Vamos hacia la vida

RIcardo Flores Magón

Presidente AMLO: Si no se ponen las pilas los de la FundéuRAE, tú sí, por favor. Eres siempre muy optimista y, en las crisis, tu estrategia de comunicación —que te funciona, sin duda— invariablemente es la de sembrar esperanza.

¿La FundéuRAE? Es decir, la Fundación del Español Urgente, promovida por la Agencia EFE y la Real Academia Española.

¿Qué tiene eso que ver con el año de Ricardo Flores Magón en México? Voy a tratar de explicar mi idea, presidente López Obrador, pero antes te quiero hacer una pregunta que estoy seguro te va a poner nostálgico: ¿recuerdas que en tu campaña de 2006, en todos los mítines, la gente cantaba Color esperanza, de Diego Torres? A mí no se me olvida, la escuché tantas veces en tantos pueblos, en tantas ciudades.

Antes de tu campaña no conocía esa canción, que terminó gustándome mucho. Éramos optimistas en 2006 y pensábamos que íbamos a ganar. ¡Y ganamos! “Sonríe, vamos a ganar”. ¿De quién era esta frase que se difundió debajo de un dibujo del monero Hernández? Ganamos, pero nos robaron la elección. Algunos perdimos el optimismo y nos retiramos. Tú no, Andrés, y seguiste tu lucha. Doce años después llegaste a la presidencia y, desde Palacio Nacional, decidiste que 2022 sea el año del gran anarquista mexicano...

Paso ahora a mi obsesión con la FundéuRAE , desde luego después del video de Color esperanza:

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Confinamiento

Esta fue la palabra del año 2020. Así lo estableció la Fundación del Español Urgente. Creo que se trató de una elección correcta. Si algo caracterizó al 2020 fue el encierro en el que todos vivimos para luchar contra el covid. Al inicio de ese año resultaba imposible saber que el confinamiento iba a atormentar a todas las sociedades de nuestro mundo. Nadie, entonces, podía adivinar que esa palabra iba a ser la más adecuada para sintetizar lo que sufrimos por la pandemia de coronavirus.

Al finalizar 2020 —y gracias sobre todo a la necesidad de dejar el confinamiento— aparecieron las vacunas; se desarrollaron en tiempo récord y las naciones con mayores recursos económicos, entre ellas la nuestra, se prepararon financiera y logísticamente para inmunizar, durante 2021, a sus poblaciones con las inyecciones de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, etcétera.

Así las cosas, al inicio de 2021 resultaba muy sencillo saber que vacuna iba terminar siendo elegida por la FundéuRAE como la palabra del año pasado. Algunos solicitamos a esa institución, en los primeros meses de 2021, adelantar la selección de su palabra del año — que debía ser vacuna, sí—, nada más como una manera de colaborar en las campañas de vacunación, que no han resultado absolutamente exitosas porque muchísimas personas en todos los países se niegan a inyectarse. La ignorancia no tiene límites y me parecía que valía la pena ayudar a combatirla en todas las formas posibles.

Por esa razón, pedí a la FundéRAE adelantar 11 meses la elección de su palabra del año. Sus expertos ni me leyeron ni me hicieron caso, pero el pasado 29 de diciembre diciembre —con gran retraso— tomaron la decisión que desde febrero era lógico que iban a tomar: seleccionar a vacuna como la palabra del 2021.

Ahora haré otra sugerencia a la FundéuRAE: adelantar de nuevo su palabra del año. Pienso que en 2022 vale la pena inyectar —además de los refuerzos de vacunación— una dosis de optimismo y esperanza. ¿De qué hablo?

La variante ómicron nos ha metido en un nuevo problema: hay pandemia para rato. Pero, al mismo tiempo, ómicron pareciera ofrecernos una salida: gracias a que cada día hay más personas vacunadas, la excesiva capacidad de contagiar que tiene tal variante puede provocar la gripalización de la pandemia.

Si covid se convierte en algo parecido a una gripe, superaremos la crisis

Existen posibilidades de que así ocurra. Quizá estamos en la ruta que nos lleve ya a gripalizar el covid —o la Covid, para que no se quejen en la RAE—. Ello debido a la combinación de dos factores: (i) la variante tan contagiosa y (ii) las campañas de vacunación que siguen avanzando, así sea en forma criminalmente desigual, es decir, a toda velocidad en los países más ricos y con terrible lentitud en las naciones más pobres.

El hecho es que covid podría gripalizarse. Y esta es la gran noticia que estamos esperando. Por lo que he leído, podría ocurrir pronto, el próximo verano. Por lo tanto, gripalizar —o gripalización— debe ser ya elegida la palabra del 2022. Ojalá se pongan las pilas en la FundéuRAE y ayuden a que la gente se sienta optimista.

¿Y si la pandemia no se gripaliza? Pues no se gripalizó y, entonces, seguiremos sin salir del laberinto. En este escenario indeseable, al finalizar el año FundéuRAE podrá decir que la palabra de 2022 fue una esperanza que no se concretó e invitar a seguir luchando. Exactamente lo que tú hiciste, Andrés Manuel, cuando los partidos polìticos autoritarios y los grandes empresarios te robaron la presidencia en 2006.

Pero si covid realmente se gripaliza, entonces no habrá ninguna duda de que esta será la palabra del año de la victoria.

¿Quien inventó eso de la gripalización?

No tengo la menor idea. Leí tal palabra hace rato en la página de internet de un diario de Barcelona, La Vanguardia: “España avanza hacia la ‘gripalización’ de la pandemia”.

En su edición catalana La Vanguardia también siembre optimismo: “Final de cicle: l’òmicron marca una altra estratègia. Ja s’estan sentint veus autoritzades que diuen que cal gripalitzar la pandèmia, una manera molt directa de suggerir que hem d’avançar cap a la normalització de la situació”.

Comenté esto por WhatsApp con una amigo barcelonés que a veces se siente español —a veces no— y una hora después me dijo: “Si resulta que gripalizar es la palabra del año 2022, espero que la FundéuRAE admita que ha surgido gracias a la creatividad catalana; hice una búsqueda en internet y la mención más vieja que encontré fue en catalán, gripalitzar, y la usó en noviembre del año pasado un virólogo de Barcelona, Oriol Mitjà”.

Lo de menos es de dónde salió esa palabra. Lo importante es ir a la gripalización de covid —o a la catarrización, por catarro, o infuenzación, por influenza—, esto es, a una enfermedad normal con la que se pueda convivir convenientemente medicados sin abandonar las actividades laborales, culturales, deportivas, etcétera, excepto si el malestar se complica y deba uno quedarse en casa dos o tres días esperando que los síntomas se vayan.

Así que, si guieren ayudar, los señores y las señoras de la FundéuRae deben ya empezar a gripalizar en español, aunque, según mi amigo, esa sea una palabra catalana, algo que realmente a mí me tiene sin cuidado.

Si no van a adelantar —deberían hacerlo— su palabra del 2022—, en la FundéuRae al menos tendrían que mencionar la gripalización en sus páginas de internet, diccionarios, tuits, etcétera. Necesitamos razones, las que sean, para el optimismo.

Pero, Andrés Manuel, si en la FundéuRae no se ponen las pilas, tú sí debes hacerlo y convertir el 2022 en el año de Flores Magón y de la gripalización, al menos por la vía de que hables de eso con frecuencia en tus mañaneras. “Vamos hacia la vida”, dijo nuestro maravilloso anarquista. Hoy la vida depende de que simplemente volvamos a la gripe, al catarro, aun a la influenza. Estamos hasta la madre de la pandemia.