La oficina de la doctora Patricia Alexandra Álvarez del Castillo es el golfo de California. Hizo del buceo su vida. Su amor por las costas sudcalifornianas es grande. Tan grande que cuando los mega cruceros intentaron quedarse en la bahía, no dudo en salir a las calles junto a cientos de personas que no quisieron que La Paz se convirtiera en un enorme estacionamiento para estos hoteles flotantes. Hoy ella no puede ir al mar.

A un mes de la imprudencia del capitán de la embarcación turística “San Miguel III”, que le ocasionó lesiones muy graves en una de sus piernas y casi la pierde, pues este pasó a toda velocidad en un perímetro donde la doctora y otra acompañante realizaban tareas de investigación dentro del Área de Flora y Fauna Balandra. La empresa no se ha hecho responsable de los gastos médicos.

Los médicos lograron salvarle la pierna y el pie. La doctora cuenta con una bonita red de apoyo que se activó de inmediato. Sus amistades, colegas, organizaciones de la sociedad civil y dependencias ambientales han estado atentos de su progreso. Hubo rifas, conciertos y donativos para conseguir cubrir los gastos generados para Alexandra.

San Miguel Tours rechazó las acusaciones. Negó ir a exceso de velocidad porque esa área de la bahía es zona de libre tránsito. Culpó al otro capitán de aceptar subir a las afectadas a su embarcación para interceptar el buque de la Secretaría de Marina.

En su comunicado de prensa remataron: “nos entristece que se nos critique sin fundamento, sobre todo porque nunca hemos negado nuestra responsabilidad en el accidente y no nos hemos negado a apoyar a Alexandra”.

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Alexandra lleva un mes sin justicia. El juicio no avanza. Extrañamente el ministerio público la ignora. ¿Y la empresa? Parece no dar señales, claro, para ellos es solo un gasto al que quizá quieran bajarle unos ceros, sin pensar en el terrible daño emocional, psicológico y físico ocasionado.

¿Y la Procuraduría General de Justicia del Estado?

¿Y la justicia?