Cualquier analista político, sin ser necesariamente versado en la historia de populismo latinoamericano, sabe bien que AMLO sigue a la letra el manual latinoamericano. Como en su momento lo hizo Hugo Chávez, o como lo hacen hoy Nicolás Maduro o Daniel Ortega, el presidente mexicano utiliza su extraordinario genio político, su gran carisma y sus talentos comunicativos para conquistar voluntades; voluntades de millones de mexicanos que, sin haber tenido el privilegio de contar con una educación de calidad, caen fácilmente en los tentáculos de los discursos de los dictadorzuelos carismáticos.
El miércoles pasado, AMLO, sin embargo, rebasó los límites de lo imaginable. En plena mañanera, el mismísimo jefe del Estado mexicano expresó “ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya se sabe que cuando se necesita defender la transformación se cuenta con el apoyo de ellos, no así con sectores de clase media, ni con los de arriba, ni con los medios, ni con la intelectualidad, entonces no es un asunto personal, sino un asunto de estrategia política…”
Sí, efectivamente, el presidente AMLO, jefe del Estado mexicano, y quien es considerado hoy como el político más popular en la historia del México contemporáneo, reconoció abiertamente utilizar los programas sociales como estrategia política. Entendido de otra forma, el presidente mexicano ha admitido ser un populista cuyo objetivo es ganar voluntades para mantenerse en el poder, centralizarlo e impulsar una supuesta transformación que conduce a nada.
¿Ha sido una auténtica pifia discursiva o una estrategia política? Ha resultado bastante difícil descifrar el pensamiento de AMLO. Quizá – especulo- se trató de una provocación lanzada a la oposición, pues el presidente sabe bien que poco importarán sus ocurrencias, pues su popularidad lo hace inmune a los ataques, y también, a los goles en propio marco.
Sin duda ha resultado increíble ver a AMLO expresar tales declaraciones. Si bien es verdad que todos conocíamos de antemano sus intenciones (y que sus programas sociales no contribuirían a aliviar la pobreza sino a crear a una red clientelar de votantes) muchos no esperábamos escuchar en sus propias palabras la realidad inequívoca que golpea nuestro país: vivimos bajo un régimen populista dominado por un puñado de políticos oportunistas que se aprovechan de las condiciones de pobreza para impulsar sus agendas personales o partidistas.
A pesar de la torpeza mayúscula de AMLO, su popularidad difícilmente será dañada. Desafortunadamente, las paupérrimas condiciones en materia educativa han inhibido la capacidad de muchos mexicanos de formarse opiniones críticas. Ello ha lastimado históricamente nuestro devenir democrático… y aún lo hace.