El próximo 1 de septiembre el presidente AMLO rendirá su Cuarto Informe de Gobierno. En él, el jefe del Estado mexicano presentará a los mexicanos sus supuestos éxitos en materia económica, de combate contra la pobreza, contra la corrupción, y quizá, se aventurará a apuntar hacia logros relacionados con la lucha contra el crimen organizado. En otras palabras, nos hablará sobre cómo su gobierno, a lo largo de cuatro años, ha alcanzado exitosamente los objetivos de la autoproclamada 4T.

AMLO anticipó hace unos días un elemento central de su informe: la reducción de los niveles de desigualdad aun en ausencia de crecimiento económico. “Se nos cayó la economía, hemos logrado una mayor distribución del ingreso y esto ha significado que la gente más pobre esta mejorando”. Medias verdades.

El lector recordará que la desigualdad es medida a través del coeficiente de Gini, el cual arroja información sobre la acumulación de riqueza, sea de ingreso o patrimonial, en unos cuantos.

AMLO, bajo el argumento de que “se ha reducido la desigualdad sin crecimiento económico” nos tiende una trampa argumentativa, pues sin crecimiento de la economía NO puede haber desarrollo incluyente. Me explico. Retomemos la metáfora del pastel. Si uno busca que todos los invitados a la fiesta tengan una rebanada de pastel del mismo tamaño, debemos, desde luego, asegurar que cada una de ellas sea de la misma dimensión.

Sin embargo, existe un paso anterior: debe haber un buen tamaño del pastel. Sin crecimiento económico (es decir, que el tamaño del pastel aumente) la rebanada para cada invitado, aunque cada uno haya recibido una del mismo volumen, será pequeña y no alcanzará para ofrecer a todos la oportunidad de participar en el desarrollo incluyente.

Derivado de lo anterior, AMLO manipula el discurso económico, pues la ausencia de crecimiento económico (derivado tanto de fenómenos económicos importados del exterior tales como las consecuencias de la pandemia, la inflación iniciada en Estados Unidos y el alza de los precios del petróleo o cereales como consecuencia de la guerra en Ucrania, o de decisiones equivocadas en el interior) obstaculiza que los recursos que se busca “redistribuir equitativamente” permitan que los mexicanos cuenten con las herramientas para salir adelante, pues simplemente, no hay pastel para repartir.

En otras palabras, AMLO nos busca vender una idea importada del comunismo: poco importa si hay crecimiento económico, sino que lo verdaderamente importante es que los ricos tengan menos y los pobres tengas más. Se trata, insisto, de una trampa argumentativa dirigida a esconder los fracasos económicos de su administración, y a exaltar su figura como el adalid de los intereses de los más desfavorecidos.

No nos engañemos. NO puede existir desarrollo in-clu-yen-te sin crecimiento económico. Primero, la economía debe crecer, y luego, el Estado, con políticas públicas pertinentes, debe incidir para que todos los mexicanos tengan acceso a un pedazo del pastel… pero debe primero haber pastel.