Tenemos graves problemas de comunicación. Ya es detestable que todos los días salgan notas machacando el tema de la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), y otras tantas fustigando la utilidad del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA). Como gobernados lo menos que necesitamos y merecemos es que los encargados de comunicación de la terminal aeroportuaria nos informen con precisión y verdad.

¿Qué sucedió?, por espacio de casi 15 horas, una protesta ciudadana se materializó en Periférico Norte, a la altura del Parque Naucalli. Los motivos que la originaron son desgarradores: el asesinato de un adolescente de 15 años movilizó a familiares y amigos a cerrar dicha vialidad. Por esta razón hubo muchísimas personas se quedaron varadas sin poder llegar a sus trabajos, escuelas y hogares. Por supuesto, dentro de este grupo poblacional se encontraban miembros de personal de las aerolíneas, de todas las áreas.

Aunque en el manejo operativo de las líneas aéreas están previstas eventualidades como esta, y por lo tanto manejan “reservas”, que es personal extra disponible para efectuar un vuelo en caso de presentarse la ausencia de uno o más compañeros sobrecargos o pilotos, ya sea por enfermedad, o como en este caso, por tráfico vial.

Generalmente los cierres a las vías de comunicación primarias, como acciones de protesta, no suelen pasar más allá de un par de horas, antes de que las autoridades consiguen desbloquearlas. Pero esta ocasión fue diferente, y pasaron más de 14 horas. En el caso de las aerolíneas, aunque tengan personal de reserva, este no es infinito, generando todavía más caos en las operaciones aeroportuarias.

Es una consecuencia natural. Y es que hubo personal de reserva que no alcanzó a llegar al aeropuerto, y los compañeros que sí lo lograron fueron utilizados para “sacar los vuelos”. Sin embargo, existe un tope legal de horas que pueden laborarse. Cuando se rebasa esa frontera, se le llama “vencimiento de jornada”, y en este caso, esos vencimientos hicieron su aparición.

Las columnas más leídas de hoy

Por cuestiones de seguridad aérea, la jornada de vuelo no puede extenderse más allá de una máxima. Una jornada normal oscila entre 7.5 y 8 horas, dependiendo de la compañía aérea. Irse a tiempos extras es de 9 a 12 horas, y la máxima que no se debe rebasar es de 15 horas de vuelo.

Y es que, en el caso concreto de la aviación, la Ley Federal del Trabajo reconoce dos tipos de jornadas diferentes: una de vuelo y otra de servicio. La hora de vuelo se toma “de calzo a calzo”; los calzos son las cuñas de goma que se colocan en los neumáticos del avión una vez que llega a la plataforma y toma la posición de contacto para el desembarco de pasajeros. La bitácora de vuelo se cierra con la hora exacta en la que se colocaron los calzos.

Lo mismo sucede cuando se sale de vuelo. En la bitácora se anota la hora exacta en que quitan los calzos al avión, para tomar pista y despegar. Ahí empiezan a contabilizar las horas de vuelo.

En cambio, la jornada de servicio comienza cuando los tripulantes (pilotos y sobrecargos) se presentan a firmar su servicio -así se le llama al vuelo-, normalmente 60 minutos antes de la salida del vuelo, pues es su obligación estar en el avión por lo menos 45 minutos antes de la hora de despegue. La jornada de servicio termina hasta cuando el tripulante regresa y firma su salida, si el vuelo fue de ida y vuelta, y en el caso de pernocta, la jornada de servicio termina 60 minutos después de colocados los calzos, que es el tiempo en que se estima que la transportación trasladará a la tripulación al hotel donde tendrá su “descanso horizontal”, de acuerdo con la terminología reglamentaria.

Sin embargo, acabamos de ser testigos de un bloqueo inusitado de casi 15 horas de duración, obstruyendo una artería que conecta al Estado de México con la CDMX. Es normal que muchos trabajadores, incluyendo a los de las líneas aéreas, se hayan quedado atorados. Efectivamente, algunos sí alcanzaron a llegar, pero se “vencieron sus jornadas” y de manera inevitable comenzaron a presentarse las demoras en los vuelos. Algo totalmente lógico.

Mi desavenencia surge cuando la comunicación oficial del AICM argumentó que las demoras fueron producto del “Tráfico aéreo”. Checando la información pública disponible, ninguna de las llegadas al AICM registró problema alguno, solamente las salidas fueron las que presentaron demoras.

Pregunto en serio ¿no es acaso más honesto, inteligente y sensato hablar con la verdad?, ¿por qué achacar las demoras al tráfico aéreo y a la saturación cuando no fueron esos los motivos? Los usuarios agradecen cuando les hablan con la verdad, cuando les dan información certera e incluso se genera más empatía con los pasajeros que cuando se usa una mentira.

Sé muy bien que a la gran mayoría de los pasajeros lo que les importa es que su vuelo salga puntual, pasando a segundo término las razones y causas de las demoras. Pero el término “tráfico aéreo” es hoy una papa caliente, que si no se usa con precisión y coherencia, puede ser peligroso. La saturación del AICM es una realidad innegable, como también lo es que el desahogo de sus operaciones es progresivo y lento. Pero no es momento de culparlo de absolutamente todo.

Sabemos que la mayoría de las aerolíneas están a la expectativa del regreso a la Categoría 1, para entonces hablar en serio de planes de crecimiento. Utilizar el AIFA, será un punto clave, pero mientras eso sucede, no podemos permitir que se mal informe a los pasajeros. Esta columna propugnará siempre por la existencia de pasajeros informados, que conozcan sus derechos y sus obligaciones, como corresponde a cualquier consumidor, y así evitar abusos y fraudes por parte de autoridades y prestadores de servicios.

Señores de comunicación del AICM y líneas aéreas, el caos ocurrido en la terminal aérea se irá agrandando si no se habla con veracidad. Mucha gente que estuvo esperando largas horas tuvo que conformarse con respuestas falsas de “tráfico aéreo”. Siendo honestos, las aerolíneas no son legalmente responsables por este tipo de demoras. Por eso siempre les conminaré a los pasajeros a que lean perfectamente las letras chiquitas de sus boletos de avión. Las demoras no son imputables a las compañías de aviación si son ocasionadas por mal clima, o por eventos realizados por terceros que afecten la operatividad, como el bloqueo de Periférico.

En este caso particular no hay “culpa” por parte de las aerolíneas. No pueden contratar solamente personal que viva cerca del aeropuerto, para que en caso de bloqueos puedan llegar caminando; sería racista y contra las garantías individuales de miles de trabajadores. Pero en este caso particular, los pasajeros agradecerían mucho el gesto de hablar con la verdad. No sabemos qué están perdiendo esos pasajeros con las demoras; en el mejor de los casos, solamente tiempo, pero nunca deben ser despreciados. Son clientes y ya pagaron el servicio, eso debe ser bastante y suficiente para ser tratado con honestidad y decoro.

Ya sabemos que este gobierno tiene plasmado en papel el compromiso de hacer más eficientes muchos procesos, trámites y logística de la industria aeronáutica. De su cumplimentación depende que podamos regresar a la Categoría 1; pero eventos como el de esta semana pasada evidencian que URGE que se tenga una comunicación efectiva entre todos los aeropuertos del país, porque esto ocurrió en el AICM pero puede pasar en cualquier terminal aérea, con todas las aerolíneas nacionales. Apremia una comunicación clara, honesta y empática con los usuarios, por favor, y más ahora en la víspera de la temporada alta de Semana Santa. Es muy complicado, lo sé… pero no imposible.