicano.

Noticia que ha generado turbulencia en la vida del expresidente, quien vivía plácida y felizmente en sus residencias, una en España y otra en República Dominicana. En 2021, Peña Nieto obtuvo la visa dorada que el gobierno español otorga a extranjeros que invierten al menos 500,000 euros en inmuebles. Con lo ahorrado, habrá de decir como todos, Peña Nieto se compró una propiedad en una zona exclusiva de Madrid llamada Valdelagua.

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Viajero frecuente, a Peña Nieto, además de otros destinos, le gusta ir a Punta Cana, en República Dominicana, donde pasa largas temporadas en otra propiedad que habría adquirido ahí con el sudor de su frente, un lugar de sol y playa, de calma pero sobre todo un lugar seguro porque no tiene tratado de extradición automático con México.

“Yo no doy línea ni di línea nunca de asignar contratos a tal o tal proveedor, no es mi tarea”, dijo en entrevista a Ciro Gómez Leyva, otro que ya también radica en España. El expresidente negó todo. “Entiendo que son dos empresas que estaban constituidas desde antes de que yo asumiera la presidencia de la República, que prestaban ya servicios al gobierno anterior, seguramente continuaron con mi gobierno, no sé a qué grado, no sé qué hayan realizado, no lo sé, sinceramente no lo sé”, dijo.

“Seguramente continuaron con mi gobierno”, “pero no lo sé”, acotó.

Seguramente, ¿pero no lo sabe? ¡Vaya contradicción! Otro que de nada se enteraba, así como Calderón que desconocía de la sociedad que tenía su mano derecha Genaro García Luna, con el cártel de Sinaloa. Felipe Calderón también se fue a España… Son tres expresidentes transas que les gusta aquel país, tres están allá, porque ahí pasa largas temporadas Carlos Salinas de Gortari.

Salinas de Gortari, así como Felipe Calderón, llegó a la presidencia en 1988 gracias a un fraude electoral, gracias a la bendita “caída del sistema” los votos se contaron para evitar que Cuauhtémoc Cárdenas llegara a la presidencia. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa llegó también gracias a un fraude electoral para que Andrés Manuel López Obrador no llegara a la presidencia.

Los tres transas son acusados de haber acumulado fortunas mientras fueron presidentes. “Salinas se robó la partida secreta presidencial, además de haber dejado que su hermano Raúl robara con todo”, dijo Luis Téllez en 2009, en una grabación filtrada.

Callado y divertido andaba Peña por aquel país y por el mundo, despreocupado de la carpeta de investigación que se había abierto en su contra, la que se había olvidado o se había integrado a la conveniente “desmemoria”.

“Lamento encontrarme con notas que, sin el mínimo rigor periodístico, hacen afirmaciones a la ligera y dolosamente. Totalmente falsa la nota sobe supuestas aportaciones. Es una insinuación carente de sustento alguno. Queda la duda, en interés de quiénes, se hace tal publicación”, escribió Peña Nieto en su cuenta de X.

“Sinceramente no lo sé porque obviamente no está en mi esfera de competencia ni responsabilidad. No puedo estar al pendiente de saber quienes son los miles de prestadores de servicios, de empresas que el Gobierno contrata para realizar obras y prestar los servicios que correspondan al gobierno”, refirió.

“Yo te puedo afirmar con absoluta apretura, con absoluta tranquilidad, que yo me entregué como presidente de la República a servir a México, a cumplir con lo mejor que pude. Quedará el testimonio de lo que se hizo, quizá de lo que no se hizo también, de lo que se pudo hacer mejor, pero me entregué en cuerpo y alma a esa tarea. Llevo en mi corazón a México tatuado. Es mi patria, es mi corazón, lo amo entrañablemente”, dijo Enrique Peña Nieto.

Remató diciendo que la razón por la que decidió estar fuera de México y específicamente en España, fue por tener respeto a la administración de López Obrador, pues así se mantuvo “completamente ajeno a su actuar político”, algo que trata de replicar ahora con el gobierno de Claudia Sheinbaum.

Muy respetuoso salió el expresidente Peña Nieto, que amparado por la reforma energética, dio amplias extensiones de agua en el Golfo de México para que empresas extrajeras se hicieran con los recursos energéticos que de ahí salieran; gas y petróleo; el muy amoroso Peña Nieto no entregó todos los bienes del país porque se le acabó el sexenio.

Ahora el caso Pegasus despliega las páginas y lo persigue, lo sacude, porque se abrirá otra carpeta de investigación. “Corrupción”, esa es la palabra que sí tiene tatuada en su corazón.

De ser juzgado Peña Nieto, ¿le deberían dar diez años? No, menos, unos veinticinco…