Sobran comentócratas convencidos, por puro fanatismo, de que solo un grupo de economistas tiene capacidad para dirigir el Banco de México.
En efecto, en la prensa solo se les da ese derecho a quienes hayan egresado, preferentemente, del ITAM, aunque se aceptan profesionales de otras universidades mexicanas, con la condición de que creen en las mismas teorías y, sobre todo, consideren su obligación defender los mismos intereses empresariales, ya sea que esto último lo hagan —es el caso de la mayoría— por vulgar complicidad o inclusive por prestarse inocentemente al juego de actuar en el sistema como los tontos, o las tontas, útiles.
Tales economistas habían dominado el sector financiero del gobierno federal desde Carlos Salinas y aun desde Miguel de la Madrid.
Pensaron que esa situación iba a durar para siempre, pero no se preocuparon por ganar limpiamente elecciones presidenciales —se confiaron y creyeron que el fraude electoral les iba a mantener en el poder por toda la eternidad—, así que cuando la derrota destruyó a sus partidos, el PRI y el PAN, los y las economistas que todo lo habían controlado en el gobierno mexicano, en cuanto AMLO empezó a gobernar en 2018, poco a poco, recibieron llamados desde las direcciones de personal, o equivalentes, en la administración pública para notificarles que había llegado la hora del temido despido, aunque algunos, y algunas, se retiraron voluntariamente de los cargos en el ejecutivo y aun en el legislativo, humillados y humilladas porque no se les hacía caso o bien con mucho miedo porque sus transas, que se suponñia estaban perfectamente ocultas abajo del agua de la política, empezaron a flotar y a hacerse visibles.
Hoy que llegó la hora de darle las gracias por los servicios prestados al economista Alejandro Díaz de León Carrillo —sí, del ITAM— , quien será reemplazado al frente del Banco de México por una especialista en economía de otro grupo, Victoria Rodríguez Ceja, vemos a no pocos comentócratas ruidosamente escandalizados. No comprenden, todavía no, que todo cambió en nuestro país y que las cosas difícilmente volverán a ser lo que fueron.
La comentocracia cuestiona la trayectoria académica y laboral de la señora Rodríguez Ceja. No entiendo por qué: ella ha sido una profesional destacada que ha ocupado no pocos cargos de relevancia, durante años, en el sector público… Un momento, en realidad sí comprendo las críticas en su contra: ella ni se graduó del ITAM —sí lo hizo en otra universidad neoliberal, el Tecnológico de Monterrey— ni ha trabajado en gobiernos priistas y panistas, sino que se le pegó la gana colaborar con las administraciones de izquierda en la capital mexicana y, desde 2018, en la secretaría de Hacienda de la 4T, en efecto, en el proyecto político del presidente López Obrador.
Hoy, en El Financiero, Enrique Quintana se pregunta lo mismo que otros comentócratas fanatizados por tantos años entregados ala tarea de informar sobre el viejo y ya liquidado sistema: ¿Cumple Victoria Rodríguez Ceja con los requisitos que la ley exige para encabezar el Banco de México?
Lo curioso es que el señor Quintana nunca se preguntó si Alejandro Díaz de León Carrillo llenaba tales requisitos. Porque lo cierto es que doña Victoria ha tenido una mejor trayectoria que la exhibida por el señor Díaz de León cuando este llegó al banco central del que ya se despide.
El presidente López Obrador, anticipando las críticas de columnistas como Quintana, lo explicó ayer en la mañanera: Victoria Rodríguez sobradamente cumple la exigencia del artículo 39, párrafo segundo, de la Ley del Banco de México; inclusive, el presidente de México destacó un hecho ya mencionado aquí: quien quizá no cumplía tales exigencias en 2017, cuando se le nombró, se llama Alejandro Díaz, quien ya se va para no se sabe cuándo, tal vez nunca, volver.
Por cierto, Andrés Manuel, aunque sea presidente y haya tenido otros cargos públicos, no tiene alma de burócrata inflexible, sino de dirigente social, así que no fue el tabasqueño tan preciso como para citar con detalle lo de “artículo 39, párrafo segundo, de la Ley del Banco de México”. Esto lo he tomado yo de la columna de Enrique Quintana, quien quizá nos ha sido integrante de la burocracia, pero escribe como si lo fuera.
Veamos el tal artículo 39, párrafo segundo, de la Ley del Banco de México, tal como lo cita Quintana en El Financiero:
…indica los siguientes requisitos para formar parte de la Junta de Gobierno de la institución:
“Gozar de reconocida competencia en materia monetaria, así como haber ocupado, por lo menos durante cinco años, cargos de alto nivel en el sistema financiero mexicano, o en las dependencias, organismos o instituciones que ejerzan funciones de autoridad en materia financiera.”
Enrique Quintana, El Financiero
Enseguida viene la crítica de Quintana a quien será la primera mujer gobernadora del Banco de México: “La trayectoria de Victoria Rodríguez Ceja indica que la más alta responsabilidad que ha tenido en su trayectoria profesional es la que ocupa ahora, como subsecretaria de Egresos”.
Insisto, ¿por qué no se preguntó Quintana en 2017 cuál había sido la más alta responsabilidad de Alejandro Díaz de León Carrillo cuando se le nombró para encabezar el banco central?
Lo cierto es que, antes de que Enrique Peña Nieto lo seleccionara para el Banco de México, lo más que había hecho Alejandro Díaz de León en el gobierno era estar en dos cargos—ambos los tuvo en 2015, un tanto a las carreras—, el primero como jefe de unidad en Hacienda, esto es, bastante menos que lo logrado por Victoria Rodríguez en la misma secretaría, y después director de Bancomext, que no es la gran cosa y de cuya gestión quizá don Alejandro preferiría no acordarse: no vaya a ser que la nueva UIF, la de Pablo Gómez, meta las narices y descubra que ahí se hacían tantas rarezas.
Si Enrique Quintana critica la mejor trayectoria de Victoria Rodríguez Ceja y no cuestionó, en su momento, el menor currículun de Alejandro Díaz de León, se debe a dos factores.
El primero de tales factores es el fanatismo neoliberal, es decir, el dogma de que solo una grupo de economistas puede ir al Banco de México. De acuerdo, eso pasa: es su forma de pensar y se respeta.
Pero cuestionar la biografía profesional de Rodríguez Ceja, bastante buena, sin haber dicho nada en 2017 acerca de la historia laboral, menos destacada, de Alejandro Díaz de León, obedece también a otro factor: la misoginia, esto es, al absurdo pensamiento de que las mujeres, por ser mujeres, no tienen la misma capacidad que los hombres, y este definitivamente es un exceso inaceptable.
Seguramente Enrique Quintana creció en un ambiente machista —como tristemente nos ocurrió a casi todos en el México del pasado reciente—, pero él ya debería cambiar. Una buena idea para corregir su falta radica en que empiece por disculparse con Victoria Rodríguez, a quien debe dejarse en paz para que se concentre en su trabajo en el banco central.
Ya se verá, con el paso del tiempo, si la señora Rodríguez Ceja lo hace bien o si lo hace mal. Lincharla desde ahora —peor aún, hacerlo por misoginia— es algo muy negativo, no tanto para ella, sino para el Banco de México y, por supuesto, para la economía de nuestro país.
Posdata: Reforma todavía peor
Cuando escribí lo anterior no había visto la portada del diario Reforma: todavía más machista que la columna de Enrique Quintana. Destaca ese diario que la primera gobernadora del Banco de México no tiene experiencia. Pues la señora Rodríguez Ceja tiene bastante más relevancia, en la Secretaría de Hacienda, que la de Díaz de León cuando este llegó al mismo cargo. A Díaz de León no lo cuestionaron en Reforma por neoliberal y por machito. A ella le dan duro por ser mujer. Triste situación.