Para empezar, ¿qué payasada es esa de decirle al líder del PRI “Alito”, en lugar de decirle Alejandro? Pero bueno, las cosas desde ahí parecen haber perdido seriedad, aunque parezca algo muy inocente e insignificante, o hasta tierno, el “Alito” se volvió “alote”.

Cuando hace unos tres años se empezó a dar la contienda para ver quién quedaba al mando como líder del PRI, el ex secretario de Salud, en el entonces gobierno de Enrique Peña Nieto, el doctor José Narro fue el ideal para sostener al partido.

Hombre que, me consta, es absolutamente recto, honesto, humano e inteligente, con toda la capacidad para haber sido un gran líder. Pero de la nada llegó “Alito”, con todas las artimañas del mundo a desplazar al doctor Narro y quitarle la oportunidad de liderar al partido, con trampas claro está .

Para el doctor fue un duro golpe, pues él en verdad quería ser un buen líder y llevar al PRI dignamente a buenos puertos.

Pero como siempre pasa en la política, el cobre siempre sale a relucir y ahora tenemos a un “Alito” al que se le descubrió un audio en donde claramente se le oye decir que a los periodistas no hay que matarlos a balazos, sino que hay que matarlos de hambre. Por supuesto salió él a decir que era mentira su audio, que estaba editado, y la alianza opositora enloqueció, al tratar de defender lo claramente indefendible.

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Hoy Alejandro Moreno además de todo está en la mira del INE, pues el organismo le tiene abierta 3 investigaciones contra el priista por presuntas irregularidades en su campaña interna y por los audios.

La verdad siempre sale a la luz.

Me sorprende mucho que entre ellos se cuiden tanto las espaldas, tan es así que Jesús Zambrano, dirigente del PRD, niega que los audios sean verdad. Dice que esto es un golpe político para la alianza, que “Alito” es un ángel y que ellos están más fuertes que nunca. “La coalición no es un fracaso”, dijo en entrevista con Azucena Uresti.

Lo ideal para que esta coalición siguiera con oxígeno era haber aceptado que “Alito” sí dijo lo que todos oímos y aceptar también que lo mejor para la alianza es que se se salga de ella.

Y entonces sí, se debería de dar, ahora sí, la oportunidad al doctor José Narro para liderar al PRI, pues él llevaba además todas las de ganar para ser líder, pero con trampas, Alejandro Moreno le quitó esa oportunidad.

Esa es la satisfacción que siento en la política cuando los que se decían buenos e íntegros salen a relucir ante el mundo quienes son verdaderamente.

Y a varios les habrá de pasar, de eso estoy segura. Porque creo en la justicia divina esa que no falla y que no es corrompible.

Por lo pronto, desde mi punto de vista, lo mejor que le puede pasar al PRI (que ya de por sí es un partido que milagrosamente se ha seguido sosteniendo en pie) es que Alejandro Moreno renuncie para darle paso a quien sí podría poner a salvo al barco.

Pero el ego es tan grande y el ansía de poder es tanta, que no les importa para cual partido militan, sino para sus propios intereses.

Veremos qué dicen los miembros de la coalición ante esto y qué dicen los propios priistas.

Defender a Alejandro Moreno es defender lo más bajo que se puede llegar a ser como político y como ser humano, al decir que a los periodistas no hay que matarlos a balazos sino de hambre y todavía más usando un lenguaje de lo más vulgar.

¿Cómo es posible que pueda alguien defender esto? La alianza opositora ha perdido peso y sustancia, por eso no sorprende que Claudia Sheinbaum o Ebrard vayan hasta arriba en las encuestas. No hay contrapesos reales, honestos e íntegros. No nos sorprendamos de esto.

Ya prácticamente no nos sorprendamos de nada. Sorpresa será que alguien por fin llegue a la vida política con buen corazón, y con integridad para tratar de formar una verdadera oposición.

Salvable será el PRI solo con la llegada del doctor Narro, hombre al que le fue arrebatada la dirigencia.

La justicia siempre llega, confió en ello.

Es cuanto.