Hoy es un día especial. Un día que para mí no puede pasar desapercibido. No podemos negar que hoy, primero de octubre, es histórico.
No sé si soy yo o les pasa a los demás. Personalmente me siento agotada de haber vivido durante 6 años en un estado de enojo y frustración.
Mi única forma de desahogo fue escribir en este espacio, que aunque la gente lo ha atacado por apoyar al expresidente y ahora a la presidenta, en realidad brinda un espacio para personas como yo que no soy precisamente fan de Morena ni de la 4T y eso en verdad se agradece.
Llego a este punto haciendo una reflexión de los 6 años anteriores, de la manera en que viví y las cosas que pasé y pensé en todos estos años.
Tuve la triste experiencia de saber de muchos niños con cáncer que no encontraban su medicamento ni atención ni seguimiento. Eso fue algo devastador.
Mientras un presidente indolente y despistado, sin ver realmente la situación con otros ojos, vacíos de soberbia y de arrogancia.
La pandemia fue algo que el presidente quiso minimizar, pero el horror y la muerte fueron evidentes.
No quiero hacer un listado de las cosas que creo que López Obrador hizo mal porque esas ya se saben.
Quiero aferrarme a que todo va a estar bien y nos va a ir bien. Me alegra que una mujer sea presidenta de este país por primera vez. Me considero una mujer solidaria y sorora.
Curiosamente hoy no estoy enojada. Es decir, no quiero estar enojada. Tal vez es una decisión propia. Uno elige las emociones que quiere sentir yo elijo estar en paz.
He buscado con ahínco y con esperanza poder encontrar un trabajo en donde me sienta útil para los demás. Tengo esperanza.
Quisiera poder accesar a hospitales públicos con la certeza que voy a tener una atención adecuada que me permita seguir en este mundo. Tengo esperanza.
Que pueda viajar por carretera sin miedo. Poder visitar amigos que viven en Veracruz o en Puebla, venir más seguido a la CDMX. Tengo esperanza.
Que seamos mejores como seres humanos, que podamos no sentirnos tan solos ni tan rotos ni tan divididos ante la desgracia y ante el dolor, porque sí, el expresidente tuvo tiempo para sembrar odio contra los que no piensan como él, en eso consistieron las mañaneras. Ese odio que ya fue sembrado en las personas tendría que desaparecer. Todos somos mexicanos, somos iguales. No hay diferencias como siempre nos quiso adoctrinar don López Obrador con sus discursos. Tengo esperanza.
Que no sienta esta angustia cuando salen mis adolescentes a divertirse y que pudiera tener la seguridad de que regresarán a casa sanos y salvos. Tengo esperanza.
Quiero construir en mi persona a un mejor ser humano, tengo esperanza.
Que Claudia Sheinbaum, presidenta de México, pueda tener la humildad y la apertura para poder aceptar la ayuda ciudadana, las observaciones que con respeto se le hagan, sin que ella se enoje y pinte de color guinda a algunos y a los demás con sus otros colores partidarios para dejarlos a un lado. Tengo fe que pueda y sepa gobernar para todos, aunque hoy en la Cámara de Diputados, hayan decidido no permitirle a los partidos llamados de “oposición” tomar tribuna y tomar la palabra. No es una buena forma de arrancar el sexenio de la presidenta de México.
Tengo esperanza. Y es que estoy viva y por algún motivo lo estoy.
Quiero entender cuál es ese motivo y cómo entonces puedo servirle a otros.
Tengo esperanza de conocer la manera de poder hacerlo.
Tengo la esperanza de que hoy podamos permitirnos sentir justamente un poco de alegría y de confianza.
Que todos los mexicanos nos unamos en ayudar y rescatar a Acapulco para que brille otra vez en lugar de seguir culpando al gobierno por su indiferencia. Tengo esperanza.
Frida Kahlo a quien admiro desde hace muchos años, días antes de morir escribió en su diario: “Árbol de la esperanza, mantente firme”.
Porque sí… no sobrevivimos ni sobreviviremos sin la esperanza... Nadie puede sobrevivir sin ella.
Quiero aferrarme a ella. Hoy más que nunca necesito aferrarme a ella.
“Árbol de la esperanza, mantente firme”.
Es cuanto.