Era una de las múltiples reuniones que se tienen cada semana en Palacio Nacional, unos días después de que se aprobara la reforma eléctrica y se empezará a preparar el camino para las negociaciones sobre la reforma electoral que el Presidente tiene como prioridad.
En esa encerrona estaban solamente los mandos de seguridad, SEDENA, SEMAR, Seguridad Pública, así como el Secretario de Relaciones Exteriores, el de Gobernación y el Presidente López Obrador.
Fue entonces cuando alguien le pasó al Presidente las últimas mediciones de las encuestas al interior de los seguidores de Morena con respecto a la sucesión presidencial; y en las cuales, su paisano, Adán Augusto López, había subido 10 puntos con respecto a la última medición.
Sin pensarlo mucho y con un rostro que mostraba alegría y confianza, el mandatario volteo a su hombre de confianza y le dijo: “Con la gira que vas a hacer para impulsar la reforma electoral vas a subir otros 10 puntos y vas a alcanzar a los otros 2″ (en referencia a la jefa de gobierno y al canciller).
Todo esto frente al resto de los asistentes a la reunión, entre los cuales se encontraba un Marcelo Ebrard que con mucha seriedad y respeto, no pudo ocultar la incomodidad que le generaba ese comentario de parte de su jefe.
Por eso no importa que tantas giras se realicen con eventos masivos y actos de promoción, cuanto se gaste en bardas, espectaculares, lonas y demás tipo de propaganda; la encuesta decisiva de Morena para la selección de su candidato a la Presidencia será tan robusta y compleja, que solo una persona será la que pueda interpretar correctamente los números y dárselos a conocer al resto de su militancia, y esa persona, no trabaja en las oficinas del partido, sino en Palacio Nacional.