De nuevo, nado sincronizado en el periodismo

¿O será que estamos ante otro caso del mismo descubrimiento realizado por dos investigadores aplicados que no se pusieron de acuerdo? Voy a suponer que nadie movió la batuta para hacer posible la ejecución del preludio fantástico Pobre Calderón, no tiene coche en Madrid y vive en minidepa”. Pero de que suena a orquesta bien dirigida, así suena.

Primero Carlos Alazraki con el violón: “Yo tuve la suerte de desayunar con Calderón en Madrid. Lo vi, nadie me lo platicó. Vive en un departamento en Chamberí, que es como Narvarte o la Roma, de 62 metros cuadrados. Anda en bicicleta, no tiene un quinto más de lo que le dan las conferencias y sus ahorros, que se le están acabando”.

Después Ciro Gómez Leyva, virtuoso del oboe: En Madrid varias personas le relatan al periodista que se han topado a Felipe Calderón a pie “o en su bicicleta en los barrios de Trafalgar, Chamberí y Almagro; que por ahí vive, en un departamento muy pequeño, a juzgar por el edificio”.

¿Será suficiente para higienizar la muy manchada imagen de Calderón eso de que anda en bici por las calles madrileñas y que reside en un apartamentito? No creo. Me parece que los datos relevantes sobre el autoexilio de Calderón no son la marca de su bicicleta ni las dimensiones de su vivienda.

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La importante es saber por qué Calderón se fue de México, ¿por recomendación médica, por pleitos con su esposa o para estar lejos de Estados Unidos, donde se le podría juzgar por sospechas de complicidad con el narco Genaro García Luna? Que Ciro y Alazraki respondan.

Claudia en avión comercial

La presidenta de México dijo que asistirá en aviones comerciales, en menos de diez días, a la cumbre del Grupo de los 20 en Brasil. No será un viaje fácil porque no hay vuelos directos desde la Ciudad de Mexico a la sede del evento, Río de Janeiro.

El pasado 4 de octubre publiqué opciones de vuelos comerciales para que Claudia llegue a Río de Janeiro desde la capital de nuestro país —todos con escala—:

√ Aerolínea COPA: Clase turista: $14,040 pesos por persona. Clase ejecutiva: $74,960. Vuelo con escala en Panamá.

√ American Airlines: Clase turista: $52,927. Clase premier: $89,835. Vuelo con escala en Miami.

√ Avianca: Clase turista:$19,976. Clase ejecutiva: $61,324. Vuelo con escala en Bogotá.

√ Aeromexico: Clase turista: 25,827. Clase ejecutiva: 124,385. Vuelo con escala en Sao Paulo. El vuelo entre Sao Paulo y Río de Janeiro lo opera GOL Linhas Aereas.

Ya nos dirá Claudia Sheinbaum en qué cabina del avión volará a Brasil, la barata o la cara. En México, la presidenta ha viajado en sus giras en aerolíneas comerciales, clase turista, y le ha ido muy bien: la gente le ha aplaudido. Comprensible dada su elevada aprobación —de más de 70% en el tracking diario ClaudiaMetrics—.

El único otro presidente que volaba en aviones comerciales era Andrés Manuel López Obrador. En el inicio de su gobierno la gente lo ovacionaba en los aeropuertos, pero el ejercicio del poder desgasta. La popularidad de AMLO nunca disminuyó, pero algunos de sus proyectos lo enemistaron con las clases medias y altas, que son las que viajan en avión y el rechazo se manifestó.

Además, la oposición se propuso darle lata a Andrés Manuel en espacios públicos, así que no faltaban activistas que organizaban el alboroto contra el expresidente. Entonces, el tabasqueño se alejó de las aerolíneas comerciales.

Uno de los costos de gobernar es la crítica, que puede llegar a ser ruidosa en lugares públicos. Esto es algo normal en una democracia en la que se respetan las libertades. ¿A Claudia Sheinbaum le pasará lo mismo que a AMLO? No lo sé. Pero si llega a ocurrir, ojalá resista y no se suba si no hay necesidad a aviones privados, que no solo son caros, sino también —y muy especialmente— contaminantes.

Leí una nota de la agencia AP en la página de internet de Reforma. Datos durísimos sobre el daño que genera la aviación privada al medio ambiente:

√ “La contaminación procedente de aviones privados se ha disparado en los últimos cinco años... Esos aviones pequeños arrojan más dióxido de carbono en unas dos horas de vuelo que lo que emite una persona promedio en aproximadamente un año”.

√ “Alrededor de 250 mil multimillonarios de todo el mundo, con una riqueza total de 31 billones de dólares (millones de millones), emitieron el año pasado 15.6 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono volando en sus aviones privados... Esa cantidad equivale, por ejemplo, a lo que emitió Tanzania el año pasado con sus 67 millones de habitantes”.

√ Un investigador de la Universidad Linnaeus, en Suecia, Stefan Gossling, “señaló que 32 mil 300 toneladas de contaminación por carbono procedieron de sólo cinco eventos globales durante el periodo: la Copa Mundial de Qatar del 2022, el Foro Económico Mundial del 2023, el Super Bowl del 2023, el festival de cine de Cannes del 2023 y las negociaciones climáticas de las Naciones Unidas del 2023 en Dubai”.

√ Otro experto dijo: “Es una broma de mal gusto que la clase multimillonaria esté volando en aviones privados a las conferencias climáticas anuales... Para Gossling, se debería cobrar un impuesto o tarifa de aterrizaje a esos vuelos equivalente al daño causado por cada tonelada de emisiones”.

Una idea para el discurso de Claudia

Creo que solo la presidenta de México llegará a Río de Janeiro en vuelo comercial. Tristemente, en el G20 líderes de Estados Unidos, Francia, China, Japón, Alemania, etcétera hablarán apasionadamente del combate a la contaminación después de haber dañado tanto al ambiente con sus aviones privados.

Claudia, entonces, podría empezar su mensaje diciendo eso a sus colegas que ya no la chinguen. Con elegancia, por supuesto, para no ofender, inclusive pidiendo perdón por ser tan claridosa. Pero decirlo. Hasta parafraseando al clásico: “No me vengan con el cuento de que el tiempo de quienes gobernamos es más valioso que el de cualquier persona. Por favor, en los aviones comerciales y en los aeropuertos se puede trabajar: ya casi todos tienen buen acceso a internet”.

Impuestos que no pagan los aviones privados en México

No propongo la creación de un impuesto especial para la aviación privada mexicana. Sugiero nada más que el Servicio de Administración Tributaria sea más estricto y elimine o fiscalice en serio ciertas disposiciones que utilizan las grandes empresas para hacer deducibles los costos de sus aviones y de operarlos.

Las grandes empresas mexicanas usan los aviones privados menos para sus actividades productivas y más para que los disfruten sus accionistas o altos ejecutivos.

Hay muchos trucos de fiscalistas. Uno de ellos, crear dentro del grupo empresarial una compañía de taxis aéreos, que preste servicios casi exclusivamente a ese grupo empresarial. Así se logra la deducibilidad de los equipos y de mantenerlos operando, personal especializado incluido.

Tal práctica debe prohibirse o fiscalizarse con gran rigor porque es un dividendo disfrazado que el accionista use los aviones de la empresa para viajes de placer. Puede ser muy sencillo fiscalizarlo: basta con ver las bitácoras del vuelo. Si la esposa del dueño viajó a un destino turístico con amigas y ese vuelo se incluyó en la contabilidad como gasto deducible, que se aplique de inmediato una dura sanción.

Hay más trucos relacionados con los aviones privados; el SAT puede descubrirlos para castigarlos o de plano prohibirlos. No se trata de acabar con la aviación privada, sino nada más de que no sea un costo deducible de impuestos. Si alguien quiere gastar una fortuna en aviones para su uso exclusivo, que lo haga, pero sin pasar el costo al erario.